Un nuevo sello de claro sabor hispano llega a nuestra casa, se trata del célebre Niño Jesús de Praga que se venera, desde hace más de cuatro siglos, en la capital del Mldava y puede contemplarse en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria levantada en 1613, si la masa de peregrinos lo permiten. La frágil figurilla estaba, en su origen, dedicada a la Santísima Trinidad, pero su denominación actual arranca en 1620 tras la famosa Batalla de la Montaña Blanca, entonces se cedió a los carmelitas españoles y desde 1628 es uno de esos lugares que se visitan por gentes de todo el mundo que acuden a la Ciudad Vieja de la capital checa [Karmelitska 9].
Los guías te hablan de diferentes versiones, así que nosotros nos quedamos, quizá porque acabamos de regresar de las islas, con la que hace alusión a su llegada desde Canarias a Bohemia en el XVI. Tras no pocos periplos, esa modesta figura acabó en Praga y, desde entonces, se ha convertido en una de las imágenes más veneradas de todas cuantas se exponen en los centros religiosos checos a pesar de sus poco más de 40 centímetros, hecha de madera, se halla recubierta de cera y, en su cabeza, lleva una valiosa corona de oro que le fue impuesta por le Obispo de Praga en 1655. La incrustación de un buen número de piedras preciosas hace que mucha gente se pregunte cómo fue posible que haya permanecido tanto tiempo en el templo y ante tantos períodos de violencia que vivieron estas tierras centroeuropeas a lo largo de los siglos.
Todo parece abocarnos hacia algo milagroso porque de otra forma uno no logra explicar ni su preservación a lo largo de los siglos, ni su atracción para personas de todo tipo y condición ¿superará la estatuilla esta etapa de nihilismo y egolatría en que se encuentra anclada la población europea? ¡Saber!, dirían los costarricenses.
Pero sigamos con su leyenda. Otros le atribuyen poderes fecundos [todavía recuerdo la escena en una escultura en la zona del Castillo de Praga donde el dorado brillaba de manera inusual, estar un rato contemplando la pieza, mientras el grupo aprovechaba un cuarto de hora de receso para ir al lavabo, nos permitía ver la cara de delectación de las féminas sobando el instrumento, alguna de aquellas imágenes las envié a publicaciones turísticas y un día, años después, caía por pura casualidad una de esas revistas en mis manos: ¡Qué carita de inocencia se gastaba la japonesita que se entretenía con el juguete de la escultura!], la leyenda dice que cuando una mujer se le acerca y se queda directamente contemplando sus ojos: ¡Zas, se queda embarazada!, aunque debemos colegir que no hay posibilidad de tocar esta imagen y nuestro Niño Jesús de Praga está a buen recaudo en su urna de cristal. Otra leyenda más plausible es la que dice que en la Guerra de los 30 años, la figurilla liberó a Praga de la peste y la destrucción.
Generalmente, a ambos lados, suele haber infinidad de placas votivas y en el Museo [en su tiempo la entrada era gratuita, con la pandemia se han eliminado infinidad de costumbres o derechos, así que al momento de redactar este trabajo ignoramos cómo está la cuestión en Praga] nos encontraremos una gran cantidad de trajes que fueron donados a lo largo de esos cuatrocientos años de historia. Leyenda y tradición, unos te explican que hay uno diferente para cada semana del año, otros que casi tiene un centenar; supongo que el director del Museo es el que tiene la cifra exacta, sea como fuere, nosotros nos quedamos con la versión de los trajes y sus cambios siguiendo el estricto marco del calendario religioso.
Uno de los más hermosos es el que donó aquella insuperable emperatriz de los Habsburgo: María Teresa, en el XVIII, se ganó la simpatía del entonces imperio austro-húngaro en el que estas tierras estaban engarzadas. Hay un vídeo donde podemos ver la delicadeza que emplean las monjitas cada vez que lo visten o desvisten. En la sacristía guardan toda una colección con imágenes llegadas desde todos los confines del orbe.
En el XVIII, casi coincidiendo con la entrega de la vestimenta imperial, cuando el religioso E. S. Stephano comenzó a escribir sobre los milagros de la imagen y, desde entonces, el mundo católico lo tiene como uno de esos focos de atracción y con cuya figura, los comercios de la zona hacían su agosto antes de la pandemia, especialmente en los calurosos meses estivales cuando Praga se hace intransitable en algunos momentos.
El sello checo, puesto en circulación el 30 de noviembre de 2021 es un valor cifrado [Letra E, cartas para Europa, 50 gramos de peso y vendido 39 coronas aunque tenga poder liberatorio de franqueo de manera permanente]. Se imprimió en hojas de 40 efectos y una tirada inicial de 1.6000.000 ejemplares impresos en offset multicolor según el diseño de Zdenka Kudrnová en formato vertical [23x30mm] y tiene carácter de sello de la serie básica.
Nota: nuestro agradecimiento al correo checo por la ayuda para documentar este artículo.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.