No hace falta memorizar porque casi todo está en internet, no hace falta calcular porque tenemos calculadoras, incluso ya no hace falta escribir para los que no sabemos, ya hay autocorrectores. Al final verán ustedes, como incluso nos dicen que no hace falta pensar, porque ya hay quien piensa por nosotros.
Hoy Bildu decide investiduras, aprueba presupuestos y reescribe la Historia de España, deslegitimando así la transición su mayor obra: la Constitución Española. Un escalofrío recorrió España entera, de Cádiz a San Sebastián y de Valencia a La Coruña. Toda la nación se echó a la calle para clamar contra el asesinato del concejal popular Miguel Ángel Blanco.
Miguel Ángel Blanco fue una de las miles de personas que abarrotaron el cementerio de Polloe aquel desapacible 24 de enero de 1995. Aquella misma tarde, durante el viaje de vuelta a Ermua, tomó la decisión que sería su condena: formaría parte de las listas del Partido Popular en la próxima cita electoral. Él no lo sabía, pero estaba emulando la misma actitud rebelde y generosa de su admirado Gregorio Ordóñez. Goyo se afilió al partido político más perseguido, en el año más brutal y en la provincia más peligrosa. Desgraciadamente no fue el único paralelismo.
Los dos tuvieron el mismo final, y a manos del mismo asesino: Francisco Javier García Gaztelu, alias ‘Txapote’. Mató a los dos de manera cobarde. A Goyo de espaldas, sin posibilidad de defenderse; a Miguel Ángel arrodillado y maniatado, después de mantenerlo inmovilizado durante 48 horas en el maletero de un coche. Según la sentencia, José Luis Geresta, alias ‘Oker’, sujetaba a Miguel Ángel mientras ‘Txapote’ le disparaba en la cabeza. Calibre 22. A cañón tocante. “¡Cómo voy a comer si están matando a mi hijo!”, le dijo en aquél momento Consuelo Garrido a un familiar.
Que no se puede legislar en caliente, que no se debe emitir afirmaciones en caliente, al final quieren que no pensemos no en caliente, ni siquiera después de 25 años.
Han pasado 25 años de la rebelión cívica y política que se produjo contra ETA y su entorno y el actual Gobierno de España ha traicionado aquel espíritu de unidad moral. En un gesto cargado de siniestro simbolismo, Pedro Sánchez ha acercado al País Vasco al asesino de Miguel Ángel, que también lo es, al menos, de Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica y Fernando Buesa.
Decirlo alto y claro, hoy es socio del Gobierno un partido que no condena los crímenes de ETA, que recibe entre vítores a sus pistoleros y que no ha colaborado en la investigación de ninguno de los 379 crímenes que aún quedan sin resolver.
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