Recientemente nominada a los VI Premios Educa Abanca Mejores Docentes de España 2022, Lidia Fernández Palacios reflexiona sobre la importante función que ejercen los docentes en el desarrollo integral del niño y su vital papel en la transmisión de valores fundamentales para el desarrollo de competencias sociales y emocionales. Escritora de cuentos infantiles (Ed. Babidi-bu), Tutora y Coordinadora de Educación Infantil en el Colegio Parque (Madrid), Lidia ha dedicado más de 5 años a la docencia en la etapa de Educación Infantil y su mayor deseo es poder volcar cada día su vocación y entrega en el aula, así como ayudar y guiar a las familias en la gratificante y compleja tarea de educar en las emociones.
Los docentes: enormes referentes
Los maestros tenemos una capacidad de referencia especial en nuestros alumnos. Mientras explicamos y compartimos nuestro saber, los alumnos nos observan con atención y captan cada enseñanza y cada gesto transformándolo en mensajes que atesoran y que después transmiten a sus familias como palomas mensajeras deseosas de contar historias.
Por eso, los docentes tenemos la tarea más difícil pero a la vez la más bonita: sin ser los padres de los alumnos, hemos de ser grandes modelos para ellos, llegando a todos (con las diferencias personales de cada uno), conociendo sus peculiaridades y aceptando que sus vidas van desarrollándose a pasos agigantados, siendo capaces de transformar aquello que han de mejorar respetando la esencia y el gusto personal de cada alumno y haciéndola florecer para que cada uno se encuentre a sí mismo y consiga sus metas con ilusión.
Para educar con responsabilidad es preciso que, desde el primer día de clase, cuidemos nuestras maneras de transmitir, pues lo que podemos llegar a irradiar en los alumnos es mucho más de lo que podemos imaginar. Como maestros tenemos la oportunidad de inspirar. ¿Pero cómo podemos conseguirlo?
Aquel maestro que vive sus días en el colegio con la ilusión de cambiar lo que debe mejorar y se expone a cometer errores y también cambiar si es preciso; quien desarrolla su día a día con confianza y con amor; quien desprende alegría y es capaz de aparcar sus problemas y sus preocupaciones para dar lo mejor de sí mismo en el aula y un largo etcétera de cualidades y de aptitudes pedagógicas será sin duda también un perfecto referente y un maestro inspirador para los alumnos.
Cada alumno tendrá su propia historia y recorrido familiar, sus propias vivencias y experiencias y sus propios gustos. El maestro deberá conocer al alumno con el fin de transmitirle valores y emociones fundamentales que necesitará desarrollar para que la vida en sociedad y en convivencia sea adecuada y le haga feliz, sin dejar de lado su deber de enseñarle contenidos académicos importantes. La capacidad inspiradora del maestro permitirá al niño entender que los errores le servirán para aprender a superarse y crecerá sabiendo que no todo saldrá siempre como espera, aunque también puede aprender a ser feliz con lo que descubre y va encontrando en su aprendizaje.
Educar niños felices
Mi madre (mi mayor referente y la mejor maestra que yo haya podido tener) siempre ha dicho que educar es un gran reto al que nos enfrentamos los padres y los docentes cada día y no podemos dejar ese reto y esa tarea ni un instante, pues cada instante cuenta. En el caso de los docentes, a pesar de ser quienes acompañamos, guiamos, enseñamos y cuidamos, entre otras responsabilidades, los maestros también, y principalmente, educamos. Y es parte primordial de nuestro quehacer diario educar a los alumnos para que todas nuestras enseñanzas y saberes sumen a aquellas que son positivas y reciben de los suyos. Si lo conseguimos, lograremos ser parte de la rueda educativa de los alumnos que les formará como personas, y siempre llevarán impregnadas en su personalidad las experiencias y enseñanzas que aprendieron a nuestro lado.
Educar niños felices es muy gratificante cuando se vive la profesión y levantarse todos los días para ir al trabajo se convierte en “ir a disfrutar al colegio y también aprender de los alumnos”. Todos los días podemos enseñarles cosas a los niños, pero todos los días nosotros podemos también aprender de ellos y nutrirnos de su positividad y optimismo, de su honestidad, alegría y su cariño, de su humilde conocimiento y de su amor por el saber.
Los niños tienen el enorme poder de inspirar a todo aquel que se cruce en su camino y de llenarle de esperanza a través de su gracia particular y su tremenda creatividad y originalidad. Y, por supuesto, tienen la gran capacidad de hacernos felices, como maestros, con muy poco, y de convertir nuestros días grises en días más felices cuando nos dedican abrazos y mimos repletos de cariño. Por ello, proponerles actividades, retos y cuestiones o situaciones que les permitan sentirse felices o aspirar a conseguir sus metas nos hará felices a nosotros a su vez, pues sentiremos nuestra labor cumplida con amor y vocación.
Su adaptabilidad ante los conflictos y resolución de problemas, su enorme creatividad en momentos decisivos y su aplastante lógica en muchos momentos que no esperaríamos, enriquecen la labor del docente, quien cada curso conocerá facetas nuevas de sus alumnos y se sentirá también enseñado e inspirado por ellos.
Lidia Fernández Palacios
Maestra y Coordinadora de Educación Infantil en el Colegio Parque (Madrid)
Escritora de cuentos infantiles en el Área de Educación Emocional de la Editorial Infantil y Juvenil Babidi-bu. Acceso a su ficha de autor a través de este enlace: https://tienda.babidibulibros.com/autor/lidia-fernandez-palacios/
Posee blog propio en el que aborda algunos temas importantes en el desarrollo infantil y la educación: https://misslidiasn.blogspot.com/?m=1
Dedica su Instagram, @lidia.fernandez.palacios, a la Educación Infantil y la promoción de la literatura infantil, haciendo un extenso recorrido por las enseñanzas y experiencias vividas tras la publicación de su primer cuento infantil ¿Y si tú fueras pastel?
