Francisco Gil Craviotto: «Réquiem por el monumento a la Constitución»

En el momento de su demolición se dijo que, una vez terminadas las obras, el monumento volvería a ser instalado. Terminaron las obras, plantaron las ya mencionadas glicinias, volvieron a instalar las columnas y tejado del viejo abrevadero, hoy convertido en cafetería, pero la reinstalación del monumento a la Constitución quedó para las calendas griegas. Si alguien lo recordó nuestro Ayuntamiento hizo gala de su sordera. Ahora, suponiendo que tal monumento no haya ido a parar a un vertedero, es completamente imposible volverlo a instalar en donde estaba: su espacio ha sido ocupado por un grupo escultórico dedicado al flamenco, inaugurado a bombo y platillo hace en estas fechas poco menos de un año.

monumento-al-flamenco

Me parece que esta sustitución de un monumento por otro no es tan inocente como parece ni se ha realizado por azar. Recordemos lo que simbolizaba el monumento postergado: el poder emana del pueblo y el mandatario debe dar cuenta al pueblo de sus actuaciones. Algo que a nuestro alcalde parece que no le agrada recordar. Es indudable que, si hubiese sido fiel al espíritu de ese monumento, muchas de sus actuaciones hubiesen sido muy distintas. Un ejemplo: antes de destruir el sistema de autobuses que antes tenía Granada hubiese preguntado: ¿desean ustedes que el LACC (línea de alto cabreo ciudadano) sustituya nuestra red de autobuses? Solo en caso afirmativo habría cometido la destrucción de la red de autobuses. Otro ejemplo: la tala o destrucción de los árboles del cuartel de las Palmas y avenida de Andaluces. Otro más: el monstruo de Puerta Real. Omito otros ejemplos por no alargar.

estatua puerta real

Pero Torres Hurtado ha sustituido la pregunta al pueblo por el ‘ordeno y mando’ y los concursos de licitación por el compadreo y el amiguismo. El hecho de colocar, sin preguntar a nadie, la escultura del flamenco donde antes, metro más arriba o más abajo, estaba el monumento a la Constitución ya lo evidencia. Pero la cosa se agrava si tenemos en cuenta cómo se adjudicó la escultura que ocupa el espacio del antiguo monumento: nuestro Ayuntamiento, en lugar de convocar a concurso el monumento al Flamenco, en el que todos los escultores hubiesen enviado su boceto, optó por el encargo al ‘amiguete’. Y el escultor amigo, en agradecimiento, nos regaló el monstruo, exactamente igual que mi sastre me regalaba la corbata cada vez que le encargaba un traje. Nuestro alcalde, siempre olvidadizo del pueblo y cumplidor con los amigos, colocó el monstruo en el corazón de Granada: nada menos que en Puerta Real. Huelga añadir que para el monumento a la Constitución, que tanto le recordaba que el poder emana del pueblo y tiene un límite, solo quedaba una opción: el vertedero.

Nota: Este artículo de Francisco Gil Craviotto se ha publicado en la página 26 de la edición impresa de IDEAL del 07/01/2015

 

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