Juan Antonio Díaz Sánchez: «La Biblioteca Municipal Pública de Caniles»

Lee y conducirás, no leas y serás conducido.”

(Santa Teresa de Jesús)

Al escuchar o leer la palabra biblioteca, casi en un acto reflejo, se nos viene a la mente la más importante de España, sita en ese precioso edificio de la calle Recoletos de Madrid, la Biblioteca Nacional de España fundada por Felipe V en 1711 abriendo ésta sus puertas al año siguiente. Pese a los intentos llevados a cabo por la política ilustrada, propia de los ministros de Fernando VI y Carlos III, sobre todo; el acceso público a la cultura en España era paupérrimo. “En 1836, la Biblioteca dejó de ser propiedad de la corona y pasó a depender del Ministerio de la Gobernación, y recibió por primera vez el nombre de Biblioteca Nacional.”

Esta circunstancia se produjo por varios motivos, que principalmente fueron los siguientes, en primer lugar, porque la mayoría de la población, aproximadamente más de un 95% de la misma, era analfabeta. En segundo lugar, porque el acceso a los libros, sólo estaba al alcance de unos pocos, aquellos que tenían un alto poder adquisitivo –nobleza y burguesía acaudalada− y podían comprarlos o aquellos que se integraban dentro de las instituciones, que sí poseían, fondos bibliográficos en sus enormes bibliotecas: la Iglesia, principalmente en monasterios y conventos, y seminarios; Universidades y Colegios Mayores, Academias Militares y Escuelas Castrenses. También aquellos funcionarios y miembros de las instituciones culturales y económicas estatales, propias éstas de la centralización borbónica, como Reales Pósitos, Sociedades Económicas de Amigos del País, Sociedades Científicas, Reales Academias de la Historia, Real Academia Española (RAE), Reales Academias de Buenas Letras…

A partir de 1835 y 1836, tras la división provincial de España llevada a cabo por Javier de Burgos, en 1833. Se produjo la exclaustración conventual de las Órdenes Religiosas y posterior desamortización de la mayoría de los bienes del clero regular llevada a cabo por de Mendizábal. La finalización de la I Guerra Carlista tras el Abrazo de Vergara, producido en Oñate (Guipuzcoa), el 31 de agosto de 1839, entre los generales Baldomero Espartero (Liberales) y Rafael Maroto (Carlista); y la implantación del Estado Liberal bajo el reinado de Isabel II bajo las jefaturas de Gobierno de los llamados “espadones”.

Todo esto coadyuvó a crear la coyuntura propicia para que, en las recién creadas provincias españolas, en cuyas capitales floreció la alta y mediana burguesía, se fundaran bibliotecas provinciales de carácter público. A esto debemos de añadir las que, paralelamente, se crearon al albur de los Casinos Culturales, Ateneos, Liceos y Círculos de la Amistad, que eran de carácter privado y de uso exclusivo de sus socios; como ejemplo pondremos la maravillosa biblioteca del Ateneo de Madrid o la del Real Casino de Madrid. Pero, sin lugar a dudas, la más cercana de estas características, que tenemos a nuestra tierra, es la preciosa biblioteca inglesa, de estilo victoriano, sita en el Real Casino de Murcia. En Granada y su hermosa provincia, sólo son los recuerdos que quedan de las que poseyeron el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, el Liceo Accitano o el Casino Bastetano.

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A pesar de todos estos avances, que durante casi dos siglos, paulatinamente, se fueron dando en España para hacer más accesible la cultura al pueblo, el gran problema seguía siendo, en la práctica, el de casi una total carencia de instrucción (educación) pública. No vamos a realizar aquí un repaso por la historia de la educación en nuestro país −que es un tema apasionante, dicho sea de paso−, pero sí diremos, simplificando mucho la cuestión, que, prácticamente, hasta el advenimiento de la II República Española, el 14 de abril de 1931, fue la Iglesia Católica, a través de las distintas Órdenes Religiosas, la que llevó la mayor carga lectiva de la educación en España. Por supuesto, existió una red estatal de Escuelas Nacionales que, principalmente, desde las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, la “Pepa”, fundamentalmente, actuaba allá donde las escuelas religiosas no llegaban, es decir, a las zonas más rurales y hostiles, lo que hoy llamaríamos la España Vacía que en aquellos años, a comienzos del s. XX, no lo estaba. En el año de 1909, la comarca de Baza poseía 43.281 habitantes y 29 escuelas para instruir a ese volumen poblacional. A todas luces, era más que insuficiente.

La nueva España republicana fue muy consciente del gran problema que suponía las altas tasas de analfabetismo en la población y la práctica denegación de acceso a la enseñanza primaria, sobre todo, en las clases obreras, braceras, jornaleras y mineras, es decir, en el proletariado. Y es en este contexto, tras el fervor republicano por la instrucción pública, el cual en nuestra comarca se pone de manifiesto con el Instituto Nacional de Bachillerato de Baza (1929-1939) y cuyo máximo exponente fue don José Becerril Madueño, adalid de la educación pública y laica, y fundador de la primera biblioteca pública, que hubo en la Ciudad de la Dama, al amparo de dicho Instituto Nacional de Enseñanzas Medias. Por eso, en reconocimiento a esta gran gesta cultural, que le costó la vida, puesto que fue fusilado en las tapias del cementerio bastetano en los primeros días de septiembre de 1939 por motivos políticos, es decir por ser una persona de principios y fiel a sus convicciones republicanas y socialistas, el 8 de noviembre del 2017 se “bautizó” la Biblioteca Municipal Pública de Baza “José Becerril Madueño”. Dicha propuesta, realizada por Francisco Tristán García, Juan Hidalgo Cámara y un servidor, y canalizada mediante la moción que presentó Izquierda Unida al respecto, elevándola al Pleno Municipal de Baza para que la sometiera a debate y posterior votación, siendo aprobada la misma con los votos a favor de IU, PSOE, PA, C’s, la abstención del PP y ninguno en contra.

Rincón de la biblioteca para los más pequeños

Pues es, precisamente en este momento histórico cuando, más concretamente, siendo Ministro de Instrucción Pública el socialista don Fernando de los Ríos, se inició en la villa de Caniles, siendo alcalde de la misma el republicano radical don Joaquín Vidal García, paralelamente a la creación de nuevas escuelas mixtas y unitarias tanto en el casco urbano como en las aldeas, la fundación de una Biblioteca Municipal Pública:

…De conformidad con la Junta de intercambio y adquisición de libros para Bibliotecas públicas, y siendo propósito de esta Corporación dotar a Caniles de una biblioteca, aprovechando para ello el entusiasmo con que las Autoridades de la República estimulan el fomento de la cultura popular, se acuerda la fundación de una Biblioteca atendiéndose para ello a las reglas establecidas en el Decreto de 13 de Junio de 1932, a tenor de cuyas disposiciones, ya se pidió por esta Alcaldía el envío de libros a la Junta de referencia; para el adecuado conocimiento de este acuerdo se nombra vocal de la Junta de la Biblioteca Pública Municipal en representación del Ayuntamiento, al concejal Don Manuel Vidal García (…) Se acuerda adquirir con destino a esta Biblioteca Municipal, la obra «Ortografía al alcance de todos» por considerarla como obra necesaria para contribuir a la cultura general.” (Archivo Municipal de Caniles, en adelante, A.M.C., L-741, 01-07/01-12-1932, fols. 35vt. y 73rt.)

Finalizada la Guerra Civil, el primero de abril de 1939, España fue sumida en una dictadura militar, el régimen totalitaria del general Franco, de triste memoria e infausto recuerdo −cuyos tiempos, a día de hoy, preocupantemente, algunos añoran y otros desean−. Pues en Caniles al finalizar el año de 1943, siendo alcalde de la villa don Fernando Bocanegra Navarro, observamos cómo el consistorio canilero quería ampliar los fondos de la Biblioteca Municipal, aquella que se comenzó a conformar durante la II República, por lo que “del mismo modo se acordó por unanimidad facultar al Sr. Alcalde para adquirir de la Editorial Nacional del Estado y del Movimiento una Biblioteca compuesta de cien ejemplares y por el precio de mil pesetas más los gastos de envío.” (A.M.C., L-726, 20-11-1943, p. 95) La cuestión educativa no dejaba nunca de estar presente en la vida municipal por lo que “se acordó por unanimidad autorizar al Sr. Alcalde para solicitar del Instituto de Misiones Pedagógicas de San José de Calasanz una biblioteca escolar con destino a la Escuela número dos de niños de esta villa y para lo cual el Ayuntamiento abonará en el plazo de dos meses el armario para su conservación ya que la biblioteca compuesta de ciento cuarenta volúmenes es donada por dicho Instituto.” (A.M.C., L-725, 05-02-1944, fol. 6vt.)

Sala de lectura

A finales de la década de los años 60 del s. XX, ya iba siendo hora de crear un edificio propio, que albergara la Biblioteca Municipal Pública en Caniles, y para ello, el alcalde del momento, don Antonio Belmonte Torres, se dirigió a la Excma. Diputación Provincial de Granada “…en relación con la creación de una Biblioteca Pública en esta localidad se acordó por unanimidad: 1º) Conceder plenos poderes al Sr. Alcalde para que solicitara la creación de la misma. 2º) Conceder con cargo a los deudos municipales las siguientes cantidades municipales para el mensual sostenimiento de la Biblioteca: 10.000 ptas. para la adquisición de libros, 6.000 ptas. de gratificación del encargado de la misma, 4.000 ptas. para atender la calefacción, alumbrado y limpieza, 1.000 para la conservación del edificio y 1.000 ptas. para material de oficina. 3º) Que se formule una memoria geográfica, social y cultural de la localidad y que en unión de los documentos antes expresados se envíen con atento escrito.” (A.M.C., L-704, 09-08-1965, fol. 91rt.)

Pues como era de suponer, se hacía precisa la creación de un edificio de nueva planta para albergar a la Biblioteca Municipal, por lo tanto “era necesario ceder un solar para construir la referida biblioteca a favor de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas. El Ayuntamiento acordó por unanimidad la cesión del solar situado en la Avda. de Calvo Sotelo [antes llamado Paseo de Felip y, en la actualidad, Paseo Federico García Lorca] a favor de la citada Dirección General y que se instruya el correspondiente expediente.” (A.M.C., L-392, 07-03-1966, fol. 2vt.) Esto se hizo con el plan provincial, conocido popularmente, como Bibliotecas en los Parques. Ejemplos de lo que estamos diciendo los encontramos en la Biblioteca del Paseo del Salón de Granada o en la antigua sede que albergaba la Biblioteca Municipal de Baza que esta junto a la Alameda de Cervantes, el decimonónico parque principal de la ciudad bastetana.

Pasados seis meses de esto, “se dio cuenta de un escrito del Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, en el que se comunica a este Ayuntamiento la creación en esta localidad de una BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL, así como la del concierto suscrito por este Ayto. con el Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas de Granada y su Reglamento de Régimen interno y préstamos de libros. La Corporación manifiesta su gran satisfacción por esta decisión de los órganos superiores del Estado que no cabe duda repercute en el mayor bienestar y una mayor cultura de nuestro pueblo y en definitiva de la Patria.” (A.M.C., L-392, 20-08-1966, fols. 7rt. y 7vt.) Con el paso de los años, la Biblioteca Municipal Pública de Caniles fue trasladada a dependencias municipales, sitas éstas en torno a la Casa Consistorial de la villa hasta que, finalmente, se encuentra ubicada en la segunda planta de la antigua plaza de abastos, en un local totalmente acondicionado para ello y que es una auténtica maravilla.

Sabiendo que la Biblioteca Municipal Pública de Caniles, no tiene nombre, propuse al Ilmo. Ayto. de la Villa, que le fuera puesto el siguiente: BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CANILES ESCRITOR “FRANCISCO DOMENE”. Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que este canilero ha sido y es el escritor más internacional y laureado que ha visto nacer la villa de Caniles, al menos, durante todo el siglo XX. Y, por supuesto, la respuesta no se hizo esperar, la misma que fue tan “políticamente correcta” como trivial, insustancial, ambigua y banal. Por supuesto, no se le ha concedido dicho nombre a la Biblioteca de Caniles a diferencia de las bibliotecas de Baza, “José Becerril Madueño”; Huéscar, “Gonzalo Pulido Castillo”; Cúllar, “Maruja Fernández Lorente”… Pero, si este “olvido”, por llamarlo de alguna manera, me parece totalmente lamentable, las cosas siempre pueden empeorar.

Recepción de la actual biblioteca Municipal de Caniles

Desgraciadamente, lo que no es tan maravilloso –aunque su continente sí lo sea− es la triste y deleznable situación en la que se encuentra la Biblioteca de Caniles. Desde hace prácticamente dos años, es decir, desde que comenzó la pandemia, la biblioteca está totalmente desatendida por una persona que se encargue de ella, es decir, por un bibliotecario o bibliotecaria. Por descontado, la mayoría de los libros están colocados en los estantes pero desordenados y, evidentemente, muchos de los títulos, que componen sus fondos, deben de ser renovados o suplidos por otros de más actualidad puesto que se han quedado obsoletos y los libros desfasados deben de ubicarse en el depósito de la Biblioteca. Esto quiere decir que ésta precisa de una urgente actualización bibliográfica.

Por las tardes, desde el curso pasado (2021-2022) está siendo utilizada como aula del SEP “Casa del Agua”. Esta insostenible situación provoca el no poder utilizar la biblioteca para lo que es, es decir, como contenedor cultural de fomento a la lectura. Y decimos que no se puede utilizar porque si uno intenta acceder a la misma, en horario de tardes, interrumpe la docencia que allí se está impartiendo dentro del contexto de la Educación Permanente de Adultos, que antes se impartía en la Casa del Agua, sita en el Paseo de Caniles y, precisamente, por eso este aula del SEP se llama así.

Por supuesto, la Biblioteca Municipal Pública de Caniles, que es la principal institución cultural que posee esta localidad, hace que el acceso a la cultura, es decir, a los libros, sea un derecho incuestionable de todos los canileros y canileras. La democratización del acceso cultural, en el caso que nos ocupa a los libros y el fomento a su lectura, en cualquier sitio de España, ha de ser un derecho inalienable y no una “concesión graciosa”. Desde los primeros años de la II República hasta el año 2020, en la villa de Caniles, de una forma u otra, mejor o peor, según el signo de los tiempos, ha existido servicio público municipal de Biblioteca. Por lo tanto, como canilero, ruego encarecida y públicamente, al Equipo de Gobierno del Ilmo. Ayto. de Caniles, la reapertura inmediata de la Biblioteca Municipal, la atención de la misma por una persona cualificada profesionalmente para ello y, por supuesto, que dicha Biblioteca Municipal funcione para lo que fue creada.

 

 

 

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