Introducción
Esta HISTORIA DE ESPAÑA EN VERSO es un romancero que pretende evocar el pasado de nuestra patria, uno de los más apasionantes y categóricos en la Historia del mundo.
La HISTORIA DE ESPAÑA EN VERSO está escrita en romances porque “El romance es el río de la Lengua Española”, según afirmó nuestro premio Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez.
De la Lengua, de la Literatura y de la Historia, se puede añadir, pues si los cantares de gesta y los romances germinaron en las mesetas y bosques de la Épica, también surgieron, como las amapolas, entre los trigales de la Lírica y se humanizaron en el mar embravecido de la Dramática.
Más de la mitad de la Historia de España está registrada en los romances.
Si el romance fue la expresión poética popular de nuestros anónimos versificadores medievales y de los esforzados juglares, también las plumas más cultas de la literatura posterior y los poetas más insignes de todos los tiempos han rimado poemas en versos romanceados.
El romance es una forma poética compuesta por una serie indefinida de versos octosílabos que riman los pares en asonante, quedando libres los impares.
Quizás sea oportuno recordar que el poemario escrito en lengua española más traducido y divulgado allende nuestras fronteras es el “Romancero gitano” de Federico García Lorca.
Los cantares de gesta y los romances primitivos se difundían por transmisión oral.
Antes de inventarse la escritura, todo lo que se conocía era guardado en la mente; quienes ansiaban aprender algo se veían en la necesidad de escucharlo a otras personas y archivarlo en el disco duro de su propia memoria.
Cuando miles de años después de la aparición de los seres humanos en la tierra se inventó la escritura hubo que recurrir a transcribir en papiros, tablillas, pergaminos o legajos lo que estaba almacenado en el cofre de la memoria colectiva del pueblo.
La lengua escrita se nutre, desde su nacimiento, de la literatura oral memorizada.
Los romances derivan de los poemas épicos tradicionales y de la antigua poesía heroica. Cuando se recitaba un extenso poema los oyentes pedían al juglar que repitiese el fragmento más atractivo, el cual memorizaban y transmitían vía oral. Ello propiciaba la modificación de algunos versos. Dicha repetición podría equipararse con los bises musicales regalados al auditorio tras la interpretación de una pieza musical en el concierto. En aquella trasmisión oral se conservaron los romances antiguos hasta ser imprimidos una vez inventada la imprenta.
Los juglares medievales y el subgénero literario de los romances han constituido la piedra fundamental en la transmisión de nuestra literatura desde los tiempos del medievo a nuestros días. Incluso podría decirse que los propios reyes o personajes de la nobleza utilizaban a los juglares como periodistas de su gabinete de prensa para, en versos romanceados, difundir a viva voz aquellas noticias o hechos que, según sus intereses, debían ser conocidos por el pueblo.
Hasta la primera mitad del siglo XX era frecuente ver por los pueblos y caminos de España juglares modernos recitando, cantando y vendiendo en octavillas de colores los llamados “romances de ciego”, donde se versificaban los más diversos acontecimientos contemporáneos y antiguos. Romances que el pueblo escuchaba y adquiría con suma delectación.
Desde siempre se ha recurrido al romance, no solo para expresar lo épico-heroico, lo narrativo-novelesco, o lo lírico-intimista, como era habitual en los primeros tiempos de nuestra literatura sino también para plasmar cualquier género de creación literaria, de sensaciones o de espiritualidad.
Los romances, que fueron narrados y cantados por anónimos juglares en la Edad Media, continúan transmitiéndose en nuestros días, entre otros aspectos, por su facilidad para ser memorizados. Por tanto, los romanceros no pueden enmarcarse en una especialidad poética perteneciente a una determinada época. Son intemporales: imprecisos en su origen y sin fecha de caducidad.
Como hemos escrito párrafos atrás la mitad de la historia de España está escrita en romances y nos atrevemos a afirmar que para andar con un mínimo de soltura por las múltiples y diversas sendas de la literatura española dos son los caminos indiscutibles: el Romancero y el Quijote.
El Romancero, o los romanceros, constituyen una de nuestras más singulares herencias literarias e históricas.
- LAS TRIBUS IBÉRICAS (I)
Varios miles de años antes
de comenzar nuestra era
nómadas tribus erraban
por la Península Ibérica
ya que así lo han demostrado
los hallazgos de la ciencia
como el Homo Anteccessor
descubierto en Atapuerca.
Hablamos del Paleolítico,
la etapa más duradera
desde que el género humano
apareciese en la tierra.
De economía destructiva,
se refugiaban en cuevas
como la de Las Ventanas,
la de Nerja o La Pileta
o la cántabra Altamira,
dejando en todas sus huellas
con las pinturas rupestres
hermoseando las piedras.
Luego llegaría el Neolítico
que impuso costumbres nuevas
como pasar de ser nómadas
a cohabitar en aldeas.
Monumentos megalíticos,
la labranza de la tierra,
cerámica y ganadería
cultivadas con presteza,
economía constructiva
y leyes de convivencia
son nuevas formas de vida
que el Neolítico trajera.
El Vaso Campaniforme,
de arcilla con bandas negras,
fue coetáneo del metal
sustituto de la piedra.
Geógrafos e historiadores
de la antigua Roma y Grecia
son quienes nos aportan
las primeras referencias
de los pueblos primitivos
que habitaron en Iberia:
grupos heterogéneos
sin uniformidad étnica,
mil años antes de Cristo,
en la neolítica era,
recorrieron los caminos
de la península ibérica.
Al no existir documentos
todo lo envuelve la niebla
y solo la arqueología
nos aporta algunas pruebas
que descifren el pasado
y evidencien su existencia.
En lugares diferentes
se sitúa su procedencia
aunque no está demostrado
con absoluta certeza.
Esos grupos tan lejanos
en nuestras tierras se asientan,
íberos al este y sur,
al norte y centro, los celtas.
/Continua…/
Ver capítulos anteriores de
Profesor jubilado y escritor, autor de
‘Ortografía práctica del español’,
‘Ronda para niños’ (inglés),
‘Federico en su centenario’, ‘Las acacias del Macabe’,
‘Cervantes y Don Quijote’, ‘ La boca del infierno’
‘En la noche de San Juan’
y ‘Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal’
Comentarios
6 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «La Historia de España en verso: Las tribus ibéricas, (I)»»
Magnífico, qué placer leer tanto conocimientos escritos de forma especial.
Muchas gracias, Daniel. Un abrazo
Fantástico, da gusto leerlo .
Muchas gracias, María.
Es magnifica esa historia de España poetizada. Da gusto lerla…
Muchas gracias, Javier. Un cordial saludo