Poblado “dogon”, en Malí. Fuente: ABC.

Daniel Morales Escobar: «Una inesperada lección desde Malí»

Noviembre terminó con una sorprendente lección para mí. El último día del mes, en mi hora de guardia en el instituto, tuve que acompañar a un grupo de 3° de ESO, ya que su profesor –o su profesora, que ahora no lo recuerdo— había faltado. El caso es que fui con ellos al salón de actos, donde tenían una charla sobre los problemas de la migración.

En concreto, una joven marroquí y un chico maliense* estuvieron hablándoles de los motivos que les habían llevado a salir de sus países, de su experiencia al llegar a España y de las dificultades para adaptarse a nosotros. Mientras hablaban, alternándose en el uso de la palabra, la mayoría de los alumnos escuchaban interesados y tranquilos, aunque un grupito de cinco, sentados justo delante mía, me hicieron levantarme, cuando ya colmaron mi paciencia, porque su comportamiento estaba siendo el propio de niños de seis años y no el de adolescentes de quince. Les llamé la atención como hago en estos casos: solo recordarles la existencia del jefe de estudios, ver la expresión de mi cara y el gesto de mi mano debieron convencerles de que se avecinaba tormenta, porque sosegaron su actitud y «volvieron a su edad».

Poco después empezó un turno de preguntas a los dos intervinientes, que estaban acompañados de una tercera persona, española, para solventar posibles dificultades idiomáticas. De pronto llegó una de un alumno que captó totalmente mi atención. Iba dirigida al joven maliense o, al menos, él fue quien contestó. Y fue esta: ¿qué le había sorprendido más al llegar a nuestro país?

La traductora acompañante tuvo que aclararles que la pregunta se refería a las relaciones entre las personas, a las relaciones sociales. Quizás por ello, en esos breves segundos, mi curiosidad por la respuesta aumentó. El caso es que la esperaba con todas mis antenas conectadas y apostando a que sería la igualdad entre hombres y mujeres, de la que nos sentimos tan orgullosos, o algún otro aspecto de nuestra modernidad social y democrática.

Y llegó su respuesta. Lo que más le había sorprendido no era nada de lo esperado por mí, sino que «aquí no se respeta a los mayores y en su país sí». Menos mal que estaba sentado porque, si no, me caigo de culo. Me dejó estupefacto. ¡Asombrado! Pero también admirado. ¡Vaya lección nos había dado!

Pintura situada en Taverna Melina (Múnich). Foto: D.M.E.

Mi torpeza al reaccionar impidió que estallara allí mismo en aplausos. Y, cuando por fin salí de mi pasmo, levanté la mano pidiendo permiso para hablar. En solo unos instantes me incorporé –sobre todo en señal de respeto al destinatario principal de mis palabras– y, lo más alto y claro que pude, para que todos me oyeran perfectamente, le di la enhorabuena por lo que había dicho, añadiendo que estaba totalmente de acuerdo con él y que, en realidad, también aquí antes se respetaba a los mayores, pero que en unos pocos años esa correctísima costumbre se había perdido. Asimismo, le agradecí habernos dado una doble lección –de educación y de humildad–, y terminé afirmando que enseñanzas como esa eran una más de las razones para acoger siempre a todo el que quisiera venir a enriquecernos ¡moralmente!

*De Malí, país del norte del continente africano, entre Argelia, Mauritania, Níger, Burkina Faso,…

 

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Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor de los libros  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

y ‘En las tierras granadinas’ (Ed. Alhulia)

 

Daniel Morales Escobar

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