La presentación y publicación de libros tienen muchos efectos colaterales para los autores. Uno de ellos es que permite el reencuentro con antiguos amigos y conocidos a los que hace mucho tiempo no se veía. Este es el caso del profesor de inglés y licenciado en Derecho, Miguel Ángel Pérez Abad, que, tras jubilarse y ver la luz al otro lado del túnel, ha decidido dedicar su tiempo a tareas socio-humanitarias como voluntario de la Cruz Roja y a reunir en un libro (ya está terminando el segundo) los recuerdos de su infancia que transcurrieron en el pueblo de Cacín, uno de los pocos pueblos de España en los que todavía se puede ver una cabina de Telefónica.
Y hasta allí nos encaminamos en la tarde del miércoles, 24 de mayo, por el ‘chorizo’ de La Malá, y tras dejar atrás Ventas de Huelma y la cortijada de Ochíchar, comenzar a descender por la serpenteante carrera que nos llevaría hasta su pueblo natal. Objetivos: ver el salón de actos del ayuntamiento donde se llevará a cabo la presentación del libro, el viernes, 2 de junio (19:30 h) para lo cual nos estaba esperando su alcaldesa, Pepi Ramírez y hacer las fotos y vídeo en los escenarios de su infancia. Antes nos detuvimos en las ruinas del Cortijo del Amo pues él necesitaba algunas fotos para su Facebook. La cosa no pudo ir mejor pues, la casualidad quiso que Miguel Ángel se encontrase con los asiduos de ‘la Moncloa’, en la espaciosa plaza Manuel Almendros, a los que tuvo la oportunidad de invitar personalmente al acto. También a varias vecinas que salía de la iglesia tras los actos propios del mes de las flores, a las que también invitó. La cosa no quedó ahí, pues en su empeño en ir al puente para hablar del río y de las mimbres que le evocan bastantes recuerdos, de nuevo el azar quiso que el conocido tiktoker, El Patica, se encontrase paseando con su bicicleta en compañía de un amigo y, claro como su hijo, es un seguidor pues quiso aprovechar la ocasión para presentármelo y hacerse una fotos con él.
Pero a lo que íbamos. El cacineño se presentó de esta manera: «Miguel Ángel Pérez Abad y soy natural de aquí, de este pueblo de Cacín. Aquí a mis espaldas está la casa donde yo me crié», nos dice al tiempo que señala lo que fuera el domicilio familiar al tiempo que aclara que la vivienda en la que nació, la casa de una señora a la que apodaban Paquita ‘La Lucera’, se localizaba justamente enfrente, donde viviría hasta los dos o tres años. También nos cuenta que desde que falleció su madre en 2001 apenas ha vuelto a Cacín, tan solo esporádicamente por lo que esa vivienda cerrada representa el sino de la España vacía. Cuando echa la vista atrás, de la plaza de la iglesia recuerda su primera comunión y también el teleclub. «Este es un paseo que yo rememoro bastante en el libro que acabo de escribir que se llama la ‘Comacón. Cacín forever’», explica antes de añadir detalles de la actual iglesia que fue abierta al culto en1965. «Antes había una iglesia mucho más antigua que consta en algunas fotos donde había unos artesonados y una serie de riquezas que han desaparecido totalmente. Detrás de la iglesia había hasta un cementerio antiguo que también ha desaparecido totalmente y esta era la parte donde vivía el cura y ahí abajo había el tele Club el tele Club que cumplió una función fundamental en los años 70 y 80 como aglutinador de la juventud. Ahí hacíamos baile y nuestras reuniones. Ahí teníamos nuestro lugar de asociarnos y de socializar», nos comenta Miguel Ángel que de pronto se ha convertido en guía.
En este espacio también recuerda como en sus años infantiles celebraban el Día de la Calendaria que es como siempre se ha dicho en Cacín al querer referirse a la Candelaria, cuando se reunían los niños con sus ‘manchos’ que les hacían los abuelos que giraban y lanzaban hacia arriba con fuerza. «Los que teníamos suerte de tener un abuelo primoroso nos hacían los manchos completas y se llamaban ‘zorras’ porque le ponía una orejitas y la base todo de atocha de esparto seco, incluso rabo y patas. Rivalizábamos entre nosotros pegándole fuego el día 2 de febrero para tirarlos para
arriba para ver quien alejaba más. Era todo bastante controlado pero más de uno salíamos con los pelos chamuscados», cuenta con un rictus de nostalgia. Después vendría el encuentro con las vecinas y tras los efusivos abrazos les explica que es Miguel, de Pepico de Josefa. La Alfonsa le recuerda una anécdota de cuando le llegó la hora de ir al colegio y él se negaba porque no quería ir pues no sabía nada. A ellas les explica que no deben perderse la presentación, entre otras cosas, porque actuará el cantaor Pepe ‘Cuchillas’, «compañero de batallas musicales» de Miguel Ángel al acompañaba con la guitarra en alguna ocasión cuando tenían 14 o 15 años. Ella se empeña en contarle la anécdota de la primera olla exprés que llegó a Cacín y Miguel Ángel le anuncia que desconocía esa historia pero que formará parte de su segundo libro dedicado a Cacín que posiblemente llevará el título de ‘Cacín revisitado’ pues su empeño es poner su pueblo en el mapa.
Después se produciría el casual encuentro con José Ángel Peregrina, ‘El Patica’ que me presenta como «un chaval que no se cree nada, que hace las cosas muy naturales y que tiene un corazón que no le cabe. Así de claro cuando hablan de que vas por ahí por Granada compras bocatas en Lidl con lo que gana de Tiktok y lo va repartiendo a toda la gente que está pidiendo. Él vive del campo y vive de las aceitunas y no vive del cuento». Tras despedirle nos sigue contando curiosidades de lo que hacía siendo niño en el entorno del río entre otras cosas construirse arcos y flechas con las ramas de una mimbre cercana que puede tener «centenares de años». También relata cómo en la pradera que había al lado del río se reunía «una parva», un grupo de entre 40 y 50 (que contrasta con los 6 que este curso hay en el colegio, dos de los cuales pasan el próximo al instituto) y que armados de tiragomas se dedicaban a cazar pajarillos o cangrejos. «Todas estas cosas las cuento en el libro que acabo de publicar un libro que va sobre el pueblo y sobre sus habitantes, sobre los los usos y las costumbres de aquella época y la idea es no solamente poner a Cacín en el mapa sino también a que aquellos personajes tan épicos, legendarios como se ven en la distancia y en el tiempo no desaparezcan del todo. Que aquello no quede en el olvido».
De regreso a la plaza, frente al ayuntamiento, nos explica que el título tiene su explicación pues en Comacón ha fusionado Comala, el territorio onírico de Pedro Páramo de Juan Rulfo y Macondo de García Márquez, territorio mítico en el cual te puedes cruzar con muertos y vivos que conviven felizmente y tipos legendarios que había este pueblo y hacían cosas que ahora serían auténticas barbaridades pero que entonces eran lo normal en el pueblo. «Este tipo de cuestiones yo lo reflejo aquí -señalando el libro- con todo el cariño del mundo, de una manera literaria, con un hálito poético y dándole la dignidad que yo creo que ellos se merecen». Libro para el que reconoce ha contado con la colaboración de su familia y vecinos, «digamos que el 90% es verídico y un 10% de ficción». También que ha edulcorado algunos episodios que no son tan gloriosos ni airosos e incluso cambiado algún nombre. Libro con 32 capítulos incluyendo dos apéndices dedicados a los apodos y nombres del pueblo donde hay personas o ha habido que se llaman Fecex, Arterio, Eufrasia,… que a ellos les parecía totalmente normales. Y otro apéndice a vocabulario cacineño con vocablos que no existen en otros sitios y que ocupan ocho páginas.
Además de Pepi, la alcaldesa y Pepe, El Cuchillas, en la presentación el acompañarán Eusebio Pérez Gómez. Un historiador muy interesado en el patrimonio cultural artístico del pueblo y Juan Naveros, catedrático de Lengua y Literatura y escritor, al que califica de «auténtico fanático de Cacín», pues también es natural de este pueblo. Miguel Ángel promete que el público no quedará defraudado pues ‘El Cuchillas’ alguna de las coplillas de carnavales y otras de tradición oral que se recogen en el libro. Para terminar reproduciremos aquí la dedicatoria de este libro:«A todos esos personajes de fustes telúricos y homéricos, que, con su fulgor conformaron mi infancia, adolescencia y juventud, proveyendo el escenario perfecto: Cacín, mi pueblo. Y, entre ellos, en lugar preminente, mis padres y hermanas. A mi señora esposa, por su paciencia. A mis hijos, para que no pierdan de vista sus orígenes. Y a mi familia en general». Como siempre digo, un autor se retrata en la dedicatoria de su libro, especialmente el primero, pues como me gusta afirmar, dime a quien le has dedicado tu libro y te diré como eres.
Por cierto, Miguel Ángel estuvo seis años en Australia de Asesor Técnico docente de la Embajada de España en Camberra (de 1997 a 2003). A su regreso estaría cinco en la Delegación de Educación de Granada, como asesor jurídico, (2003-2007), tras los que volvería a marcharse al extranjero, concretamente a EE UU, donde permaneció otros cinco como Agregado de Educación, diplomático, de la embajada de España en EE UU, con sede en Los Ángeles (de 2007 a 2012), como Cónsul de Educación. A su regreso impartiría clases como profesor de inglés en el histórico instituto Padre Suárez hasta su jubilación en septiembre de 2018.
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