Como no podía ser de otra forma la entrevista se lleva a cabo junto al monolito dedicado a Ruiz Carnero, en la calle de San Matías, que ocupa ese espacio que décadas antes acogiera la redacción del rotativo granadino y que el 14 de abril de 2002 se erigió en homenaje “a la memoria de todos los periodistas muertos en defensa de la Libertad y la Democracia”. Aquí como testigo mudo asiste al relato de hechos que las páginas del libro recogen como testimonio de muchas muertes anónimas, sin sentido, y que, gracias al periodista y al valor de su sobrino quedarán para la historia. De entrada nos cuenta que “esta simbólica plaza me trae un recuerdo muy emotivo porque aquí fue donde estuve con Jesús Fuster Ruiz, sobrino del periodista Constantino, al que le dedico el libro por su lealtad a la memoria de su tío”.
Después nos va relatando detalles de la publicación y de las novedades que ha incorporado a la nueva edición. La primera salió a la luz en 1988 fruto de su investigación en la hemeroteca de toda la obra periodística de Ruiz Carnero (artículos, columnas periodísticas, editoriales,… ) a la que añadió “el lado más íntimo y familiar”, proporcionado por su sobrino, “un gran documentalista que pasó toda su vida reuniendo y analizando toda la obra y documentos, gracias a locual se pudo hacer esta biografía”. Para la segunda edición ha tenido la ocasión de encontrar el Expediente de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero del 1939 que se aplicaba a todos los desaparecidos en la guerra civil española y que en Memoria Históricas denominan “las farsas judicicales, ya que era un tribunal que abría un expediente de investigación para justificar su asesinato o lo que es lo mismo para hacer la acusación oficial. Se pedían informes a la policía, a la guardia civil, al cura y testigos para que todos ellos declarasen cómo era el periodista y, claro, todo era informes negativos”.
Informes que en el caso de Ruiz Carnero convirtieron en delito el haber sido alcalde por Izquierda Republicana o director de un periódico de extrema izquierda por lo que finalmente terminaría acusado de «ser el autor moral de la violencia marxista que se produjo antes del golpe militar». A ello Vigueras añade la pretensión de hundir económicamente a la familia y en la sentencia dictan la pérdida total de bienes lo que se traduce en la apertura de una investigación en siete entidades bancarias granadinas para embargarle cualquier cuenta corriente. “Al final lo único que descubren es una cuenta corriente de 7,85 pesetas. Una gran fortuna para lo que además movilizan a siete juzgados. Un despropósito judicial mediante el cual pretendían dar apariencia legal a aquel asesinato que había cometido”, ironiza antes de añadir que lo más lamentable es que después de fusilado intentan aplicarle la ley de responsabilidades políticas con carácter retroactivo “lo cual vulnera los principios más elementales del Derecho, agravado en estos casos, puesto que los acusados ni siquiera puede defenderse, no pueden ofrecer argumentos para su defensa. Ellos lo saben pero aún así mantienen la farsa judicial”.
Fusilar el cadáver
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Tras el cierre del Defensor (20 de julio) una semana después llegaría la detención de su director. De nada sirvieron las gestiones para ayudarle del entonces director de IDEAL, Santiago Lozano y Moreno Dávila, presidente de la Asociación de Periodistas que también intenta interceder por él ante el implacable José Valdés. Seguidamente cuenta los luctuosos hechos sucedidos y cómo gracias al permiso carcelario aportado por su sobrino para que la familia pudiera visitarlo en la prisión provincial se sabe que el 6 de agosto de 1936 aún estaba vivo y que fue a partir de esa fecha cuando pasa a ser un desaparecido. “Ahora por fin sabemos que lo fusilaron el 8 de agosto en la primera saca que hubo en la prisión provincial como represalia por los bombardeos. Ese día salió junto con otros 20 presos republicanos los suben al cementerio y allí le fusilan. Cuando llegan ya estaba muerto por los golpes brutales que le habían dado en prisión pues le habían roto las gafas e incrustado los cristales. Le habían negado la asistencia de un médico pese a que estaba agonizando”, explica para concluir “cuando llega al cementerio ya había muerto y aún así fusilan el cadáver. Así murió un periodista amante de la verdad y valiente para contarla”.
En el libro Vigueras cuenta la historia de este periodista desde su llegada a Granada procedente de Torredelcampo (Jaén) y sus inicios con Pedro Mesa de León, director del ‘Noticiero granadino’, el desarrollo de su conciencia sindical ya que, entre ambos, fundan la Asociación de Periodistas de Granada al estar descontentos con la Asociación de la Prensa de Granada que en aquel momento representaba a los empresarios mientras que los plumillas vivían en una gran precariedad laboral. Después llegará su entrada en ‘El Defensor de Granada’, del que llegaría a ser su director y que convertiría en el más avanzado de su época al dotarlo de tecnologías más avanzadas de la época “llegando a ser competitivo con los poderosos rotativos madrileños y consiguiendo ser el más leído por los granadinos”. Igualmente descubre al Ruiz Carnero, maestro de la ironía por sus ‘Siluetas de día’, sección que gozaban de gran popularidad, pues el periodista tenía una máxima por la que afirmaba que «la ironía es un arma terrible cuando se utiliza con finura y sagacidad. Es el patrimonio de las personas inteligentes”
También nos descubre a este hombre polifacético, autor de novelas y obras de teatro y difusor de las primeras obras de García Lorca con el que mantenía una gran amistad y al que también defiende, por ejemplo, cuando representa ‘Yerma’ que le valió “una campaña de acoso terrible pues las derechas la consideraba inmoral y anticatólica”. Figura que ha sido olvidada y recuperada del olvido, primero con una discreta calle en el Zaicín, luego vendría el monumento de la calle San Matías en el que no descartan que algún día se pueda colocar un busto o escultura pues se ha convertido en un símbolo de la defensa del derecho a la información o de la denuncia del asesinato o secuestro de periodistas y un premio que lleva su nombre. Junto a él este libro recoge la historia de otro periodista del Defensor, Eurfrasio Martínez, Martinet, pionero del deporte en Granada e introductor del periodismo deportivo que hasta entonces no existía. “Este se va a la olimpiada popular de Barcelona cuando ocurre el golpe militar y al no poder detenerlo encierran en la Cuesta de San Gregorio y torturan a su mujer que es finalmente fusilada en Víznar, como represalia al no haber podido detenerlo a él, e igualmente detienen a su hermano que no había hecho nada. Esto lo sabemos gracias a otro sobrino valiente Antonio Martínez Maldonado”, explica Vigueras quien hace suya la frase de Constantino en la que afirma que “la pluma debe servir para algo más útil, más fuerte, más vibrante que trazar notas de color y emborronar cuartillas. Ha de formar el alma del pueblo».
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