La segunda, porque ya he visto otros montajes suyos con alumnos de los distintos centros por los que ha ido pasando, y siempre me han gustado. Fui a verlos en el Teatro Maestro Francisco Alonso de Granada, el 21 del corriente, y me convenció. Sí, me convenció. La obra es corta, pero más corta se me hizo pues, durante toda la representación, creo que no cambié de postura. Primero, la presentación. La hizo él, José Luis, y fue completa, mostrándonos época, autor, obra y su influencia en el teatro posterior, más algunas citas sobre el juicio que la obra de Buero ha suscitado. Pero fue la forma de hacer esa presentación lo que más valoro. José Luis es pintor y sabe cuidar el detalle. Como lo hizo. Salió al proscenio vestido de elegante traje negro, llevaba un papel en la mano –que no consultó- y nos habló –de memoria, durante largos minutos- con la impecable dicción de quien conoce el sortilegio de las palabras. Me encantó su presentación.
A continuación, dio comienzo la representación de la obra. El vestuario, diseñado por él y confeccionado con acierto, (José Luis dice que ‘pobre’ por lo de siempre: falta de subvención) bastaba para trasladarnos a la Palestina de Jesús. Y empezó la acción. Desde una imaginaria placeta, la criada contempla y comenta la escena evangélica de la mujer adúltera, mientras otra adúltera, su señora, le encarga llevar recado a su amante de que el marido se ausentará unos días que le promete de delirio; la clase biempensante, rodeada de curiosa caterva, que, maliciosa, atosiga a Jesús para que resuelva el caso de la adúltera; el Maestro que, sereno, se inclina para escribir en el suelo; y el subsiguiente desfile de los acusadores cuando ven, descubiertas sobre la arena, sus más recónditas ‘interioridades’.
Todo eso -que no vemos- lo hacen creíble los personajes con sus palabras y sus movimientos por la escena, actualizando así el drama cotidiano de una sociedad hipócrita que condena en los más desvalidos lo que ella se permite con absoluta impunidad.
Buen trabajo, chicos. Magnífica labor, José Luis. Así se educa. Tal vez dentro de algunos años, esos alumnos tuyos hayan olvidado muchas cosas de las que están aprendiendo en los libros; pero no las vivencias que esa representación les ha hecho atesorar ni tu abnegada dedicación llevándolos por el noble camino del arte. ¡Chapeau!
(*) Antonio Robles Ordóñez. Catedrático de Enseñanza Media.
Para saber más de esta representación se recomienda visitar el blog LAS PALABRAS EN LA ARENA