Lo acabo de leer y me parece como si fuese una predicción del oráculo de Delfos para las inmediatas elecciones generales: “Miedo al vacío, miedo a no-ser, vértigo ante la inanidad; en el arte, necesidad de que todo espacio esté “relleno” de algo. (…) Miedo al silencio”, Ignacio Pérez Sarrión, administracionpublica.com
No sé el resultado que arrojarán las urnas –en principio y sin pucherazos– fieles a la voluntad popular. Tampoco sé los “bordados” que, unos y otros, tendrán que hacer –después– para alcanzar el Olimpo politiquero… Lo que sí sé es que tenemos que ejercer nuestro derecho ciudadano al voto, sean cuales sean nuestras creencias políticas (eso sí, sin traicionar a nuestra conciencia social).
Y aún entendiendo que, como en todo, se pueda plantear la pretensión legítima de alcanzar el “aurea mediocritas” (la virtud está en el centro), alejándose de los excesos y acercándose a la armonía, no debemos olvidar tampoco que se trata de un asunto que no tiene excepciones familiares, de amistad o partidistas. Todo lo contrario: ha de ejercerse, al menos, como forma de respirar adecuada y libre.
A estas alturas, y repasando los últimos acontecimientos vividos –ya sabéis que soy partidario acérrimo de la “revisión selectiva” para no volver a cometer los mismos errores–, como vecino de esta bendita tierra, no puedo sino alzar mi voz en solicitud de concordia, avenencia, solidaridad…, a modo de la armonía que cualquier grupo musical desea alcanzar.
Recordatorio –ya que, por desgracia, los consejos no siempre son bien aceptados–, que siendo extensivo a todos nosotros, dirijo especialmente a aquellos que, en su perturbado afán egoísta de carácter político-económico, no son capaces de asumir que ninguno poseemos la verdad absoluta y que nuestro fin primordial no es otro que “servir” con acento global, en lo cercano y en lo distante, sin egocentrismo, codicia o ambición.
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de
Ramón Burgos
Periodista