En octubre del pasado año se aprobó la Ley de Memoria Democrática que viene a sustituir a la Ley de Memoria Histórica del año 2007. La ley de memoria democrática declara la ilegalidad de los tribunales franquistas de excepción y la nulidad de sus sentencias, poniendo en el centro de la acción política a las víctimas. Este reconocimiento a quienes padecieron persecución o violencia por razones políticas, ideológicas o de creencias religiosas, durante la guerra provocada por el alzamiento militar y la posterior dictadura, les otorga el derecho al reconocimiento y la reparación personal.
El último paseo
Como cada 18 de agosto he recorrido, junto a un nutrido grupo de personas, el paseo que va desde la antigua Colonia al Barranco de Víznar. Esa marcha popular quiere recordar que, en esa fatídica noche, fueron asesinados los banderilleros anarquistas, Francisco Galadí y Juan Arcollas, el maestro de Pulianas, Dióscoro Galindo y el poeta Federico García Lorca. Como cada año también se repone el cartel que conmemora ese “último paseo”, ya que los grupos de extrema derecha lo arrancan de inmediato. En esta ocasión, ha durado apenas una semana.
Catorce han sido las asociaciones memorialistas convocantes del acto que, ha contado este año, con la incorporación de la asociación de mujeres El Cuzco de Viznar. El periodista Francisco Vigueras se dirigió a los presentes, recordando que tenemos que defender, ahora más que nunca, la ley de Memoria Democrática, ante el riesgo que suponen los ataques de la extrema derecha que plantean su derogación, tal como hemos podido comprobar en las pasadas elecciones generales.
Una vez en el anfiteatro del Barranco nos dirigió unas palabras Daniel Quiroga, miembro del equipo de arqueología que está llevando a cabo las exhumaciones de fosas, durante las tres últimas campañas en ese lugar. Se cree que en este paraje puede haber sepultadas unas cuatrocientas víctimas, entre las que se ya se ha podido identificar fehacientemente, a Agustina González, conocida como “La Zapatera”.
Agustina González, la “Zapatera”
Ha sido la asociación de mujeres de Víznar, la que ha propuesto este año, honrar la figura de esta valerosa mujer que rompió barreras de todo tipo con su lucha y actitud social. Nacida en el Albaicín, era hija del dueño de una zapatería en la calle Mesones, lo cual le permitió disponer de cierta independencia económica e instrucción. Fue una gran lectora, escribió varios libros y obras de teatro, participó en política y se relacionó con los ambientes culturales de la ciudad, entre los que se encontraba Federico. Se cree que, el personaje lorquiano de La zapatera prodigiosa, estaría inspirado en ella.
Su valentía, su gran libertad de conciencia, así como su manera de reivindicar parcelas de libertad para la mujer, chocaron frontalmente con la conservadora sociedad granadina del momento que, consideraba su actitud, como un gran desafío moral. Recibió por ello, furibundos ataques y hasta su descalificación por loca. En los primeros días del golpe de estado fue apresada y de inmediato asesinada por Trescastros, el mismo personaje fascista que, se jactó en su momento, de haberle dado a Federico, dos tiros en el culo, por maricón.
Buscando a Federico
Desde los inicios de la democracia se ha estado buscando el cuerpo de Federico, así como el de centenares de asesinados y asesinadas, en los parajes entre Víznar y Alfacar.
La primera búsqueda se produjo en el parque de Alfacar que hoy lleva su nombre, cuando unos obreros que estaban trabajando en la construcción del mismo, encontraron unos restos óseos que se recogieron en un saco y cuyo destino no se conoce a día de hoy. Este hallazgo coincidía con lo recogido por el escritor Ian Gibson que, según el testimonio de Miguel Castilla, los restos de Lorca, el maestro de Pulianas y los dos banderilleros, fueron enterrados en el lugar donde hoy está el parque. Sin embargo y, tras la noticia de la aparición de los restos óseos, se realizó pasado algún tiempo una búsqueda en el lugar, sin éxito.
Con posterioridad se realizaron excavaciones en lo que fue el antiguo campo de instrucción de las tropas golpistas en Alfacar, debido a lo que habían escrito en su día el periodista, Eduardo Fajardo y posteriormente el historiador, Miguel Caballero. Tras unas excavaciones bastante extensas, realizadas incluso con maquinaria pesada, tampoco se encontraron restos alguno.
En esa misma zona, llamada El Caracolar, desde antiguo se conocen testimonios sobre la posibilidad del enterramiento en torno a tres olivos que se encuentran al lado de la carretera. Recientemente se ha excavado en dicho lugar sin éxito.
Finalmente, se está excavando en el lugar conocido como el Barranco de Víznar, donde sí que se conocía desde años, la existencia de restos tras la realización de distintas catas. Desde hace tres años se están llevando a cabo excavaciones con fondos aportados por varias administraciones, fondos que han ido aumentando progresivamente, desde la reciente aprobación de la ley de Memoria Democrática.
Las exhumaciones del Barranco de Víznar
El equipo de antropología que está realizando las excavaciones en el Barranco está compuesto por doce miembros pertenecientes a la Universidad de Granada. Hasta la fecha han recuperado ochenta y nueve cuerpos en un total de doce fosas. Quedan para la próxima campaña otras más en las que, seguramente, se encontrarán muchos más restos. Se cree que en esta zona están enterrados varios centenares de víctimas.
Tras el último paseo he tenido la oportunidad de acercarme al lugar de las excavaciones y entrevistar a varios miembros del equipo que trabaja sobre el terreno. Amablemente me fueron explicando todo el proceso de exhumación y el riguroso protocolo científico que conllevan las exhumaciones. El levantamiento de la tierra se va haciendo de una manera muy cuidadosa y sistemática. Cuando llegan al nivel de los restos, se procede a una intervención más minuciosa. Se van realizando planimetrías fotográficas para tener la visión de conjunto antes de ir retirando cada cuerpo. Los restos que se encuentran en primer lugar son los últimos que se echaron a la fosa. Cada cuerpo se va limpiando y depositando en bandejas separadas. En todo momento se va realizando un registro del estado de los huesos, de las fracturas, orificios de bala y de los objetos asociados a cada víctima.
Cuando abandoné la zona de las exhumaciones, sentí melancolía, pero al mismo tiempo, una cierta paz de espíritu. No pude evitar la emoción sentida, al ver los cráneos atravesados por proyectiles, e imaginar el terror que habrían sentidos aquellos hombres y mujeres en los momentos previos a sus asesinatos. Sin embargo, me reconfortó saber que estas excavaciones van a seguir y que, con la ley en la mano, esas víctimas van a tener: Verdad, Justicia y Reparación.
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