La verdad, nunca supe si era de la época Fenicia, Medieval o Árabe, lo cierto es que vivió su esplendor durante el periodo nazarí.
Siempre me gustó la historia de las princesas prisioneras, albergó, además, un palacio real para descanso que también sería utilizado como prisión real. Según las crónicas, varios fueron los monarcas que padecieron prisión entre sus muros: Yusuf III, Muhammad VIII el Pequeño, Muhammad IX el Zurdo, Abu Nasr Sad y Muley Hacén.
Dependiendo de los Alcaldes sucesivos así ha sido también su uso, hasta llegar al estado lamentable que se encuentra ahora. Fue lugar de celebración de Fiestas, el famoso Lucero del Alba, fiestas patronales, conciertos, nuevas tendencias, etc. incluso tuvo como inquilino durante un tiempo al famoso León.
Sigo esperando y no acude nadie, tal vez sea verdad lo que leí un día en la prensa, era una esquela mortuoria muy bien orquestada con su R.I.P y todo por el Castillo de Salobreña y su dejadez por parte de las sucesivas administraciones.
Pienso y no me equivoco, lo tremendo que era cada vez que se organizaba algo en su recinto, venía gente de todos los pueblos de la comarca e incluso bajaban desde Granada. La fila de coches se hacía palpable ya desde la Pontanilla, Puerta de la Villa, el Brocal, Calle Antequera, etc.
Todos disfrutábamos y más aún la envidia que éramos para los motrileños, que siempre han envidiado nuestra playa, nuestra vega y nuestro Castillo que por su enclave y paisajes han propiciado que sea uno de los monumentos más visitados de la Costa Granadina.
Recuerdo la última vez que estuve dentro, fue no hace mucho y tuve casi la misma mala suerte que hoy, solo que en esa ocasión llegué a la 1,30 horas y venía acompañado de nueve amigos a los que les había vendido la idea de la séptima maravilla, como siempre exagerando, y que no podían perderse el visitar.
Pues bien, con la poca amabilidad que se puede expresar, me dijeron que solo teníamos 30 minutos para verlo, eso sí pagando más de 20 Euros. Una vez recorrido al toque de corneta y rapidísimamente, mis amigos valoraron mucho más las vistas que el propio recinto. Au Revoir.
Ya me estoy cansando de esperar, es lamentable tener un bien de interés turístico nacional y tenerlo casi siempre cerrado y lo que es peor en mal estado.
Pon, pon, pon, vuelvo a llamar por última vez y como nadie contesta, me voy escaleras abajo para ir a tomarme unos vinos al Bar Pesetas que éste sí que está abierto, limpio y aseado.
Texto y fotos: Antonio Luis Gallardo Medina
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