-¿Cuáles son las principales actividades que están realizando en el marco del Plan de Igualdad entre hombres y mujeres?
-En primer lugar, se realizó un diagnóstico del centro, es decir, cuál es la presencia femenina y la masculina y, sobre todo, qué puestos ocupan las mujeres y los hombres. Me refiero, por ejemplo, a la proporción de mujeres que ocupan jefaturas de departamento y puestos directivos en relación con los hombres. También se han diseñado materiales didácticos para trabajar en las horas de tutorías, así como charlas, un taller de manualidades, concursos y exposiciones relacionados con la violencia de género, el voto femenino, la presencia de las mujeres en los altos cargos de gobierno, entre otras cuestiones.
-¿Qué incidencia está teniendo en la comunidad escolar?
-El tema que nos ocupa es algo que necesita tiempo para ser desarrollado y afianzado en la comunidad escolar. Por lo pronto, estamos consiguiendo abrir los ojos de nuestro alumnado a una realidad que les es más cercana de lo que creían y también intentamos llegar al profesorado, por supuesto. Además, se trata de una temática que sirve de motivación para muchos alumnos y alumnas, así como una manera de educarlos de forma integral, interdisciplinar y en valores, además de los conocimientos científicos que adquieren.
-Qué tipo de actividades son las que más llegan a los alumnos y alumnas y las que más les sorprenden?
-Las originales y las que les permiten involucrarse en el tema que se trate. Por ejemplo, el certamen de relato breve y el de posters que realizamos sobre la violencia de género porque los mejores reciben un premio y un reconocimiento por parte del centro y el alumnado. Pero quizás la que más ha sorprendido y gustado ha sido la realización de un corto en colaboración con la asociación Akiba sobre estereotipos. La razón está clara: es un proyecto novedoso, que implica trabajar con medios audiovisuales y ellos y ellas son los protagonistas. Además, fuimos con los participantes a unas jornadas donde se proyectaron todos los cortos realizados, con lo que se sintieron muy satisfechos y motivados.
-¿Tienen más disposición los alumnos que las alumnas, o viceversa, a participar?
-La verdad es que no estamos encontrando diferencias en ese sentido porque para todas las actividades organizadas con una participación voluntaria, como los talleres o el corto, hemos recibido más o menos la misma afluencia femenina y masculina; eso es un aspecto muy positivo.
-¿La educación en los centros educativos es fundamental para poder erradicar la desigualdad en cuestiones de género?
-Por supuesto. Es fundamental porque tanto los roles de género como los estereotipos femeninos y masculinos se adquieren a lo largo de la infancia y adolescencia a través, por ejemplo, del entorno que rodea a nuestro alumnado o los medios de comunicación. Hacer ver esos sesgos de género, identificarlos y modificarlos es una tarea difícil y a largo plazo, por lo que cuanto antes actuemos más fácil será el camino. Está claro que la educación es el medio para llevar a cabo esta tarea y siempre apoyada en las familias y el entorno de chicos y chicas.
-¿Qué papel deben jugar las familias en estos programas?
-El papel que deben realizar las familias debe ser activo y siempre en consonancia con la labor de los centros educativos, es decir, no debe ser una labor sólo desde una de las partes, sino algo complementario, conjunto y en la misma dirección. Por eso, nuestra intención es ir llegando poco a poco a las familias e intentar plantearles la identificación de roles o estereotipos, de manera que la educación que sus hijos e hijas reciben se vea complementada con la actuación familiar. Es importante que las familias apoyen a nuestros alumnos/as en los proyectos en que se embarcan, así como animarles a seguir en esa dirección.
-¿Qué es necesario mejorar y reforzar en este programa y en general
para lograr esa igualdad plena?
-Creo que donde hay que actuar mejorando y reforzando es, en general, en la sociedad, más que en un plan concreto. A fin de cuentas, la sociedad está conformada por nosotros mismo, es decir, los docentes, así como nuestros alumnos y alumnas y sus familias; de ahí que el centro escolar sea la pieza clave desde donde se debe trabajar en pos de la igualdad. Además del trabajo que realizamos con nuestro alumnado y, a través de ellos, con las familias, debe estar siempre respaldado por las directivas de los centros, que deben apoyar al máximo este tipo de planes y programas, así como otros que forman en valores y que complementan la tradicional educación basada en la adquisición de conocimientos científicos y teóricos.