Uno de los campos de la filatelia es el de enseñar y, al menos, hasta que las cartas dejaron de circular con sellos [apenas llegan medio centenar al año, cuantitativamente no supera el 2% de lo que cae en el buzón de casa, aunque CORREOS siga emitiendo más facial que nunca, incluso TU SELLO, un invento para succionar del ego de la sociedad de nuestro tiempo, pagas tres veces el teórico valor liberatorio si es que lo llegas a usar] era una época en la que se cumplía esa máxima de la filatelia: Ciencia Auxiliar de la Historia.
El mundo de los alfabetos es apasionante y permite intentar comprender otras realidades que, desde la perspectiva de la distancia, no siempre tenemos la oportunidad de entender y participar de muchos de los hechos culturales que los sellos nos transmiten. Es cierto que si viajas a China [o cualquier otro lugar que no tenga el alfabeto que nos es familiar] la cosa se complica y tendrás que valerte de otros sistemas de orientación para no extraviarte ante un mundo tan diferente, culturalmente, al nuestro y, quizá por eso, tan apasionante.
En esa perspectiva cultural hay que encuadrar la emisión de los ocho valores [cada hoja lleva dos bloques o series separadas por una tira o semáforo de cinco viñetas sin valor postal] de seis NT$ con los símbolos o fonemas del idioma Mandarín [no es la única lengua de la inmensidad china] que, vistos de izquierda a derecha, nos parecerán jeroglíficos y, sin embargo, tienen su explicación y correspondencia a las letras que ya no nos serán tan desconocidas.
Personalmente esta emisión me volvía a unos momentos de mi vida donde era insignificante ante la máquina que tenía delante, o sea cuando me dejaban el ordenador programado en el idioma más hablado del mundo, sobre todo los primeros días de uno de los tres años que viajé por el país, realmente criptográfico pero, al tocar una de las teclas de función, automáticamente tenías el teclado universal y ya podías narrar tu crónica de viajes que, a miles de kilómetros de la sede central de la radio, sería enviada cada tarde a golpe de clic.
Veamos lo que nos deparan los citados efectos postales que apenas tienen un facial equivalente a 1 céntimo de euro, el símbolo es la letra que estudian los críos y el nombre es el que sirvió al artista para inspirarse con esta sencilla pero didáctica serie que, suponemos, tendrá continuidad en el futuro.
b) Beitou [Fuente termal, me recuerda al Balneario de Alhama]
c) Piugxi [Linternas en el cielo, uno de los festivales más tradicionales del país]
m) Magong [El puente del arco iris de Xiying]
f] Fulí [Flor lila amarilla de larga duración]
d) Donggang [Atún azul]
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t) Toufen [Flor de tung, del árbol Vernicia fordii]
n) Nangan [El túnel 88]
l) Lugu [Ceremonia del té]
g) Guanyin [Flor de loto]
k) Kouhu [Preparación de las huevas de salmonete]
Ya tenemos diez letras que identifican otros tantos caracteres de ese idioma milenario tan rico y diferente al español. Esas piezas postales comenzaron su andadura postal el 20 de marzo de 2023, fueron emitidos en pliegos de veinte efectos en papel fosforescente y diseñados por la UP Creative Design Advertising Corporation, la tirada total fue de 600.000 ejemplares.
Ahora que tenemos los datos básicos ya podemos comenzar a entrar en su estudio para ubicarlos temáticamente. Si miramos la equivalencia en español, descubriremos que podemos incluirlos en diferentes campos de la filatelia, desde las aguas medicinales o terapéuticas a la gastronomía, pasando por la flora, fauna, recursos marinos, bebidas o incluso los frutos tóxicos que es el efecto que recoge la flor de tung [también está ampliada en el margen superior derecho del pliego], se trata de un árbol de gran porte pero de consecuencias fatales si se ingiere alguno de sus frutos, una especie que hoy en día se ha expandido por todo el orbe pero que mucha gente ignora las mortales consecuencias si se come uno de esos frutos [parecido a una nuez].
Deberemos ir con cuidado cuando nos encontramos con especies que desconocemos porque las consecuencias son letales para el que las consume. Teniendo en cuenta la facilidad de los viajes, la expansión de determinadas especias y los cultivos industriales a nivel planetario [luego nos quejamos por la falta de agua o la desertización que provocan determinadas especies trasplantadas a suelos de otras latitudes] lo mejor es, ante la duda, no consumir o simplemente seguir la experiencia del nativo, sobre todo cuando estamos fuera del ámbito habitual del viajero que, a veces, queda obnubilado por la gran cantidad y variedad de productos en los mercados, éstos teóricamente son de confianza.
¡Hala!, a disfrutar de estos sellos que pueden llevarnos gratas horas de investigación con un clic por cada motivo; aprender a realizar sus trazos o inmortalizarlos esa es ya otra historia.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio