No hay nada como contrastar opiniones –siempre que sean certeras y vivan en la realidad–, sobre todo cuando se trata de revisar “fuentes de confianza”. A mí me está pasando con la BBC y sus documentos en español: “Los Illuminati es un nombre que se le da tanto a una sociedad real formada hace 245 años como a una ficticia. La ficticia ha alimentado las teorías de la conspiración durante años, con personas que afirman que es una organización mundial secreta y misteriosa cuya intención es dominar el mundo, además de estar detrás de algunas de las revoluciones y asesinatos más grandes de la historia” (bbc.com).
La verdad es que no sé si, en razón a lo anterior, viene a cuento aplicar ahora –espero, sinceramente, que no sea así– el refrán español tan traído y llevado: “de aquellos polvos vienen estos lodos”… Pero, como en todo lo que afecta a mis reflexiones, me resulta imposible retrotraerme a la realidad que nos envuelve y que, algunos, están intentando –¿consiguiendo?– que nos parezca la mejor de las mejores.
Lo que podríamos llamar como “clan español de los iluminados”, aunque reducidos en número por decisión propia y alimentados por las chapuzas propias de la avaricia, está desarrollando su misión de una forma inusual, tan curiosa como esperpéntica, aunque, eso sí, con resultados que sólo son buenos para ellos.
Quizá no nos demos cuenta –aunque aún estamos a tiempo de hacerlo–: permitir que nuestros ámbitos sean configurados, incluso “apellidados”, por semejantes personajes es un pecado de lesa majestad; es decir, “contra el pueblo o su seguridad”. Ni debemos ni podemos seguir tolerándolo.
Y son ya muchos los casos de “personas de bien” que están sufriendo en sus carnes esta tiranía renovada, quizás –seguro y en parte– por haber confiado sus almas y haciendas a aduladores sin ningún otro valor que la envidia y el desenfreno del vano poder terrenal.
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de
Ramón Burgos
Periodista