José Luis Abraham López: «Los profesionales de la felicidad»

En el mismo espíritu se tienen que aliar el optimismo y la perseverancia, la paciencia y la escucha activa en su fatigosa tarea de conseguir la integración perfecta de nuestro bienestar físico, social y emocional.

Hay quienes pueden pensar que el trabajo dignifica y otros para quienes este es un tormento al que acude a diario. Independientemente de la acreditada rentabilidad y compromiso en relación a la motivación, en Estados Unidos se creó la figura del “Chief hapiness officer”; esto es, un puesto concreto cuya función es crear un ambiente sano de trabajo y garantizar así felicidad a los empleados.

Como los españoles somos muy dados a importar estrategias de supuesto éxito, de un tiempo a esta parte no han tardado en aparecer empresas que han implantado este modelo. Incluso, existen másteres cuyos planes de estudio en universidades españolas forman a los gurús de la felicidad.

Lejos de este propósito absolutamente loable, la cuestión es qué requisitos (sobre todo emocionales) debe cumplir un gestor que consiga lo mejor de nosotros mismos y a que a la vez reconozcamos que nuestro puesto es apasionante, creativo, respetado, valorado…

Desde luego, en el mismo espíritu se tienen que aliar el optimismo y la perseverancia, la paciencia y la escucha activa en su fatigosa tarea de conseguir la integración perfecta de nuestro bienestar físico, social y emocional. Algo así como un entrenador personal, vigilante o dietista. ¡Qué mejor incentivo que contar un líder que te apoye, confíe, oriente y escuche en tu brega!

Es una aspiración en gran parte universalmente frustrada si tomamos en serio la estadística que afirma que más del 60% de los empleados no están satisfechos en su ocupación.

Contrastando páginas que facilitan datos, supuestamente objetivos, de cuáles son los puestos de trabajo más felices, llama la atención el listado: deportistas, profesores, médicos, investigadores, periodistas, psicólogos, veterinarios, artistas, ingenieros y jardineros. Sucede a menudo que muchas profesiones nos atraen desde jóvenes, pero con los años el catálogo se va despoblando cuando conocemos un poco más de la realidad que siempre pone a prueba nuestras capacidades y habilidades en aquello que hacemos. Este es un constante desafío.

Según resultados que arrojan algunas empresas, se trata más de un compromiso ético que de una estrategia de marketing que, bien es verdad, aumenta la productividad y el compromiso de los empleados.

Desde luego, espantando la ironía, es muy elogiable esta figura de grandeza épica que haga que hallemos sentido a nuestro trabajo, aliente la motivación.

Una auténtica liberación que exige un cambio de etiqueta si tenemos en cuenta que la etimología de “trabajo” (deriva de trepalium, instrumento de tortura), nos conduce a un concepto de esclavitud.

Además, ¿cuál es el sentido de la felicidad laboral, aquello que Ariel Rot y Fito Páez cantaban como “Un día te despiertas y ya no estás”? ¿El sentirte valorado, convenientemente remunerado, respetado, realizado, satisfacción con uno mismo? Viento, nubes y siempre lluvia.

José Luis Abraham López

Profesor de ESO

y Bachillerato

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