Con Santiago Lozano aprendí a leer el periódico, con Melchor Sáiz-Pardo escribí mi primera colaboración en 1978, con Eduardo Peralta mi IDEAL se me hizo adulto, y con Quico Chirino se abre un nuevo futuro, aunque ya con una veintena de años en la plaza. Enhorabuena y todo lo mejor en las nuevas etapas de sus vidas que comienzan Eduardo y Quico. Cuando hace unos días, en el Manuel de Falla, felicité a Eduardo por la Medalla de Oro al Mérito de la Ciudad que le entregó el Ayuntamiento de Granada, los tambores hacían presagiar cambios inminentes.
Por otra parte, he de confesar que siempre he sido muy de subdirectores, de redactores jefes y de redactores en general. Debilidades del día a día, desde la redacción y los talleres en San Jerónimo, a donde llevaba mis escritos en mano. Cosa que seguí haciendo incluso en el Polígono ASEGRA, hasta que la comodidad de internet se impuso. Pero dar la lata y el trato personal tenían su aquel…
Para un lector de a pie como un servidor, la necesidad de abrir el IDEAL a diario, es cuestión de una fidelidad a las páginas de esta cabecera y a mi Granada. Aunque existan, con más o menos frecuencia, discrepancias con las noticias, columnas, opiniones y hasta con los crucigramas, por ampliar el espectro. Con el consiguiente cabreo. Pero las múltiples satisfacciones me inducen a gritar, en estas líneas, que la grandeza de Granada se escribe notarialmente en las páginas de IDEAL día a día. ¡Aunque me llamen exagerado!
Empujemos, por favor, por una Granada, una Andalucía, una España y una Europa sobresalientes, que se superen siempre en lo bueno y positivo. Un cordial saludo a todos quienes han hecho y hacen IDEAL; y a los lectores y lectoras que a buen seguro mantenemos un vínculo que nos une con la tinta impresa en el papel de IDEAL, en su edición digital o en IDEAL en Clase.
Maestro retirado