Gregorio Blánquez Fuentes, natural de Cuevas del Campo, donde nació el 11 de enero de 1954, nos recibe en un Bar Happy de la calle Puerta Real. Tras tomar un café nos trasladamos hasta el paraje del Retamar, donde cuenta con una finca de su propiedad conocida como ‘el campo de aviación’ que utiliza de aeropuerto y en uno de cuyos extremos hay un pequeño hangar donde guarda su avión utilitario ligero biplaza de ala alta, un Tecnam P92 S Echo.
Nada más llegar nos hace observar que la mañana es ideal para el vuelo pues la cinta que pende de un mástil en el tejado del hangar no presenta ningún movimiento, ni elevación. A continuación empuja con sus brazos la avioneta hasta colocarla en el exterior donde al tiempo que nos va explicando las comprobaciones previas al vuelo.
Después nos invita a subir y tras varias vueltas de calentamiento despegamos para vivir la bonita experiencia de ver desde el cielo una amplia zona de la provincia granadina y la vecina Jaén. Bajo nuestros pies extensas plantaciones de olivos, el embalse de Negratín, los badlands y las cortijadas, pequeñas localidades y poblaciones como La Colonia, Fontanar, Pozo Alcón, y, sobre todo, Cuevas del Campo.
Durante el vuelo, Gregorio nos sigue explicando lo que vamos viendo y cada maniobra que realiza lo que hace que nos sintamos muy seguros. Lógicamente aprovechamos para hacer un buen número de fotografías. Tras tomar tierra y hacer otro tanto con Ángel, y sus vecinos de finca, Jesús Carmona, su hija Irene y Clemente que se encontraban injertando almendros, nos da a conocer su historia. Así sabemos que la familia materna de Gregorio ha tenido desde siempre una importante vinculación a la mecánica. Por eso su infancia siempre estuvo «en torno a los tornillos y las soldaduras». Además realizó «unos cursos muy buenos, parecidos a una maestría» en la Escuela Acelerada de Jaén lo que le sirvió para trabajar como mecánico en Cataluña a donde emigró «con 18 años y muy pocos días».
Su vida laboral la desarrolla en la localidad barcelonesa de Tarrasa. «En su momento pensé que el techo de Cuevas del Campo estaba muy bajito por lo que decidí irme a vivir a Cataluña», afirma este cueveño que desde pequeño había soñado con volar. «El mundo de la aviación es un mundo que ha cambiado mucho en pocos años. Es relativamente caro por lo que primero se compró una avioneta tubo/tela «muy baratita» que le permitió iniciarse con pequeños vuelos. «Cuando vi que me apetecía mucho volar pensé en otra nueva» afirma antes de añadir que así es como se hizo con su Tecnam P92 S Echo «un avioncito muy noble, modelo de aviación deportiva ultraligera», por el que hace unos década desembolsó alrededor de 70.000 euros. A estos gastos hay que añadir la compra del terreno del Retamar que era propiedad de su primo y que durante la guerra civil se utilizó como aeropuerto, de ahí la denominación de ‘campo de aviación’, aunque al parecer sólo aterrizó un avión, y la construcción del pequeño hangar de 12×9 metros.
Gasta menos que un coche
También nos cuenta que «bajo con muchísima frecuencia desde Tarrasa para ver a mis padres pues subir y bajar no es un problema» a excepción de la meteorología, pues cuando viaja tiene que tener la seguridad total de que es la adecuada. El tiempo empleado en cada desplazamiento es algo menos de tres horas y el consumo es de 8 o 9 litros a la hora, por lo que «gasta menos que con el coche, pues siempre procuro volar sin aire en contra». Su avioneta cuenta con motores de gasolina, de 4 cilindros de 100 caballos de potencia. La capacidad del depósito es de 100 litros de gasolina. Añae que todo va duplicado pues «no podemos apartarnos a la orilla para arreglar una avería, y cuenta con sistemas de modo que si se rompe la batería o una bujía siga funcionando». A continuación nos dirigimos al tablero de mandos del que nos explica cada uno de los instrumentos de pilotaje, para control del motor y de navegación… «Si vas rumbo norte tienes que ir con kilómetros pares y si es con rumbo sur, impares, con lo cual los accidentes de choque son improbables, si el otro vas cumpliendo», aclara.
Comenta que para volar solo tiene que tener en cuenta una serie prohibiciones y normas, como al hacerlo por determinadas zonas restringidas -lo cual nos lo indica el GPS- o en determinadas condiciones. Por ejemplo, cuando vuela por la Sierra de Cazorla lo tiene que hacer a determinada altura para no molestar a los animales. Respecto al mantenimiento indica que se lo hacen en expertos de la casa Tecnam que verifican todos los puntos y cambian las piezas que tienen que cambiar, cuando han cumplido las horas de vuelo estipuladas. Él aprovecha su paso por Granada para acercarse por el aeródromo Aeroveleta, de Caparacena donde hay un taller de Tecnam, para realizar las revisiones obligatorias cada 100 horas. En cuanto a los requisitos para pilotar, «si te gusta puedes formarte en alguna de las muchas escuelas de vuelo que hay en casi toda España». También que «mi vida es mi trabajo y volar es mi hobby» y es que para él «volar con esta avioneta es una maravilla, subir hasta Guadix por el cauce del río, volar sobre los olivares y cortijos blancos,…».
Próxima entrega: José Javier Molina del Pozo y su Mercedes 170 SD
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