Blas López Ávila: «El juego de los hipócritas»

“La cultura es un valor universal sólo en la medida en
     que entendemos el universo como un valor  cultural”

                                                                           FRANCISCO UMBRAL: Las ninfas”

     Cuando se contempla el día a día con una mediana dosis de escepticismo, pareciera que la dimensión de las cosas, de las situaciones o de las personas observadas adquieren su verdadera dimensión y hacen más nítidos sus verdaderos contornos, que quedan muy lejos de la observación que suelen utilizar los “expertos”, de un pesebre y otro,  en el análisis político y social. Y así, golfos de toda laya y jaez, trincones de la más baja estofa, quincalleros de la ética, chamarileros del poder, forajidos del bien común, estafadores de la empatía y la solidaridad, truhanes de la palabra, profesionales de la mentira, impostores de la virtud y otras especies similares, transitan por nuestros días y nuestras vidas emboscados en una  impostura insoportable sin que nadie, por lo que parece ser,  esté dispuesto a desenmascararlos. O, lo que es peor, si alguien se atreve a hacerlo, silenciarlo en el mejor de los casos. Y ante esta situación, hay miedo, claro que hay miedo: “En las personas valientes, el miedo es sólo consciencia del peligro, pero en las cobardes, es mucho más que ausencia de valor. El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia…” que escribiría nuestra malograda y admirada Almudena Grandes en “El lector de Julio Verne.

     Pues bien, es esta peña de indeseables la que ahora se rasga las vestiduras por el ascenso de la ultraderecha. Los unos  –sin h para evitar la ortografía de la ESO- contentos por no haber sido atropellados por el partido de la oposición y los otros –qué le vamos a hacer, tampoco ponemos h- por haber obtenido un aseado triunfo. Y los demás en el limbo, con mensajes tan potentemente institucionales como el de la ex-lideresa de Sumar y ministra de trabajo, Yolanda Díaz: “a la mierda” o el de la exministra de Asuntos Sociales y Agenda y actual Secretaria General de Podemos, Ione Belarra: “estamos hasta el coño”. Ya me dirán qué cestos hacemos con estos mimbres. Porque después de vacuas y extensas   peroratas, mínima y obscenamente barnizadas por una delgadísima capa de barniz intelectualoide,  no he oído ni leído a nadie que ponga el foco donde hay que ponerlo: en la educación y en la cultura. O ganamos la batalla –cosa que parece ya poco probable- educativa y cultural o detrás de ella sólo existe el caos y la barbarie, los trenes de la muerte repletos de seres humanos atravesando Europa camino de los campos de exterminio.

      Es preocupante el estado de postración en el que han caído la educación y la cultura. Es perturbador que sean los partidos supuestamente de izquierdas los que hayan contribuido, de manera casi decisiva, a ese  declive de la cultura clásica, de la Filosofía de la Historia, del Arte…del “universo como un valor cultural”. Es de una indecencia sin límites no ya el desprecio, sino la indiferencia que sienten por la cultura esos mismos partidos que ahora tan hipócritamente se lamentan por el ascenso de la extrema derecha ¿Cómo pretenden que sin cultura ni conocimiento miles de ciudadanos españoles y europeos tengan otra capacidad de discernir que no sea la de las soluciones a sus problemas que les ofrecen los discursos populistas? Es abominable comprobar cómo esta izquierda zafia y burda ha dejado de propiciar y fomentar los valores que emanan de la educación y de la cultura. Es aberrante que sea este club de los hipócritas quienes ahora se escandalicen del ascenso del fascismo.

      Claro está que poco se puede esperar de un partido cuyo Secretario General y Presidente del Gobierno es el “puto amo” y de cuya condición se enorgullece la masa militante mientras, quien así lo proclama, en una clamorosa manifestación de antiamericanismo cultural “progre”, hace alarde de su asistencia  en el Bernabéu al concierto  de Taylor Swift. Por no hablar de la Sra. Vicepresidenta del Gobierno –una burguesita de misa de 12 en los Jerónimos y posterior visita a Viena Capellanes-, caída del caballo después de su asistencia al evento para ser una fiel más de la cantante estadounidense.

            Europa tiene la obligación de ganar este gran reto, el de su cultura, el de su cultura democrática y  del papel que ha ejercido a lo largo de la Historia. Europa tiene que ser consciente de que este es su momento crucial en el devenir de las futuras generaciones y ser capaz de crear los espacios de consenso adecuados para contener definitivamente los totalitarismos extremos. Sin complejos, ha de ser capaz de mostrar toda su firmeza ante las turbulencias, que desde el exterior sufre constantemente, de otras formas culturales que por tradición, en unos casos, y por “snobismo” en no pocos de ellos pretenden desestabilizar el sistema. Estoy convencido de que con menos aspavientos y más cultura ganaremos esa batalla.

(NOTA: Este artículo de Blas López Ávila se ha publicado en la edición impresa de IDEAL, correspondiente al martes, 18 de junio de 2024)

 

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