Me comentan que en un incendio existen tres factores destacados –amén de otros– a tener muy en cuenta: el fuego, el calor y el humo. A cual más peligroso para los afectados, la “fumarada” es para mí, en estos tiempos de desconcierto, como el caballo de Troya descrito por Homero en la “Iliada” o por Virgilio en la “Eneida”.
Si ya el “Derecho Romano recogía el «venditio fumi», relacionado con hechos de corrupción”, a día de hoy ha evolucionado en todos sus extremos y hasta tiene su propio sistema comercial bien implantado en nuestro país: “(…) en todos los ámbitos profesionales existen charlatanes que no dudaríamos en calificar como «vendedores de humo» (…) que esbozan teorías mágicas como si supieran. Sea fútbol, tecnología, economía o periodismo”, Redacción, lavoz.com.ar. ¡También en política!
Así, en razón a lo antedicho, me pregunto si a los humanos nos pasa, como a algunas especies bien conocidas por los expertos, que volvemos siempre a desovar en las mismas fechas y en los mismos ríos, sin que tengamos la posibilidad real de elegir otros rumbos –algunos lo achacan al “destino” –.
Lo que quiero decir es que necesitamos, con urgencia y como tarea común, definir la “hoja de ruta” de aquellos que nos representan y gobiernan las instituciones de nuestro país, poniendo coto y condiciones legales a sus actividades no regladas.
El ahorro en el gasto público y la inversión acertada deben primar la gestión. El nepotismo debe pasar a ser un mal recuerdo. Las decisiones, consensuadas solidariamente. El espíritu solidario, por encima de cualquier otra opción. Y, desde luego, sin dejar a un lado la revisión de lo prometido y aún no cumplido.
Que hasta en la pesca las leyes y sus normas son aplicadas en razón a no acabar con los caladeros, protegiendo al consumidor y a la vida misma.
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de
Ramón Burgos
Periodista