– ¿Qué actividades y publicaciones compartió con Fidel Villar?
– Lo conocí en 1976. Durante unos meses trabajamos juntos en la editorial de la Universidad. En 1979 creamos una revista de poesía, ‘Aynadamar’, pero fue muy efímera. Los dos colaboramos por aquellos años en revistas literarias como ‘Hora de poesía’ o ‘Ínsula’, y en la prensa local y nacional (IDEAL, Informaciones, El País, etc.). También colaboramos en programas de radio. Lo más reseñable era el clima cultural y de exaltación poética que existía en Granada en esos años de la transición.
– ¿Considera acertada, y necesaria, esta reedición como un homenaje a su producción poética?
– De los tres libros que se publican, sólo uno es reedición; los otros dos son completamente inéditos. Es un paso no sólo necesario, sino imprescindible para el conocimiento de la obra de uno de los poetas granadinos más representativos de los últimos cuarenta años.
– Aunque lo desarrolla en su prólogo, nos gustaría saber ¿cuáles son, en su opinión, los principales motivos por los que este poeta ha sido marginado y olvidado en su Granada?
– En realidad el olvido requiere su tiempo y Fidel hace sólo un año que nos dejó. La marginación no es tanto el resultado de ninguna confabulación de nadie contra él, sino más bien la consecuencia de la entronización de unas determinadas poéticas que se han manifestado excluyentes con cualesquiera otras que pudieran competir con ellas en buena lid. Aquí por favorecer a unos se ha silenciado a otros muchos, impidiéndoles el acceso a colecciones o simplemente ignorando su nombre a la hora de repartir la calderilla institucional que muchas veces lleva aparejada la actividad poética.
– ¿Cómo hubiera reaccionado Fidel al ver su trilogía publicada en su tierra y oír sus poemas en La Tertulia, en boca de otros poetas?
– Fidel sólo leyó públicamente sus versos dos veces en Granada, y una de ellas fue en La Tertulia, a comienzos de los 80. Él vivía muy cerca de ese local, fue uno de sus primeros clientes, y quizás el primer poeta que cruzó su puerta. Tato y él fueron grandes amigos. Así que escuchando allí sus propios versos y rodeado de amigos, se hubiera sentido muy feliz.
– Desde el punto de vista de la creación poética ¿cuáles son los principales méritos de ‘El humo de los labios’?
– Quizás el rasgo más destacado sea la coherencia, tanto expresiva como del universo que ofrece. Y esa rebeldía íntima que subyace en su tentativa, al oponer a la inexorable adversidad del destino la insobornable lucidez de su poética.
– Como crítico, de los tres volúmenes que lo componen (‘El sueño de una sombra’, ‘Vencido amante’ y ‘Desolación del territorio’), ¿con cuál se queda? ¿Por qué?
– Es difícil decantarse por tal o cual poemario de esta espléndida trilogía. Los tres libros atesoran excelentes poemas. Quizás, por estar escrito desde la cima de la edad y a los pies del precipicio, ‘Desolación del territorio’ posea una intensidad y un dramatismo que hacen de su lectura una experiencia de la que no salimos indemnes. No es lo mismo enfrentarse a la muerte como un tema literario que enfrentarse a la muerte real, a la propia muerte anunciada, a esa sombra reconocible y ya familiar a la que el poeta interroga y estoicamente acepta.
– Y del casi centenar de poemas, 95 para ser más exactos, ¿cuál calificaría como el más representativo de Villar Ribot ?
– Uno de los más intensos es también el más breve del libro, y cierra esta trilogía. Es un Epitafio y dice así: “Lo que la muerte alivia / no lo palia el tiempo”. Aprovecho para invitar a la lectura íntegra de este volumen, ‘El humo de los labios’, que estoy seguro de que no dejará indiferente a nadie. Es una poesía que nos llega, que cuestiona al lector, y en consecuencia se trata de uno de esos libros que cambian nuestra perspectiva sobre lo que realmente importa.
Título: El humo de los labios |