Esto viene a ser, en el marco del Plan de Fomento del plurilingüismo, una de las diferentes fórmulas diseñadas para compartir enfoques pedagógicos y estrategias didácticas en relación con la enseñanza de los idiomas.
De la reciente visita a Granada de los diez directores y directoras que se han hermanado con centros de la provincia, acompañados en esta ocasión por los responsables de los dos condados, Lesley Hooper por el de Somerset y Nikki Perry por el de Cheshire, hoy rescatamos algún que otro apunte en torno al tema del papel que juega en la actualidad el estudio de la lengua extranjera en nuestro sistema educativo.
Quienes acuden a la escritura habitualmente, sea por la necesidad de preparar una clase de idioma o por la razón que fuere, suelen considerar esta acción –la de escribir– como algo imprescindible e inherente al desarrollo de su profesión y, en cierto modo, también como ‘alguien’ con quien puede resultar interesante sentarse a tomar un café. Escribir se convierte en determinadas situaciones en un diálogo interior.
La escritura, con esa virtud de deificación que la caracteriza y con su capacidad de ‘cosificar’ los pensamientos para hacerlos objetivables, evita de vez en cuando que las ideas se escabullan de nuestras manos como pez mojado, y esto atrae, o puede llegar a atraer.
Su función mnemónica o de ‘despensa memorística’ respecto a todo aquello que pasa con vocación de fugacidad por nuestro lado, así como su cualidad de actividad creadora y organizadora de lo invisible, abre puertas a otros niveles de reflexión.
Personalmente siempre hemos creído –como muchas y muchos que también escriben– que la escritura favorece la reflexión, y lo seguimos creyendo, aunque a medida que pasa el tiempo quizás con menor pasión exclusivista.
Hermanamiento
En el marco de este hermanamiento con centros ingleses y en un amigable y extraprofesional pulso dialéctico, el profesor de Bath Spa University, Philip Campagna, experto en didácticas de la lengua, dijo que, posiblemente, la importancia de la escritura como herramienta de construcción de pensamiento sea innegable pero –siempre hay un temido ‘pero’ –añadió– que él, en ese momento, lo que echaba de menos para construir pensamiento era hablar con fluidez el mismo idioma que sus contertulios. Una sencilla y trascendente afirmación.
A pesar de reconocer lo importante que el hábil manejo de la lengua de intercambio pueda llegar a ser, muchas personas –entre las que me cuento– mantienen aún una fe ciega en el poder de la escritura como herramienta de reflexión y este, como cualquier otro apasionamiento, si es ciego, puede hacernos tropezar. Veamos.
La vuelta a la oralidad que hoy se preconiza desde los más elevados círculos intelectuales, a una oralidad bien pertrechada de imágenes, no es el más halagüeño de los panoramas para quienes viven del acto de escribir o están, al menos, estrechamente emparentados con él. Este rum-rum de la importancia de lo oral unido a la omnipresente imagen del aguijoneo de lo fugaz como referencia estable, en cierto sentido nos incomoda, por lo que nos aprestamos, no sin cierta urgencia, al análisis y disección de estas previsiones.
Sin dejar de ser cierta la afirmación de que esta nueva oralidad parece ganar terreno en nuestras sociedades actuales, quien utiliza el autobús cada día, o compra en la tienda de al lado, o patea la ciudad de arriba a abajo, etcétera, se pasa el día leyendo –sin pretenderlo– escuetos y telegráficos mensajes que, del otro lado de lo consciente, informan a la población, nos dirigen y nos van envolviendo imperceptiblemente.
Por suerte hoy casi todo el mundo goza del privilegio, al menos en occidente, de tomar una ducha al llegar a casa o al hotel y de relajarse bajo el agua tibia mientras ve ese cóctel urbano de órdenes y sugerencias escritas deslizándose como cenizas camino del sumidero. ¡Sé delgada!, ¡Sube al dentista del 4º!. Entrada. Salida. ¡Compra casas, coches, corre!, todo por el desagüe.
La escritura medioambiental, la de la calle, la de los terminales de comunicación y los medios juegan hoy un papel nada desdeñable en la construcción de imaginarios, es decir en la construcción de ideas difusas que flotan en el ambiente y de cuya creación cada uno nos consideramos –erróneamente– autores exclusivos.
Como decimos, esta es nuestra percepción, aunque quizás ahora seamos capaces de observar el juego de los lenguajes del entorno con menor pasión exclusivista, es decir, sin otorgar a la escritura mayores responsabilidades y competencias de las que le corresponden.
Lenguaje e intercambio
Tras el encuentro de trabajo de este grupo de expertos en la enseñanza del idioma granadinos y británicos, se ha ‘desbaratado la mayor’, esa premisa base sobre la que generalmente vamos construyendo el resto, y no queda más remedio que ‘revolver la casa entera’ para buscar el nuevo orden de las cosas. Así, escribir proporciona, por supuesto, herramientas muy valiosas al conocimiento aunque –y este es el resultado de aquel ‘pero’–, igual de valioso es viajar, vivir, hablar o comunicarse con quienes llegan para continuar su camino, o para instalarse, con quienes vienen y van aportando claves y matices al conocimiento de esta época. Igual de valioso es reflexionar al hilo de la construcción de un texto escrito que tener la capacidad de hablar con soltura otro idioma y poder salir al encuentro de cualquier conocimiento sin intermediarios. Ni más ni menos, ni menos ni más.
El Sistema Educativo Andaluz, consciente de que las capacidades necesitan para desarrollarse de la interacción con los otros y consciente de que gran parte de ‘los otros’ hablan otras lenguas y pertenecen a culturas diversas, ha apostado por la enseñanza de los idiomas y por la implantación en las escuelas e institutos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.