Las cifras son escalofriantes, en los últimos días en España han fallecido asesinadas siete mujeres, es decir, una media de un crimen cada 24 horas, las peores jornadas en lo que va de año en el que desgraciadamente han sido 47 mujeres las mujeres muertas -de ellas 9 en Andalucía- y ocho menores a manos de hombres que son (ex)parejas, padres o parejas de sus madres. Desgraciadamente el ensayo ‘De Pandora a la femme fatale. Mitos, figuras y estereotipos de estigmatización femenina’ (Dauro) del filósofo granadino Tomás Moreno Fernández ya no va a poder hacer nada por estas mujeres, pero puede ayudar a comprender mejor el porqué se producen estas muertes en una sociedad civilizada del siglo XXI. Ensayo que se presenta el lunes en la Biblioteca de Andalucía donde le acompañarán el catedrático de Filosofía y sexólogo, Jesús Fernández Bedmar, el catedrático de Filosofía del Derecho de la UGR, Manuel Salguero Salguero y la responsable editorial, Pilar Sánchez (19,30 h).
«Mi intención es que se tome conciencia de que el problema no es provisional, de un momento concreto de la sociedad española, sino que se lleva arrastrando milenios» explica este catedrático de Filosofía jubilado que ahora presenta el primer volumen de su trilogía dedicado a este tema que ha ha sacrificado mucho material en aras a su mejor lectura. «Lo que me interesa es que esto se expanda y que sea leído por la mayor cantidad de gente posible porque es un problema que nos afecta a todos y que tiene unas raíces fundamentalmente educativas y culturales. Si no nos enfrentamos al tema desde el punto de vista cultural creeremos que se trata de una reacción psicopatológica del hombre cuando no tiene nada que ver con la psicopatología sino con la cultura. En nuestro ADN cultural se ha incrustado desde hace decenas de generaciones la idea de que la mujer es alguien al servicio del hombre, alguien subordinado o inferior al ser humano varón», indica.
Ensayo de casi 400 páginas en el que se pueden distinguir dos bloques, el primero dedicado a los mitos (Pandora, Lilith, Eva y la Doncella Venenosa) y el segundo a cuatro identificaciones o figuras arquitípicas de la mujer como varón truncado, bruja demonizada, útero devorador y femme fatale. Obra en la que tienen «mucha parte de culpa» Simone de Beauvoir, por su obra ‘El segundo sexo y Gilles Lipovetsky con ‘La tercera mujer’, pues hace cuatro años repasó unas lecturas olvidadas motivado por la indignación que sentía por la violencia casi diaria contra la mujer. « Al leer de nuevo el libro liminar de Beauvoir que abre una etapa en el tema del feminismo me impresionó su lectura. Lo mismo me ocurrió con el otro pensador francés que analiza a la mujer desde la perspectiva de la posmodernidad de los años 80 y 90 y que aporta una serie de ideas interesantísimas sobre todo del reflejo de la mujer en el cine y de la literatura contemporánea», indica al tiempo que añade una tercera obra ‘La creación del patriarcado’ de Gerda Lerner que «me dio la ilusión de urdir este ensayo para poner de manifiesto el estado de la cuestión desde el punto de vista especulativo-teórico y como instrumento de reivindicación y protesta contra la denuncia machista».
Mitos sobre la mujer
Si en ‘El mito de Pandora’, la Eva de la cultura helénica, demuestra como todos los mitos de la cultura occidental y universal acerca de la creación de la mujer se asocian con el mal, el pecado, la incitación y el desastre del hombre, pues achaca que todo su sufrimiento tenía como origen la mujer, en el de Lilith, la rebelde, en realidad es anterior al de Pandora, cuenta que aparece en la literatura judaica como primera esposa de Adán que fuera repudiada por éste y el propio Yahvé por haberse rebelado contra el poder del primer hombre, en especial a lo que se refiere a las relaciones sexuales y a la dependencia sexual de la mujer respecto del hombre. Puntualiza al respecto que «aunque es un mito estigmatizante de la mujer, el feminismo utilizó a Litith como un símbolo positivo de emancipación de la mujer en su rebelión contra el hombre».
El tercer mito que analiza es el de Eva, que todos conocemos a través del relato del Génesis y del que aclara que realmente tiene dos versiones, la matriarcalista o misógina y otra igualitaria aunque en la historia del Cristianismo ha prevalecido la negativa para la mujer, pues ella es la que induce al hombre a comer del fruto prohibido del árbol del bien y del mal. «Hay otro texto en el propio Génesis en donde la mujer y el hombre son considerados en plena igualdad y los dos son responsables al mismo tiempo del pecado y de la caída» que, sin embargo, es poco conocido. Respecto al mito de la doncella venenosa indica que aparece más que en la tradición sacralizada en los cuentos y las leyendas, de una manera un poco desdibujada pero que hay muchísimos textos en la literatura medieval en donde directamente se nombra a la mujer o doncella como portadora de veneno, de enfermedad, «todo ello por el tema de la menstruación que ha llegado hasta nuestra época pues se continúan una serie de prejuicios, superticiones y tabúes relativos a la sangre menstrual».
Figuras arquetípicas
En el segundo bloque del ensayo se detiene en las figuras arquetípicas de la mujer creadas por el desarrollo de la cultura occidental que hace se les vea como varón truncado, bruja, histérica y femme fatale. Indica que el primero fue creado por el tomismo que recibe la herencia androcéntrica y patriarcal judeocristiana y la herencia aristotélica, o lo que es lo mismo «las dos mayores fuentes de misoginia de la cultura de Occidente como se pone de manifiesto en muchos textos en especial en uno que me abrió los ojos para este ensayo, el de la antropóloga Gerda Lerner, que considero un texto clave para entender este ensayo». En cuanto a la mujer bruja, señala cómo históricamente hubo una caza de brujas que «en realidad fue una caza contra la mujer al ir alcanzando un cierto poder que no era aceptable por parte del varón. Además porque era conocedora de todas las técnicas del control de natalidad en un momento del despegue del capitalismo donde se necesitaban muchas manos para trabajar».
Respecto a la mujer histérica señala que es producto de la literatura científica de la época de los grandes psicoanalistas de finales del XIX que definían a la mujer como «una hembra ansiosa por el hijo y que necesitaba el falo como solución a su enfermedad y desequilibrio, reduciendo a la mujer a útero lo que supone un tremendo reduccionismo biológico de la mujer». Para ello se centra en «uno de los filósofos del siglo XIX más nefastos que ha habido como fue Otto Weininger, autor de ‘Sexo y carácter’ donde vierte palabras muy negativas para la mujer». Por último, se detiene en la figura arquetípica de la femme fatale, nacida al amparo del séptimo arte que aparece a principios del siglo XX, que se verá especialmente en las figuras de Rita Hayworth y, sobre todo, de Marlene Dietrich siendo la obra fundamental donde se muestra esta figura ‘El ángel azul’ de Josef von Sternberg. «Después de la segunda guerra mundial la mujer pierde el aspecto demoniaco que la hacía tan misteriosa y atractiva para el varón dando lugar a la mujer sexualmente explosiva, la wamp, que dará lugar en una tercera etapa a la banalización del mito al convertir a la mujer en una obsesa y maníaca criminal», señala.
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