La primera vez que echamos el ancla en Ajaccio me llevé otra gran sorpresa; la idea preconcebida y las noticias de otra época, sobre atentados y enfrentamientos, no son nunca buenos compañeros de viaje. Hace años que los acontecimientos y los intereses informativos no son la fuente básica para planear los viajes aunque siempre tengas que ir preparado para cualquier emergencia que se pueda presentar. La calidad informativa que impregnaba el trabajo de la BBC hace años que desapareció de las ondas y de las pantallas el orbe que nos quieren devolver a la época de la tribu mediante el nihilismo y la alienación.
Ajaccio sería convertida en la primera ciudad de la isla por el decreto de Napoleón en 1811 y, Bastia pasaba a un segundo plano tras dos largos siglos de capitalidad insular. Podemos colegir que no perdió el ritmo y supo aprovechar bien la oportunidad que le dio su célebre y controvertido hijo. Tenemos para días si queremos interiorizar la vida e historia de la isla.
Una de las cosas sorprendentes, nada más poner el pie en el muelle, suele ser el Comité de Recepción, una recreación napoleónica, con música y todo, que pone una nota de color a la escala y a partir de ahí ya podemos iniciar nuestro paseo por la coqueta capital. En cinco minutos estaremos en el Quai Napoléon y en esa zona el casco antiguo, son sus pros y contras, pero bastante decente si lo comparamos con otros puntos del Mediterráneo. Se trata de un lugar relativamente abarcable, bien conservado y bastante limpio, en él tenemos varios puntos para ampliar nuestro acervo cultural, está la catedral, el Museo Nacional o la Casa de Napoleón.
Si deseamos pasear la ciudad nada mejor que continuar hasta Place Foch y seguir hasta el inmenso parque, ya en plena montaña, con gigantescos hechos de la vida del inigualable e inolvidable personaje. Si tenemos tiempo podremos ir visitando una serie de edificios que no te dejarán indiferente, subiendo por la Avenida París llegamos a la célebre Plaza del Diamante o del General de Gaulle, impoluta, invita a tomar un descanso, disfrutarla y fotografiarla.
Ya estamos a un paso del Museo Fesch y la Biblioteca Municipal. El primero conserva verdaderas joyas del tío de Napoleón, se trata de un legado especialmente centrado en la pintura italiana del XIV al XIX. Si es amante del arte seguro que no quedará decepcionado, encontrará, entre otros muchos, materiales de Bellini, Boticelli, Tiziano o Veronese. Frente al museo, en la parte externa, la estatua del clérigo que merece ser contemplada con tranquilidad; la vida del personaje tampoco está exenta de polémica, pero esa es otra historia.
Para la biblioteca no se necesita pagar entrada y los dos leones que custodian la misma parece que hacen bien su trabajo de vigilancia en este edificio donde Lucien [hermano del Emperador] dejó su impronta y legó una excelente ubicación para miles de libros que se amontonaban en el Palacio de su tío e incorporó miles de volúmenes que se salvaron de aquella década de horror y sangre de la época revolucionaria, miles más fueron destruidos, otros simplemente se perdieron. Hoy aquellos energúmenos, que la historia y los hechos irían colocando en su lugar, duermen en el limbo del olvido.
Si estamos por esta zona, tampoco podemos dejar de hacerle una visita, siquiera por curiosidad, al Museo de la Bandera, donde el relato desde la prehistoria a la actualidad nos puede ampliar un poquito de la cultura corsa. Allí tenemos Córcega al completo, nos dará una perspectiva histórica y humana de una isla llena de encantos y que merece la pena ser recorrida.
Digamos que es un encanto pasear y disfrutar de su frente marítimo, desplazarnos a la playa de Ricanto para disfrutar de sus aguas o irnos por el litoral hasta las islas Sanguinarias que son cuatro y están protegidas. El autobús te deja en la Point de la Parata, desde allí podrás admirar esta tierra, lugar perfecto para las aves que vienen a su santuario para descansar y reproducirse sin que el humano les perturbe, se trata de un paseo bastante agradable, sobre todo si no llueve y los vientos están en calma.
Las escalas ocasionales no dan para mucho pero dependiendo del tiempo y el presupuesto, los alrededores de Ajaccio ofrecen placenteros paseos y buena gastronomía; otra sugerencia es el paseo con el tren que atraviesa la isla, permite disfrutar de paisajes prácticamente únicos y sólo visibles con ese medio de transporte.
Por supuesto en pleno puerto tenemos la fortaleza, pero nunca tuve la opción de poder visitarla, su uso militar hacen que sea raro poder sortear la entrada y poder patearla, así que si alguien llega y está accesible, le aconsejamos que aproveche la ocasión porque no es lo habitual: aquí se custodiaron los euros cuando el cambio de moneda en la Unión Europea.
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