La buena mujer comentaba que su hija, había hecho el Graduado Escolar y que no encontraba trabajo por ningún sitio y que una buena mañana, se levantó y dijo que no se le caían los anillos, no tenía ninguno, si se ponía a fregar pisos; dicho y hecho, comenta la señora que no es ninguna indignidad el fregar pisos, pero el frutero no le había puesto buena cara, así que ella le replica que todos los trabajos son dignos siempre y cuando se hagan con total consentimiento, nombra incluso el de puta.
Cuento lo del frutero, pues el tío bandido en cuanto puede te mete el tomate pocho o la naranja a punto de pudrirse y siempre, siempre te pesa más de lo que tú le pides. Pero hoy, es víspera de Reyes Magos y han tenido que tocarle la fibra esa que dicen sensible para que cogiera las fresas y se las regalase a la hija de la señora.
Al final, algo tiene que haber y yo no sé bien qué es, pero ese espíritu navideño que comentan, yo creía había pasado ya, pero no aun quedan los Reyes y estos son Magos, no como los que tenemos aquí con yernos peores que el frutero, que te sisan por todas partes.
Al final, para rematar la faena, le pregunta la señora cuánto es la cuenta y le dice 4 euros con 4 céntimos, pero si no tiene los cuatro céntimos es igual, para los Reyes. Esto ya es el despelote, un señor frutero que no te perdona ni un solo céntimo y que hoy estuviese más generoso que el Banco Santander.
La buena mujer le da las gracias por las fresas y el detalle de los cuatro céntimos y le sonrie extremadamente, momento que aprovecha el frutero para saltar detrás del mostrador y estamparle un par de besos a la señora, diciéndole…» yo estoy aquí únicamente por esa sonrisa tan maravillosa, ya me siento pagado».
Si no lo veo y escucho, pensaría que es una tontería típica de estas fechas y mucho más conociendo el percal, por eso repito, algún virus tiene que seguir en el ambiente, pues si no, esto habría sido una utopía.
Afortunadamente todas estas cosas me pasan desde que estoy jubilado y tengo tiempo para ir a realizar la compra y presenciar situaciones que te reconfortan con el ser humano, en este caso el frutero del barrio.