«Cuando uno tiene 18 años y pasa de tener una Vespino o coger el autobús a disponer de un Mini Cooper que fue campeón del mundo de rallyes, se abre un mundo totalmente desconocido al poder ir un día a Motril, otro a Málaga. La verdad es que se portó tan sumamente bien, al no darme ni un solo problema y lo disfruté de tal forma que después he ido consiguiendo otros, a veces por azar y otras porque yo lo he buscado», así justifica su predilección por esta marca de pequeños automóviles. El Mini Minor, matrícula de Granada 8106, llegó a sus manos de una forma curiosa. Un cliente quería montar el aire acondicionado a su automóvil. Cuando fue a verlo se encontró que tenía varios coches clásicos entre lo que se encontraba el Mini prácticamente abandonado en un sótano resultando que le surgió la posibilidad de conseguirlo a cambio del trabajo. Explica con satisfacción que «al principio el dueño se resistió pero finalmente pude cambiarlo a los pelos por montarle el equipo de aire acondicionado en su coche».
Entre las curiosidades de este vehículo está la baca original que lleva en el techo que compró en Inglaterra pues considera que es un buen complemento. También la posibilidad de abatir el asiento posterior lo que le permite disponer de un espacio increíble para un coche de pequeñas dimensiones. «De estas características que se puedan convertir de cuatro asientos en dos y con cristales traseros apenas hay, que sepa ninguno», señala. Tras abrirnos el capot y mostrarnos el motor, un 850, nos indica que la potencia es mínima lo que hace que apenas pueda alcanzar los 100 km/h. Así mismo el consumo también es mínimo al contar con carburador pequeñito por lo que pueden usarlo «los que quieran experimentar cómo se viajaba hace 30 años». La parte positiva, según aclara, es que «es un placer darte una vuelta con él y disfrutar de los paisajes»
Para las piezas explica que no hay ningún problema pues «tenemos la gran suerte de que en Inglaterra hay una afición tremenda por este coche y se continua fabricando todas las piezas. Con todo, para su vehículo al ser tan especial ha tenido problemas para encontrar algunas piezas como las gomas de las puertas y cristales traseros. En su diminuto salpicadero cuenta con medidor de temperatura, presión de aceite, nivel de gasolina y cuentakilómetros que marca 70.469 km -ignora cuantas vueltas habrá dado-, «básico pero es lo que en verdad se necesita, no como ahora que tienen 20.000 cosas y muchas no sabemos ni para lo que sirven». Debajo, se aprecia una palanca para el chorrito del agua, otra para la calefacción, un mando para las luces, otro para el limpiaparabrisas y otro para el aire del motor. Además lleva una antigua radiocassette con sus correspondientes altavoces de los años 70 y una palanca de la calefacción. Una cosa que le llamó la atención al principio es que no traía ventilador interior para el calefactor porque se basta con el aire dinámico cuando va circulando pero que si se detiene, por ejemplo en un semáforo, hace que no se tenga calefacción.
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Un coche pequeño que conquistó el mundo Según nos explica Paco, el Mini se inventó en el año 1959 en Inglaterra. Fue diseñado por el ingeniero Alec Issigonis buscando un coche pequeño y económico para la ciudad. Por su diseño y por la motorización que traía al ponerlo transversal en la parte delantera hizo que fuera «un coche pequeño que conquistó el mundo». En España se fabricaba en Pamplona hasta el año 1975 de donde salieron varios modelos. El de Torralbo, pese a haber sido fabricado en Inglaterra., lleva el volante a la izquierda. Con él ha estado en concentraciones en Marbella y Almería. Su afición ha hecho que sea el vicepresidente del club andaluz ‘Los locos de los Minis de Andalucía’ al que pertenecen una treintena de socios repartidos principalmente por Córdoba, Málaga, Jaén y Granada a los que les encanta compartir su pasión para lo que se reúnen periódicamente en zonas equidistantes como Rute. La última fue la cena de Navidad que celebraron en el Pantano de Iznájar. «Que yo sepa hay otros dos o tres coches como éste en España», resalta para terminar. Próxima entrega: Manuel Aguayo y su Gordini de 1962 |
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