Transcurría final de los años 60 y principios de los 70 cuando la garita de la Guardia Civil, cada año sufría los embates de los ponientes que tanto azotaban el pueblo en aquellos años; al llegar la campaña de la caña de azúcar, siempre blanqueaban la garita y la dejaban inmaculada para un verano más.
Nunca nadie me dijo qué utilidad tenía y creo que tampoco yo pregunté su fin, pero todos entendíamos que era el cobijo de la Guardia Civil para soportar los rigores del verano sofocante y las aguas del invierno. Pues otras opiniones podrían apuntar a que era uno de los primeros puntos de información para los forasteros –como se decía entonces- que acudían a Salobreña, pues turismo había poco, poquísimo. Tampoco podríamos decir que estaban de vigilantes de la Playa, pues allí no se veía ningún salvavidas, ni por supuesto estaban los civiles en bañador.
Pateras no sabíamos ni lo que eran, pesca submarina furtiva apenas existía, si por furtivos se pudieran nombrar a mis tíos Modesto y Antonio, que siempre estaban pillando pulpos; cuatro o cinco críos pescando con anzuelo o potera en las rocas, Ramón el de los Gallos vendiendo sus cacahuetes y los chavales tirándonos del picachillo o la bola.
Más aun, siempre se dijo que podría albergar un simple botiquín que pudiese atender cualquier ahogadillo o accidente que se produjera en la playa. Una cosa sí que hay que decir, el número de gente que iba a la playa era mínimo y casi todo el mundo era del pueblo y nos conocíamos perfectamente, los chiringuitos eran el de Teresa, el de Pepe Almendros y el del Peñón.
No había controles de alcoholemia, no había peleas, nadie te llamaba la atención si hacías un hoyo y enterrabas la sandía en el filo del rompeolas, las familias disfrutaban de sus días de playa con total tranquilidad y la gente era feliz o al menos lo aparentaban.
Recuerdos de infancia, memoria casi intacta de cuando mi padre venía con el Seat 850 a recogernos a la playa y mientras recogíamos los bártulos, él se fumaba un cigarrillo mientras charlaba con el cabo de la Guardia Civil, nunca supe tampoco de qué hablaban… dudas que siguen pendientes.