Durante la última semana de este mes de agosto, coincidiendo con los días grandes de Cogollos (de Guadix) en los días dedicados a sus Fiestas de San Agustín, la Asociación “El Molino de Tomás” ha programado la realización de sus I Jornadas Culturales. Entre los días 25 y 27, la Casa de la Cultura acogerá una muy interesante Exposición Colectiva de Arte Visual que recogerá los trabajos de diversos escultores, fotógrafos y pintores de la comarca, entre los que citaremos a: Eloy Alcalá Rodríguez, David Angeler, Juan Manuel Gámez Baena, Dori Hernández Montalbán, Carmen Hernández Montalbán, Beatriz Molina Carreño, Juan Molero Serrano, Olivier Norindr Montellano y José María Porcel Osorio.
Asimismo, en la tarde del martes 26 en el patio del mismo molino de Tomás, y a partir de las 19:30 horas, se ha previsto la celebración de un Encuentro Cultural con el siguiente programa de actos: Conferencia del abajo firmante sobre “Cogollos y los pleitos por el agua durante la Edad Moderna”, Recital de poesía a cargo del poeta local y Cronista Oficial de Cogollos de Guadix, Moisés Navarro Fernández y, para finalizar, Puesta en escena y representación teatral de dos monólogos: Mira que te lo dije y Promesa de amor, por Paco Cristóbal Sánchez y Carmen Hernández Montalbán.

El molino de Tomás, conocido así por el nombre de su último propietario (Tomás Cobo –como antes se identificó como cortijo de Baldomero; por el nombre de su suegro y anterior propietario–), está emplazado en la entrada misma de la balsa de origen andalusí de Cogollos y, podemos precisar que, junto al molino del Niño o del Capón, constituyó una de las principales infraestructuras hidráulicas de la localidad. En el caso concreto del primero de ellos, indicaremos que Gregorio García recibió autorización del Concejo de Cogollos para su edificación en el año 1695. Un molino harinero este al que, cuatro años más tarde, es decir, una vez terminada su construcción, se le estableció un censo anual de 12 ducados o, lo que es lo mismo, 132 reales. Una contribución que no llegará a hacerse efectiva ni un sólo año pues, en el mes de noviembre de 1699, el propio Concejo se verá obligado a traspasarlo íntegramente a la Obra Pía del Marqués de Villena, que, como todos sabemos, era administrada por los monjes del Parral de Segovia. Posteriormente, en el año en 1707, será nuevamente enajenado y vendido a Andrés de Torregrosa, un conocido médico de la ciudad de Guadix. Pasará, después, por herencia, a Juan del Prado. En 1781 aparece ya como propiedad de Lorenzo Santolalla, que era arcediano de la catedral de Guadix. Pasados los años se incluirá entre las propiedades a cargo del Real Hospicio de Guadix, hasta que quedó sumido en un estado total de abandono y ruina. Si bien, será nuevamente “reedificado” en el primer cuarto del siglo XIX y, desde el año 1829, se le volverá a establecer una contribución anual de 24 reales.

Por su particular emplazamiento junto a la balsa y por la específica regulación y uso del agua –en la alternancia día-noche– de la acequia Alta o acequia de Cogollos en su distribución con el municipio de Jérez del Marquesado, su régimen de funcionamiento será exclusivamente nocturno. Así, tal como se recoge en el Catastro de Ensenada de 1752, era propiedad “de Dª. Rosa de Torregrosa, viuda de D. Juan de Prado, vezina de Guadix, y tiene una muela con la que muele solamente de noche con agua de la azequia, está arrendado con diferentes tierras y morales a Diego Ruiz en veynte y quatro fanegas de trigo a el año”.
Un molino que, tras los habituales cambios sufridos en su régimen de propiedad y arrendamientos sucesivos y una vez perdida su función originaria de molienda del grano y vivienda de sus moradores, ha continuado languideciendo en un estado de semiabandono, pero sin pérdida ni deterioro alguno de sus mecanismos principales. Así, aún se puede distinguir perfectamente su acequia de derivación o cao, los tres cubos de caída que proporcionaban la presión necesaria para mover el rodezno, la saetilla y sus grandes piedras de moler, junto a toda la serie de piezas y utillaje específico que lo mantuvieron en uso hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XX.

Un privilegiado estado de conservación y un entorno ideal que hoy, felizmente, su nieta, Carolina Cobo Peralta, trata de revitalizar y revertir, a través de la creación e impulso de la Asociación “El Molino de Tomás”. Lo hace, junto a todos los miembros de la agrupación, con unos objetivos tan loables como su posible rehabilitación didáctica y funcional, el fomento del estudio y la investigación patrimonial del agua como bien material e inmaterial, sin olvidarnos de las balsas, acequias y molinos harineros del conjunto de la comarca del Marquesado. Todo un impulso cultural, de investigación y de protección medioambiental en el marco de las placenteras noches del verano de Cogollos; sin duda, ideales para combatir los días de asfixia generalizada y las persistentes olas de calor derivadas de la crisis climática que nos atenaza. Están todos y todas invitados. ¡Qué lo disfruten!






