Juan Franco Crespo: «Centenario de las comunicaciones en Groenlandia»

Como muchos otros lugares del mundo, la TSH [Telegrafía sin hilos] hace aparición en esta gélida y solitaria región hace un siglo. Hoy esta tierra está en el ojo del huracán ante el belicoso amigo americano: mucho territorio y apenas 50.000 habitantes, aculturizados y solitarios, que me devuelven a las películas de nuestro Cinema Pérez [ahora en restauración] en aquellas largas sesiones vespertinas de épicas cintas inspiradas en la Conquista del Salvaje Oeste [mayoritariamente rodadas en Almería] y cuando aquella larga marcha, fue mermando a la población autóctona gracias al “agua de fuego” que les proporcionaban aquellas intrépidas y extrañas gentes, acabaron diezmando a los nativos americanos ante la imparable llegada de buhoneros y oportunistas en unas tierras vírgenes.

Lo mismo podríamos decir hoy sobre Groenlandia: un inmenso territorio de hielo y frío pero lleno, teóricamente, de tierras y metales que son vitales para la carrera de la inmediatez o de las modernas comunicaciones. Un mundo en constante evolución desde finales del XIX cuando comenzaron a ir perfilándose los nuevos descubrimientos: teléfono, telégrafo, radio. Materias prometedoras o territorios llenos de posibilidades y hacia esas tierras de promisión -el telégrafo ya se superó y el morse quedó para nostálgicos- se dirigieron, desde todos los rincones del orbe, las miradas y los experimentos de gentes que hicieron avanzar este mundo hasta desembocar en la comunicación instantánea que gozamos en la actualidad, donde, también es lógico decirlo, estamos más solos que la una y no dejan de aumentar los trastornos mentales en todo el planeta representando ya una lacra de proporciones realmente lacerantes y la flaca se refugia para continuar con su trabajo.

En Groenlandia, dicen las crónicas, comenzó con el primer telegrama enviado un siglo antes el 6 de septiembre de 1925 al soberano Christian X desde la oficina radiotelegráfica de Qaqortoq. Pero si vamos más atrás el inicio sería en 1879 cuando se fundaba Tele Post [actual Tussas que traducido nos daría hablamos luego] la mayor empresa de esta gigantesca isla ártica. En 1997 se reestructuró como Tele Greenland y en 2021 sería de nuevo rebautizada [ya saben: cambiarlo todo para que nada cambie; o sea, gastar y promover negocio para los acólitos. Hay que cambiar infinidad de cosas: colores institucionales -antes rojo, ahora verdiazul- rótulos, infinidad de papelería, etc.].

De paso toca enseñar al personal de la nueva realidad, o simplemente, se cambia aprovechando que te has quedado obsoleto. Nos venden como progreso cosas que muchas veces no necesitamos por mucho que los prebostes de Bruselas nos vendan esa milonga del progreso y la sostenibilidad, imponiendo, de paso, unas normas que no siempre se corresponden con lo que la ciudadanía necesita ni mucho menos la naturaleza pide, seguimos pues enredados en la célebre teoría del Gatopardo.

Los sellos conmemorativos comenzaron a circular el 6 de septiembre de 2025, dos efectos de 4 y 25 coronas [tarifa local y europea] donde nos muestran a dos groenlandesas; la primera sentada y hablando por teléfono en un aparato de finales del XX y en el otro ya con la tecnología móvil de nuestros días. Se emitieron en minipliegos de diez ejemplares y en díptico-hojita bloque que nos ofrece un material adicional con la ilustración de la joven que está sobre una roca y nos ofrece una vista de la zona al tiempo que la misma se hace un selfie ¿o está escuchando música? Ambos efectos fueron diseñados por Martin Brandt Hansen.

No son estos los únicos efectos relacionados con el mundo de las comunicaciones y si nos detenemos en el último lustro, la isla realizó varias emisiones directamente relacionadas con la temática, por ejemplo en el 2018 aparecían las antenas de la estación abandonada de Narsaq Point. En 2019 lo harían las de Anqissoq y Nanortlik y unos nativos escuchando la radio durante la II Guerra Mundial; en el 2024 volvieron a aparecer unas antenas en una emisión dedicada a recordar los cupones de ahorro de 1957 que representaban las antenas de una estación radiotelegráfica.

Juan Franco Crespo

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