Gala de la XII edición del Certamen de Relatos Cortos Carcelarios 'Conrada Muñoz', celebrada en la Peña La Platería de Granada FOTO: ANTONIO ARENAS

Dionisio Martín Bueno recoge el premio ‘Conrada Muñoz’ en una gala celebrada en la Peña Flamenca La Platería

Dionisio Martín Bueno, ganador del XII Certamen de Relatos Cortos Carcelarios, -un concurso literario de ámbito nacional con el que se pretende mantener vivo el recuerdo de Conrada Muñoz, una granadina, madre de un funcionario de prisiones asesinada por ETA-, recogía en la noche del pasado viernes su premio en la Peña de la Platería de Granada. Dionisio nació en Madrid, en 1974, «por circunstancias de la vida», ya que las raíces de su familia están en Peal de Becerro, de donde es tanto la familia de su padre como parte de su familia materna. Por eso se considera «jienense, de Jaén», donde creció como hijo de médico, lo que le llevó a residir en distintos pueblos, pero señala que el que me más le marcó y donde creció fue en Lopera.

Dionisio Martín recoge su premio de manos de José Ramón López, presidente de la Fundación Athena y sindicato ACAIP ::A.A.

Dionisio estudió Derecho en la Facultad de Jaén entre 1992 y 1997 y tras opositar sin éxito en varias ocasiones para ser juez o abogado, la necesidad de encontrar un modo de vivir y satisfacer las necesidades de la familia le llevó, en 2007, a convertirse en funcionario de prisiones que, excepto un periplo breve en el que estuvo en Albolote y en Sevilla, ha desempeñado en el Centro Penitenciario de Morón de la Frontera, la práctica totalidad y en Córdoba, donde sigue trabajando en la actualidad. De esta manera «lo que en un principio fue una solución de urgencia o casi un parche para procurarme un modo de subsistencia se ha terminado convirtiendo en mi hogar y en mi vocación». En la actualidad reside en Linares, donde su mujer ejerce de matrona y donde han crecido sus dos hijos: Dionisio Jr., de 19 años y Carlos, que tiene 16 años. En cuanto a su vocación literaria reconoce le viene de lejos pues ha sido desde pequeño un lector voraz. « Lo he sido, lo sigo siendo y espero seguir siéndolo toda la vida», afirma con rotundidad, antes de añadir que «leo muchísimo y es una de las actividades que más felicidad me procura junto con el deporte», aficiones inspiradas por sus padres.

Toñi Ruiz, José Ramón López y Juan Chirveches ::A.A.

En cuanto a su idea de participar en el ‘Conrada Muñoz’ afirma que se la debe a su hijo que previamente le retó a participar en un concurso literario convocado `por en una librería de Linares aventurándose a escribir un relato inspirado en el mundo de la cárcel donde estaría el embrión de ‘Burbujeante’ que ha sido el que le ha valido el primer premio en un concurso en el que han participado más de 300 autores, siendo el elegido por un jurado compuesto por Toñi Ruiz Martínez, Juan Chirveches, Lucía Sánchez Palma, Beatriz Orlandi, Sebastián Moya y Manuela Pascual, «por su originalidad en la manera de contar la historia a través de los ojos de una niña, con un crudo final que conecta con la compleja realidad familiar y penitenciaria».

Precisamente el acto del viernes estuvo coordinado por Toñi Ruiz y contó con la participación de José Ramón López, presidente de ACAIP y de la Fundación Athena, instituciones convocantes del certamen, Juan Chirveches, vicepresidente del Centro Artísticos de Granada y director técnico del mismo y Maite Araluce, presidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), además de el hijo y viudo de Conrada Muñoz.

Al principio del acto se guardó un minuto de silencio por todas las víctimas del terrorismo etarra ::A.A.

Víctimas de ETA

Tras guardar un minuto de silencio por las víctimas del terrorismo etarra y justificar la organización de este concurso literario, el único de España a nivel nacional, en memoria de Conrada Muñoz, «vilmente asesinada por la banda ETA y con ella a todas las víctimas de esa dolorosa lacra que es el terrorismo» se desarrolló el acto en el que José Ramón López lamentaría cómo «el terrorismo viola los derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad» y que en la actualidad «no se puede ser más mezquino ni más injusto. El blanqueamiento genera una sensación de injusticia y dolor entre las victimas del terrorismo y sus familiares, al ver cómo partidos que en su momento apoyaron y justificaron la violencia, ahora participan en la vida política de manera normal, haciendo desaparecer la memoria, la dignidad y la justicia».

Intervención de Maite Araluce, presidenta de la AVT ::A.A.

Por su parte, Maite Araluce manifestaba no entender «cómo no se podía prohibir esa exaltación a los terroristas en las calles y en los pueblos de del País Vasco y Navarra» pues se está dando el mensaje a la juventud de que «está bien matar para conseguir fines políticos» al tiempo que denunciaba que el Ministerio de Interior está invisibilizando a las víctimas del terrorismo al tiempo que les va quitando «cada año más subvenciones de tal manera que tenemos que despedir trabajadores y no pueden atender a las víctimas como se merecen».

Recital poético de Charo Calle y María Parra, coordinado por Juan Chiveches, del Centro Artístico ::A.A.

Tras estas intervenciones llegaría el momento en el que Juan Chirveches ofrecería una pequeña charla sobre literatura y cárcel que sería amenizada con el recitado de poemas del padre de los Machado, de Emilio Lafuente, Francisco Machado y Emilio Carmona, relacionados con este tema leídos estupendamente por Charo Calle y María Parra.

Luego llegaría el momento de la entrega del premio y diploma a Dionisio Martín quien, tras agradecer a las instituciones este galardón que nació «con el propósito de acercar el mundo penitenciario a la sociedad y, si es desde una perspectiva literaria, pues mejor que mejor» completaría con la lectura de su relato ganador.

Broche flamenco con Abraham Campos, al cante, José Cortés, el Pirata, a la guitarra y Silvia Fernández, al baile ::.A.A.

Le seguiría un espectáculo flamenco que sería presentado por el presidente de la Peña La Platería, Víctor Vázquez, que contó con la participación de Abraham Campos, «uno de los grandes artistas que tenemos ahora mismo en Granada» cantando por carceleras y tonás, a la guitarra, José Cortés, el Pirata, perteneciente a una familia flamenca de solera, al igual que Silvia Fernández, de Iznalloz, «una promesa que va a ser una de las grandes bailaoras de España».

Dionisio Martín, junto a los protagonistas de la gala ::A.A.
El ganador con su familia ::A.A.
Invitación a los asistentes en la terraza de La Platería con la Alhambra de fondo ::A.A.

Por Dionisio Martín Bueno

Una bombilla desnuda iluminaba, con luz mortecina, el estrecho recibidor amueblado tan solo con un zapatero destartalado. Madre e hija se preparaban para salir. Aitana no paraba de canturrear y dar saltitos. El sábado era su día preferido de la semana, el momento de visitar a papi en el hospital. Se había puesto sus mejores galas para la ocasión: el chándal rosa de Hello Kitty, las Skechers de lucecitas y su chaquetón rojo acharolado. La madre —vaqueros negros ajustados, chaqueta acolchada blanca, pelo graso recogido en una coleta y rostro ojeroso— terminaba de peinar la melena rubia de la pequeña.

—Toma… Guarda la medicina de papá. —La mujer le pasó un paquetito envasado al vacío, con unas pastillas, polvo blanco y unas tabletas alargadas de color marrón.

—¿Dónde siempre, mami?

La mujer asintió, apartando la mirada de su hija, que, con mano experta, ocultó la bolsita en su ropa interior.

Fuera llovía. Aitana se ajustó la capucha roja, tomó la mano de su madre y salieron corriendo en dirección a la parada del autobús. Llegó enseguida. El trayecto en bus era uno de sus momentos favoritos; le encantaba reencontrarse con otros niños (que también iban a visitar a sus familiares enfermos), y jugar a atravesar el bosque de piernas adultas, de un extremo a otro de la cabina. Entre risas y gritos.

No tardaron en llegar al hospital. Lo cierto es que aquel lugar le daba un poco de miedo: rodeado por altísimos muros coronados con alambre de espino, los edificios de hormigón con ventanas enrejadas, la imponente torre dominando todo el complejo, y esos enfermeros tan serios y vestidos de negro. Sin soltar la mano de su madre, entraron en el departamento de comunicaciones y se acercaron a la ventanilla para el proceso de identificación. Luego, se colocaron en la fila de visitantes, esperando para pasar por el arco de detección metálica y ser cacheadas. De repente, la cara de Aitana se iluminó, sus ojos azules queriendo escaparse de las órbitas. No podía creer lo que estaba viendo.

El ganador durante la lectura de su relato ::A.A.

Las orejas puntiagudas, unos ojillos chispeantes, el hocico alargado y oscuro, y una enorme lengua rosácea colgando de las fauces. Era el perro más grande y bonito que había visto nunca. Y estaba ahí, junto al arco detector, custodiado por uno de esos enfermeros. Era grande como un lobo, y, lo mejor de todo: no paraba de jugar con la gente, los olfateaba, ladrando y agitando su cola cobriza. La niña, emocionada, se giró hacia la mujer, tirándole del brazo.

—¡Mami, mami! ¡¿Puedo jugar con el perrito?!

Aitana dando saltitos y la madre con el rostro petrificado en una mueca de terror. Y un susurro, casi inaudible:

—Me cago en Dios, me cago en Dios, me cago en Dios.

La sonrisa desapareció del rostro de la pequeña. Poco a poco, la columna de comunicantes fue avanzando. Justo antes de llegar a nuestras protagonistas, el perro apuntó con el hocico a la entrepierna de un señor gordo y calvo, y comenzó a ladrar. Los enfermeros y el perro se marcharon con el hombre por un estrecho pasillo que se abría en un lateral de la estancia, mientas madre e hija continuaban su camino. Al poco, llegaron al cuarto de visitas y, sí, allí estaba: el padre sentado en el colchón cochambroso, más delgado y con peor aspecto que la última vez. La cara iluminada con una sonrisa expectante. María se lanzó a sus brazos, alborozada. Qué orgullosa se sintió cuando, tras hurgar en sus bragas, entregó la medicina a papi. Luego, lo de siempre: el hombre se marchó al lavabo a tomar su dosis; pasado un rato, volvió con esos ojos de pez muerto, y, durante diez minutos, fueron una familia. Tras eso, sin necesidad de que nadie le dijese nada, Aitana se retiró al cuarto de baño. Risas, susurros, el sonido cadencioso del somier golpeando la pared, jadeos.

Y Aitana en su agujero. Sobre el lavabo, las medicinas de papi. ¿Por qué no? La niña se humedeció el pulgar, lo hundió en el polvo blanco y a la boquita. Burbujeante.

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Antonio Arenas

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Comentarios

2 respuestas a «Dionisio Martín Bueno recoge el premio ‘Conrada Muñoz’ en una gala celebrada en la Peña Flamenca La Platería»

  1. Araceli Gil César

    Enhorabuena. Soy Araceli, la ganadora del año pasado. Tu relato es impactante, crudo, real. Me enorgullece haber «pasado el testigo» a un compañero de Prisiones. Enhorabuena de nuevo.

  2. Araceli Gil César

    El acto de entrega ha sido entrañable, tanto como el que yo he vivido el año pasado. Me hubiera encantado estar con vosotros, contigo, Antonio, con Pablo, Toñi, Víctor… Guardo un recuerdo especial de todos. Un abrazo.

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