Al finalizar el curso pasado, desde nuestro colectivo, mostramos una gran preocupación por la práctica desaparición del programa de Educación Ambiental Aldea desde la puesta en marcha del programa CIMA.
La Resolución de 1 de septiembre de 2025 por la que se articula la integración y unificación de los distintos programas educativos y la derogación de CIMA nos da alas para pensar que el programa ALDEA volverá a coger la fuerza que corresponde, atendiendo a los acontecimientos ambientales y sociales que estamos viviendo a nivel mundial. No obstante, la decepción vuelve a hacerse latente al comprobar la pobreza de las temáticas que se ofrecen para abordar la Educación Ambiental (Recapacicla y Huertos).
Programa ALDEA
Es importante recordar que el programa de Educación Ambiental Aldea comienza su andadura en 1984, se denominó ALDEA (haciendo alusión al concepto de “Aldea Global de McLuhan”) y se consolida como programa marco de educación ambiental en 1992. Es el programa más antiguo del sistema educativo andaluz. Ha sido referente en el ámbito nacional e internacional y ha significado una progresión en el alcance de los proyectos educativos de educación ambiental en los centros, pasando por modelos de naturaleza y grado de compromiso diferentes. Se ha ido enriqueciendo año tras año con el trabajo del profesorado y de las comunidades educativas y, muy especialmente, ha sabido adaptarse, en cada momento, a los nuevos retos ambientales.
Un programa estructurado, con una metodología, con un material didáctico y con una formación específica. Un programa que ha permitido a cada centro abordar la Educación Ambiental en función de su punto de partida, de sus características y necesidades; desde trabajar una o varias temáticas hasta desarrollar un proyecto integral de educación ambiental. Todo ello ha hecho que ocupe un lugar relevante en la labor educativa que se desarrolla en muchos centros andaluces. CIMA, durante su tiempo de vigencia, ha desmembrado el programa ALDEA, lo ha hecho girones, lo ha desposeído de su estructura lógica, que permitía a los centros moverse por los diferentes temáticas que convergen en la crisis ambiental y los graves problemas ecológicos del planeta, desembocando en el estado de emergencia climática en el que vivimos.

Durante más de 30 años, esta formación ha sido clave para concienciar sobre la sostenibilidad, el respeto al entorno y la acción frente a la crisis climática. Eliminarla es ignorar la urgencia del momento que vivimos y silenciar una herramienta pedagógica esencial.
Una educación ambiental para el siglo XXI –en consonancia con las recomendaciones generales de la UNESCO (Los siete saberes necesarios para la educación del futuro)- debería incorporar las siguientes características:
- Ayudar a abordar los graves problemas sociales y ambientales de nuestro mundo.
- Tener un enfoque integrador y complejo, de educación para la sostenibilidad.
- Preparar para “un mundo incierto”, para saber afrontar lo inesperado.
- Fortalecer la conciencia de “ser habitantes de la Tierra”, único hogar de la especie humana, es decir, generar un sentido de ciudadanía planetaria.
- Enseñar la globalidad, la relación todo-partes, la multidimensionalidad y su complejidad.
- Ayudar a interpretar las razones y los intereses que han hecho que el mundo sea como es.
- Fundamentar la convicción de que es posible una sociedad diferente.
No se puede construir un futuro verde sin Educación Ambiental. Recuperar el programa ALDEA en su totalidad no es una opción, es una necesidad para una Escuela comprometida con el Planeta y con las Personas y para conseguir que la VIDA SEA LA LEY DE LA TIERRA.

(*) Escrito remitido a la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional.






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