Escritoras granadinas en la Feria del Libro

Ana Barea Arco: «Sororidad y paz»

En esta semana han coincidido dos efemérides dedicadas a la mujer en diferentes ámbitos.

El martes, 14 de octubre, se celebraba el Día de las Escritoras, una efeméride de carácter nacional. Es alarmante comprobar la gran cantidad de mujeres escritoras que han sido invisibilizadas, relegadas a un segundo plano y que han tenido que desarrollar su labor como escritoras a costa de un esfuerzo extra y que incluso han visto como su obra era firmada por su marido o se han visto obligadas a utilizar un seudónimo o iniciales masculinas para poder ver su obra publicada. Si ya es difícil para las mujeres conciliar vida familiar y trabajo añadir a esto la conciliación con la escritura hace que para las mujeres escribir sea la mayoría de las veces un esfuerzo titánico que se lleva a cabo a costa de robar horas al descanso personal o incluso renunciando a otras facetas de la vida. Aún la visibilidad de las mujeres dista mucho de la de los hombres.

Ni una mujer en la foto

El miércoles, 15, se celebraba el Día Internacional de la Mujer Rural. El trabajo de la mujer en el mundo rural ha sido aun mas invisibilizado y duro que el de las escritoras. Las mujeres del mundo rural han cargado con los duros trabajos del campo sin el mas mínimo reconocimiento. Han sido las mas invisibles y abnegadas de todas. Cuando recuerdo la fortaleza de mis abuelas, que fueron mujeres de campo, me embarga una profunda admiración, ternura y tristeza.

Las mujeres son el pilar fundamental que sostiene la continuidad de la vida, el cuidado de los mas débiles. No es necesario que yo recuerde aquí la importancia de la mujer en el sostenimiento de la vida humana en el mundo, todos lo sabemos. Y también sabemos lo importante que ha sido para la supervivencia de las mujeres la sororidad. Esa relación de solidaridad y afecto entre mujeres que nos sostiene desde tiempos inmemoriales y nos permite alzar la voz e ir avanzando paso a paso en la lucha por nuestro empoderamiento. Y aún es mucho el camino que nos queda por delante y muchas las zancadillas que tendremos que sortear. Representamos la mitad de la población del mundo y seguimos siendo invisibilizadas como demuestran a diario no solo los acontecimientos cotidianos sino también los acontecimientos mas relevantes.

Ana Hinojosa Márquez y su hija Ana López Hinojosa.Mujeres campesinas bisabuela y abuela de la autora, Ana Barea.

Esta semana también ha estado marcada en primera página por la firma del acuerdo de paz entre Israel y Palestina, una firma en la que Palestina no ha tenido voz ni voto y tampoco han tenido voz las mujeres. Miro la foto de los ufanos mandatarios y no hay ni una sola mujer en ella. Y me pregunto:

– ¿Qué paz puede existir y ser real si no contempla a la mitad de la población mundial?

– ¿Qué bandera de paz se puede tejer si no hay ni una sola tejedora?

Triste paz y exiguas efemérides. El año tiene 365 días y las mujeres trabajamos, cuidamos, escribimos, tejemos, amamos y soñamos con la paz los 365 días del año.

Alicia Choin, Marina Tapia y Ana Barea

Como homenaje personal y con el orgullo de ser mujer desde aquí dedico a todas las mujeres este poema que va encabezado por unos versos de la insigne Rosalía de Castro que además de escritora fue madre de siete hijos.

Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos.”

Rosalía de Castro

Pléyade de tejedoras

En esta ciudad musa y cuna de poetas,
a veces madre y otras madrastra
hubo mujeres que bordaron banderas de libertad
con el hilo de su propia vida.

Y las que heredaron esa bandera enhebran sus agujas con tinta.
Ángeles Mora “entreteje palabras”,
Marina Tapia las convierte en “un Kilim”,
y Alicia Choin pone hilos de “luz en las trincheras”.

La madre de Mariluz Escribano
“cosía con leve puntada primorosa
para evitar la dura miseria de las telas
”.

Mi madre bordaba, pacientemente, delicados velos de tul
mientras el puchero hervía en la cocina.

Mi tierna y dulce abuela Anica caminaba
con las manos siempre ovilladas en hilos blancos.

¡Qué gran maestra haciendo colchas de ganchillo
para arropar los sueños de sus seres queridos!

Y yo, yo enhebro palabras a la luz de la esperanza
y ensarto paisajes con pinceles y trazos de tinta china.

Benditas mujeres tejedoras de estrofas y arrullos
que puntada a puntada van hilvanando
sus vidas y las de los suyos,
con hilos de pura paciencia, de sal, de pan, de miel y de luz.

Hermanas que juntas avanzamos embastando el futuro
con metáforas, sobre una urdimbre de entretelas blancas.

Hilanderas resilientes, pacientes y enamoradas de la vida.
Hilo a hilo vamos hilando versos como encajes de bolillos.

Bordadoras de libertad, de silencios rotos y de nuevos paisajes,
zurcidoras de almas heridas y de catástrofes sobrevenidas.

Hijas del laurel”, locas soñadoras con el corazón a la intemperie.

Todas las mujeres del mundo somos tejedoras de esperanza
y bordadoras de memorias con puntadas vivas.

Y mientras aguardamos que Átropos nos corte los hilos
seguimos hilando, tejiendo, cosiendo y bordando
con interminables y hermosas hebras de sororidad.

Ni la mismísima Aracne podría tejer con mejores hilos
y ni siquiera hilvanar mejores sueños.

Ana Barea Arco

Ana Barea Arco

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