La primera vez que veía esta monumental construcción apenas tenía doce años y aún vivía en mi Alhama natal.
Recuerdo que Radio Praga -recientemente honrada por Reporteros Sin Fronteras como el 13 organismo de información más veraz del orbe- mantenía en el aire un programa sumamente didáctico y formativo: Castillos y Palacios de Checoslovaquia.
Cuando lo escuchabas, si querías “reconstruir” aquello que llegó a tus oídos a través de las ondas hertzianas, escribías a la emisora y con puntualidad alemana te llegaban a casa una o varias postales sobre el monumento que surcó el éter y que gracias a la UE, cada vez son más escasas en esta Europa de los 27.
Llegaron los pagos ¿o eran los palos?, y lo que en determinado momento se gastó alegremente acabó configurando los presupuestos de consolidación que tratan de evitar el desbordamiento. Recordemos que el control de la información del mundo es vital para manipular a todas las mentes que la consumen, quizá ahí tengamos la clave por ese empeño en canibalizar, desmontar y eliminar a las otras voces por parte de Bruselas.
Una vez más se cumple aquello de pan para hoy y hambre para mañana. En el caso de la radio pensaron que las nuevas tecnologías serían la panacea, nos controlan esos monstruos de los algoritmos pero, en realidad, no vivimos mejor, sobre todo mentalmente. ¡Qué equivocados estaban los discípulos del orwelliano Gran Hermano!
En el caso de la lengua de Cervantes, casi todos los países nos ofrecían emisiones en nuestra lengua, hoy, tras la entrada en el XXI, sólo España y Rumania siguen en la Onda Corta, Chequia y Eslovaquia también están surcando el globo terráqueo pero a través de las retransmisiones que realiza el amigo Jeff White desde su planta WRMI (Miami): el resto ya nadie se acuerda e incluso mucha gente ni sabe donde están esos países -el plan Bolonia arrasó- que antaño llegaban a casa gracias a las libres y voladoras onda cortas. ¡Ah, pero es que esas emisiones, analógicas, no podemos controlarlas!
Regresemos al sello que es lo que nos trajo a pergeñar estas líneas, se trata de un efecto acifrado (Tarifa B, carta para el servicio nacional hasta 50 gramos y equivalente a 31 coronas al momento de la emisión) puesto a la venta el 8 de octubre de 2025 impreso en offset en dos versiones, pliegos de 50 ejemplares y carnet de 8+8 viñetas sin valor postal. El material fue diseñado por Petr Minska y nos muestra la fachada principal el histórico edificio; en el carnet tenemos una vista aérea junto a una imagen invernal según un cuadro de 1840. En varias ocasiones apareció en los sellos de Checoslovaquia y ahora República Checa. La tirada de esta emisión fue de 300.000 ejemplares en pliegos de 50 sellos y 10.700 carnets.
El topónimo Hluboká significa profundo y se le aplicó por el pozo de 190 metros que quedaría oculto bajo el vestíbulo actual. Inicia su historia en el siglo XIII, cuando era el castillo real de Premysl Otakar II, originalmente era una fortaleza, que pasó por una treintena de propietarios. Entre 1661-1939 estuvo bajo el dominio de la misma familia, tras no pocas reconstrucciones llegará a la puesta al día en el XIX en estilo neogótico y realizada por la familia Schwarzemberg cuando el conde Johann Adol II [en realidad fue su esposa] lo reconstruyó al estilo romántico y muy similar al de Windsor. La propiedad está próxima al río Vltava y a sus alrededores está el espléndido parque inglés. En su interior encontraremos excelente mobiliario de época, cuadros, tapices, vajillas, etc. Por algo es uno de los más visitados por el turismo de masas de nuestro tiempo en la República Checa.
Está ubicado a poco más de diez kilómetros de Ceské Budejovice. Tal y como quedó tras la última reconstrucción ha llegado a nuestros días, incluso se utilizó para varias películas como la de los Caballeros de Shanghái o Mundo Submarino. El trabajo de los arquitecto Franz Beer y Damasius Deworetsky fue una obra realmente modélica y está catalogada como la joya neogótica de Bohemia del Sur. Dispone de 140 estancias, once torres y actualmente ofrece al visitante diversos recorridos a los que podemos añadir las actividades de sus alrededores, sólo falta tiempo y dinero, para disfrutarlas, entre ellas el campo de golf de 27 hoyos.
En el carnet aparece una viñeta que nos muestra la cabeza que se encuentra en el llamador o picaporte de la puerta principal representando a un fauno. El matasellos ofrece una imagen del escudo de armas junto a la cabeza bigotuda que se usaba para llamar a la puerta y que reluce dando la bienvenida a los visitantes. En la ilustración del sobre de primer día encontramos un trineo que se empleaba para desplazarse por la campiña nada más caer la primera nieve por estas latitudes.
La edificación pasa por ser una de las más hermosas de su estilo en todo el país y está incluida en la lista de los Monumentos Nacionales y Culturales que gestiona el National Heritage Institute [vendría a ser nuestro Patrimonio Nacional]. Y todo gracias a los caprichos de la princesa Eleonora de Liechtesntein que entre 1840-1871 empleó su fortuna para convertirlo en un castillo de cuento de hadas.
Adolf Schwarzenberg se vio obligado a huir en 1939 para escapar de los nazis, el castillo lo confiscó la Gestapo, tras finalizar la contienda, lo haría el sistema comunista, en 1947 se le aplicó la denominada Lex Schwarzemberg que daba visos de legalidad a la requisa de propiedades. Técnicamente Chequia tenía que haber devuelto a los legítimos herederos todas las propiedades confiscadas en el denominado período socialista que perseguía construir el paraíso del proletariado.
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