Juan Franco Crespo: «Cincuenta aniversario de la Universidad de Maribor (Eslovenia)»

El último cuarto del siglo XX fue pródigo en acontecimientos relacionados con la enseñanza superior sobre todo, en el plano universitario, cuando aparecieron campus que no estaban previstos. La eclosión final se dará con el concepto de negocio en que se metió el sector y la calidad se resintió en todo el orbe iniciándose una carrera hacia el abismo que se aceleraría en el primer cuarto del XXI.

Por todos lados se parchearon los programas o planes de estudio, se adelgazaron, incluso se bajaron las notas cuando no fue un simple “sálvese quien pueda” y ahora estamos recogiendo esos frutos. Los que peinamos canas, en nuestra recta final, nos encontramos con unos profesionales que, a veces, nos hacen salir corriendo. Hay que armarse de paciencia cuando requerimos determinados servicios. La resiliencia -esa palabra de moda- parece que no existe en nuestros flamantes egresados ¿o debemos de hablar de educación?, y desde esta perspectiva llegamos también al medio siglo de la Universidad de Maribor que inició su andadura en 1975, un año que también nos marcó a los españoles.

Digamos que la institución es la segunda más grande del país y está compuesta por diecisiete facultades esparcidas por toda la ciudad situada a las orillas del Drava, apenas llega a los 100.000 habitantes. Su parte histórica es una delicia para los paseantes, tranquila, repleta de pequeños negocios que la hacen ideal para los viajeros sin prisas; de hecho toda la región es un regalo para los sentidos y, además, llena de vida con esa cuarta parte de la población estudiantil.

En sus inicios los promotores de la vida universitaria se declinaron por carreras vocacionales y colegios técnicos con el objetivo de garantizar la oportunidad a todos los eslovenos y estas fueron las proféticas palabras del primer rector de su historia Vladimir Bracic: “Uno de los pilares fundamentales es ayudar a construir la nueva universidad eslovena” y en sus bodas de oro podemos colegir que ese objetivo fue ampliamente superado; la transferencia de conocimiento, el intercambio de estudiantes internacionales es una moneda corriente que ha creado oportunidades para miles de estudiantes eslovenos que pasan por la coqueta Maribor, cerca ya de la frontera con Austria y suele tener una media de 20.000 discentes y casi 2.000 personas trabajando. Tiene una gran biblioteca especializada, varios edificios residenciales y unas instalaciones que invitan a la investigación y la cooperación en distintos frentes sin olvidar un entorno de película.

Aunque si nos atenemos a la historia, la Enseñanza Superior arrancó con el finiquitado Imperio Austro-Húngaro. Fue en 1859 cuando el obispo Anton Martin Slomsek fundaba el seminario [La Catedral lleva su nombre, fue beatificado en 1999 y comparte plaza con la Universidad] y de una u otra manera llegaríamos a 1961 cuando se creaba la asociación de instituciones de educación superior: comenzaba a perfilarse lo que acabaría siendo una realidad en la década siguiente cuando, oficialmente, nacía la Universidad pública que pasa por ser una de las mejores en esta parte de Europa y un alto nivel de exigencia, prácticamente el 40% de las peticiones de matrícula son rechazadas, con ello se aseguran mantener el nivel y se fomenta el compromiso de los alumnos mientras permanecen en cualquiera de sus 17 facultades.

El correo esloveno lo ha conmemorado con un sello de tarifa B [1.20€ servicio nacional] que se emitió en hojas de 25 efectos impresos por la Agencia Croata de Zagreb. El diseñador fue Mario Petrak, recoge la parte central del edificio del rectorado de estilo clásico con una gran plaza que lo enmarca donde también encontramos la famosa Catedral dedicada a Slomsek, y a ambos lados dos fotos históricas en un azul tan fuerte que apenas se distinguen. Tuvo una tirada de 25.000 ejemplares -o mil pliegos- que comenzaron a circular el 14 de julio de 2025, teniendo prevista la retirada de los sobrantes en esa misma fecha del 2026.

Si alguien se pierde por aquí, aunque los nacionalismos no sean my fuerte, le aconsejo darse una vuelta por el Museo de la Liberación, especialmente interesante es el capítulo dedicado a los partisanos de Pohorje (una zona montañosa y actualmente de esparcimiento para los residentes).

Juan Franco Crespo

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