En estas tardes otoñales me he puesto a organizar, eliminar o pasar al ordenador fotografías, ! menuda tarea!, y eso que suelo tenerlas al día y tampoco hago demasiadas, pero en esta ocasión he pasado de su visualización a la reflexión sobre la obsesión que hay en la sociedad por captar y capturar hasta el más mínimo acontecimiento y detalle de nuestras vidas.
Curiosa por naturaleza he buscado información de los orígenes e historia de la fotografía para así contextualizar mejor esta “fotomanía” .
Como muchos tecnicismos la palabra se ha formado a partir de términos de lenguas clásicas, en este caso del griego phos (luz) y grafo (rayar, dibujar, escribir), así que fotografía etimológicamente significa “ escribir o grabar con la luz.

La invención de la técnica fotográfica es el resultado de la combinación de diversos descubrimientos técnicos relacionados con la captura y tratamiento de las imágenes. Ya hubo precursores de la fotografía en la China antigua; en la Grecia clásica con Aristóteles y Euclides ( s. V y IV a. C ); en Bizancio y en el mundo árabe. En el s. XVIII los artistas empleaban la cámara oscura como un recurso para reproducir imágenes. Pero no será hasta el s. XIX, concretamente hasta 1826 cuando Niépce consiguió su primera imagen permanente. Más adelante Daguerre desarrolló en 1837 el procedimiento conocido como daguerrotipo difundiéndolo al mundo en 1839, considerado el año cero de la fotografía propiamente dicha.
La fotografía nace en un momento de tránsito de la sociedad preindustrial a la industrial, favorecida por las innovaciones técnicas de la época. La burguesía es la clase social dominante y utiliza el retrato como instrumento de autorepresentación y afirmación de su ascenso social.
Durante todo este siglo XIX se fue experimentando y mejorando la técnica fotográfica y ya en 1907 se comercializa la fotografía en color.
En 1931 se inventa el flash electrónico y en 1948 nace la fotografía instantánea con Polaroid.

Finalmente en 1990 comenzó la digitalización de la fotografía. La fotografía digital tendrá un papel muy importante en la sociedad por lo que supone de conexión inmediata entre las personas ya que se puede compartir con facilidad y rapidez por cualquier medio electrónico.
Y será en la década del 2000 cuando se hace masivo su uso, con la incorporación de cámaras digitales en los teléfonos móviles y demás dispositivos electrónicos.
Efectivamente en la actualidad el uso de la fotografía digital no solo es masivo sino que muchas veces también es abusivo, masivo porque la sociedad en masa mira la realidad a través de la cámara del móvil, incluso en los países más desfavorecidos en cuanto se lo pueden permitir sus habitantes prefieren antes que cualquier otra cosa que les pudiera resultar más necesaria un móvil con cámara por supuesto. La industria de la telefonía móvil no deja de sacar nuevos y más sofisticados modelos creando artificialmente en los usuarios unos nunca satisfechos deseos de conseguir el último modelo, por lo que la competencia entre los fabricantes es feroz ya que es una industria que genera miles de millones.
He dicho más arriba que el uso de la fotografía digital además de masivo es también abusivo, en el sentido de desmedido, excesivo, inmoderado y hasta se podría decir que opresivo, ya que en muchas ocasiones hay fotografías que se realizan sin el consentimiento de los fotografiados para perjudicarlos o dañarlos personal, profesional o familiarmente, todavía más cuando se suben a las llamadas redes sociales.

Por otro lado esas mismas redes sociales sirven de escaparate utilizado por muchos usuarios para mostrar sus intimidades, sus familias, se ha extendido en la sociedad una especie de capa de morbosidad por ver y ser visto, y no solo en los llamados profesionales de las redes sino también en la mayoría de las personas, ¿quién no ha subido a los supuestamente inofensivos estados de wasap fotos de viajes, cumpleaños, comidas, etc) , hay como una necesidad vital de que tus contactos conocidos o no tan conocidos vean lo que viajas o lo bien que te lo pasas, parece que si no lo haces has disfrutado menos o temes que puedan pensar que llevas una pobre existencia, cada vez más la opinión de los demás condiciona las vidas.
Por supuesto, me refiero a los que obsesivamente no dejan nada de su vida en lo que antes se llamaba “la más estricta intimidad”.
Y abusivo también cuando acudes a una reunión de amigos o asistes a una comida y en no se sabe qué momento alguien lanza al aire un tema de conversación o simplemente le pregunta a otro por su viaje o por sus hijos o por sus nietos o por su nueva casa y en ese fatídico instante todos sacan a cual más rápido sus móviles y frenéticamente empiezan a buscar fotos de viajes, hijos, nietos, y ya se acabaron las conversaciones, ahora estas se simplifican en manidos elogios, onomatopeyas, frases de asombro, de incredulidad etc,etc hasta que se agotan las palabras, aunque algunos todavía incansables siguen enseñando fotos al que se sienta a su lado que, mareado, se disculpa y se levanta para ir al servicio y el que lanzó en mala hora la pregunta sobre la familia, arrepentido dice que va a pedir la cuenta porque ya se tiene que ir y entonces todos a una dando un suspiro guardan el móvil pero sonríen con satisfacción, “misión cumplida”, ahora ya sí se pueden retomar las conversaciones interrumpidas por el muestrario fotográfico que cada comensal desplegó afanosamente.

Yo que soy “una rara avis” me suelo fijar en lo que sorpresivamente aparece en las fotos sin haberlo buscado, principalmente personas que pasaban justamente en el momento de “disparar” el objetivo, sobre todo las que salen mirándolo como si la foto se la hicieran a ellos.
Recuerdo unas fotos que hice a un pueblecito costero desde su Paseo Marítimo, en unas enfoqué también unas palmeras que estaban en el Paseo y el pueblo se veía a través de las palmeras, no pasaba nadie, aproveché e hice varias, seguí caminando y una vez rebasadas las palmeras como la vista era muy bonita, volví a hacer fotos , en ese momento pasó una pareja cogida de la mano paseando tranquilamente, esperé que me adelantaran y “disparé” el móvil, cuando vi la foto, no calcularía bien y salieron en la instántanea, no tenía la mayor importancia, lo que me resultó curioso fue que la chica iba de espaldas pero el chico justo en el momento de hacer la foto se volvió y me miró directamente con un gesto que todavía hoy no sé describir, entre cómplice, irónico, enigmático, lo que despertó mi imaginación: ¿Qué le hizo girarse?, ¿quién sería?, ¿Por qué miró tan directamente?…
Por supuesto, no siempre ocurre esto, la gente que sale casualmente en las fotos aparecen ajenas al objetivo del móvil y si lo miran es de pasada y sin prestarle atención.
De ahí que la foto del chico que he descrito me hizo reflexionar sobre cómo la fotografía no solo eterniza momentos, personas y lugares que nos son queridos sino también puede traer a nuestra vida personas desconocidas pero con las que a través de una instantánea se establece una conexión inexplicable pero real.
Voy a seguir organizando las últimas fotos que me quedan y puede que conozca a alguien más cuya existencia me era hasta este momento desconocida.
Si se sabe mirar, una fotografía está llena de magia, ensueño, evocaciones, nostalgias…






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