Una de las cosas más hermosas, que los seres humanos podemos realizar, es enseñar a otros. No obstante, la enseñanza es algo tan importante como necesaria; por lo tanto, como ustedes comprenderán, ambles lectores, enseñar no es precisamente una tarea sencilla. La enseñanza es una labor que se puede ejercer de múltiples maneras, dese la más ortodoxa y tradicional a la más heterodoxa e innovadora. Sin embargo, se opte por una forma u otra, finamente lo que estamos haciendo es dar cumplimiento a una de las obras de misericordia que antaño se enseñaban en la escuela: enseñar al que no sabe.
En este caso que nos ocupa, Ana Díaz Gallardo, maestra por vocación y de profesión, utiliza una forma de enseñanza que podríamos denominar como tradicional o clásica puesto que recurre al cuento infantil. Sin lugar a dudas, un subgénero literario dentro de la narrativa, cuya utilidad para enseñar a los más pequeños y transmitirles valores humanos, que son tan justos como necesarios, ha sido conocida y reconocida a lo largo de la historia.

Pues bien, esto es precisamente lo que Ana nos presentó en vísperas de la Navidad, su cuento titulado Valeria. La historia, que en éste se nos narra, es muy importante puesto que trata sobre una enfermedad crónica, la epilepsia, es decir, en el fondo del mismo subyace la intención de enseñarnos en qué consiste y cómo debemos de tratarla tanto si la padecemos nosotros mismos como si es alguien de nuestro entorno familiar o social quien la sufre. Es esencial que, desde pequeños y en los distintos ámbitos educativos como son la escuela o la familia -dentro de su más amplia diversidad-, se aborde el tratamiento de ésta y otras enfermedades crónicas con las que debemos aprender a convivir, normalizando su existencia y tratamiento, para así evitar estigmatizar a quienes la padecen. No nos cabe la menor duda de que la enseñanza y concienciación sobre esta o cualquier enfermedad, ya sea crónica o no, es absolutamente necesaria para comprender en qué consiste ésta y cómo debemos de tratarla y asimilarla; máxime cuando éste que escribe ha convivido y convive con ella dentro de su entorno familiar desde que nació.

Todas estas lecciones tan importantes son las que Ana nos enseñó hace unos días en el auditorio del museo arqueológico municipal de Baza, su ciudad natal. Me cupo el inmenso honor de haber sido invitado por ella para que le acompañase en la mesa y compartiera con el público asistente algunas reflexiones personales acerca de su obra prima, Valeria. En dicho estrado se hallaba también la ilustradora del cuento, Sonia Azor. He de poner de manifiesto que esta joven bastetana ha realizado un trabajo inconmensurable puesto que poner imagen a las palabras es, sin lugar a dudas, todo un arte que tan sólo es capaz de ser realizado por quien ha sido tocado con la gracia divina como pienso constituye el don que Dios ha regalado a Sonia. ¡Enhorabuena! a ambas por tan excelso trabajo.
Por último, sólo me resta felicitar públicamente a Ana Díaz por la publicación de su primera obra literaria, en forma de cuento infantil, y darle la bienvenida a este apasionante mundo que está conformado por la creación literaria y quienes nos adentramos en él de la mano de uno u otro género literario.
Valeria constituye per se el mejor regalo que Papá Noel o los Reyes Magos pueden traer a los más pequeños de la casa y a los no tan pequeños también. Así que, no lo dudemos ni por un instante, dicha petición debemos de incluirla en nuestra carta mágica. Todavía estamos a tiempo.






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