El departamento de correos en el Peñón arranca en 1886 y, desde que comenzara a tener sus sellos, ha demostrado una gran visión y calidad en sus emisiones postales que no dejan indiferente al coleccionista. Sellos atractivos cuando en otros lares no dejaban de ser anodinos y piezas variadas que hacen que acabes enamorándote de esas frágiles criaturas de papel. Recuerdo, siendo niño, que envié una carta con una dirección inventada: Grupo Filatélico de Gibraltar y ¡Bingo!
Unas semanas después llegaba a casa una carta de Enrique Germán Viñales [DEP] y comenzamos el intercambio de los sellos que cimentó una larga amistad que sólo se vería interrumpida con la visita de la flaca: el destino del ser humano. Los sobres de entonces, franqueados y matasellados con primor cuando acudíamos a las estafetas a certificar los envíos para intentar asegurarte que llegaban a su destino: no perdimos ni una sola de las cartas.
Incluso en algunas ocasiones se produjeron curiosas anécdotas, recuerdo, tras finalizar mi servicio militar, al licenciarme, dirigí mis pasos a Barcelona donde comencé a trabajar en un Centro de Cálculo tras ser sometido a una serie de pruebas, entre ellas unos terribles test que se pusieron de moda en la selección de personal de aquellos momentos. Ahí pinché, pero me llamaron para realizar unas pruebas por el alto nivel del resto de las piezas del puzzle selectivo, la propuesta era estar dos semanas de y, tras esa evaluación, la empresa decidiría… A los diez días me llaman al despacho [pensaba que todo había acabado] y me presentan un contrato indefinido; alucinaba, pero ahí descubrí la gran utilidad del curso realizado en la ETEA como operador de teletipos que en aquellos tiempos los hacía volar.
Laboralmente fueron años de grandes satisfacciones y a tiempos muertos tocaba seguir con otras aficiones y los estudios en la universidad. En una de esas estábamos cuando a finales de 1976 acudí a enviar mi certificado para Enrique desde la Estafeta de la Estación Término y, la jefa de la misma, me dice que no puede admitirme el envío porque GIBRALTAR no existe… y se pueden imaginar cuando la invito a que consulte la agenda de bolsillo -te la regalaban cada comienzo de año- y vaya a la página X: allí encontrará que sí existe Gibraltar y, además, la tarifa es la básica nacional [entonces incluía España, Portugal, Andorra y Gibraltar] al final hasta quedamos como viejos conocidos cada vez que me acercaba a la Oficina. Casi medio siglo de estampillas gibraltareñas llegaron sin problemas a mis manos [hoy no sería posible porque Gibraltar no pertenece en materia aduanera a la UE y CORREOS grava los envíos extracomunitarios]. Hoy, en la época de las democracias garantistas ese intercambio se volvió imposible porque todas las mercancías pagan, aunque valgan unos céntimos. ¡Qué osadía!

Los sellos de Gibraltar lucían con elegancia propia y ahí siguen a pesar del gran desconocimiento por parte del público aunque son fáciles de admirar con un simple click en la web institucional del Royal Gibraltar Post Office, título concedido en abril del 2005 por la entonces soberana Isabel II.
Ahora nos vamos a detener en la emisión SEPAC que este año ha escogido la arquitectura como tema común a todas sus administraciones. En la Roca han sido seis sellos y otros tantos edificios emblemáticos.
La Iglesia del Sagrado Corazón (XIV) de estilo neogótico y arcos apuntados, pasa por ser una de las iglesias más reconocidas en Gibraltar.
El Convento que es residencia oficial del Gobernador desde 1728, arquitectura georgiana y posteriores añadidos estilo victoriano, es el símbolo del pasado colonial y un legado que luce especialmente en fiestas y recepciones oficiales.
El Ayuntamiento, se ubica en la plaza John Mackintosh, es un edificio neoclásico de principios del XIX, originalmente era de uso privado que acabó siendo la sede de la administración local, allí encontramos la Galería de Arte Mario Finlayson.
El Colegio de San José, posiblemente una de las instituciones educativas más antiguas del Peñón, se localiza en las empinadas terrazas de la denominada Ciudad Alta.
La Catedral de Santa María la Coronada, es la principal iglesia católico-romana que ostenta la categoría más importante para la comunidad gibraltareña. Antiguamente fue mezquita pero pasó al culto cristiano tras la recuperación del edificio por parte de las tropas españolas; reconstruida tras el Gran Asedio, hoy es un claro ejemplo de arquitectónico con elementos góticos y moriscos.
Los sellos tienen un valor facial de 30-60-90 peniques y 1-1,15-4 Libras. Fueron diseñados por Esteban Perera con fotos de Sebastián Rodríguez, impresos a cuatro colores en litografía offset por la francesa Cartor.






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