Cartel de la exposición / Pilar Mesa Arroyo

Pilar Mesa Arroyo: «Las nadies. Recuperación de mujeres olvidadas. La pintora Juana Francés»

Salvando las distancias y con todo el respeto y la admiración posibles, me permito tomar el título de un conocido texto de Eduardo Galeano Los nadies y transformarlo al género femenino, para referirme a mujeres olvidadas en general en nuestra historia. Tengamos en cuenta que el propio autor también escribió con gran claridad sobre el relegamiento de distintas mujeres en la historia en sus obras, en general, como es el caso del libro Espejos. Una historia casi universal pero también dedicó una obra específica a las mujeres titulado exactamente así: Mujeres.

Por otra parte, escribe la periodista y escritora Mercedes de Pablos en su prólogo a la novela Quiero vivir mi vida de Carmen de Burgos de la Editorial Almuzara en torno a la recuperación de mujeres olvidadas en la Literatura y en otras artes, que:

La literatura en concreto y las artes en general albergan joyas que ahora podemos descubrir y que solamente las ojeras de una sociedad de hombres han permitido que no las conociéramos. Tan apasionante como el descubrimiento de la tumba de Tutankamón descubrimos ahora obras que permanecieron ocultas”.

Pues la cuestión es que, casualmente, en un viaje a Alicante descubrimos el MACA, Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, cuya visita recomendamos, y allí, una exposición sobre la pintora, Juana Francés denominada La construcción de una artista moderna (1945-1956) que se puede visitar en dicho museo desde el 8 de octubre de 2025 al 25 de enero de 2026. Las comisarias de la exposición son: Rosa Castells y Natalia Molinos.

Recomendamos la visita al museo y a la exposición sobre la obra de la pintora Juana Francés. Y aprovechamos para reivindicar la figura de esta artista, poco conocida para el público general como, por desgracia, sucede con tantas mujeres en distintos ámbitos a lo largo de la historia. De hecho, en una búsqueda superficial no hay mucha información en la red sobre ella y su obra, para profundizar un poco en ella, hemos tenido que recurrir a la web del museo citado, a la parte dedicada a su colección y a la exposición temporal que ahora se puede visitar.

Juana Francés nació en Alicante en 1924 y falleció en Madrid en 1990. Es considerada una de las artistas más contundentes de la trayectoria plástica española del siglo XX. Fue miembro fundador del grupo “El Paso” y la única mujer que formó parte del mismo. Fue una creadora de fuerte carácter y extrema sensibilidad pero no siempre reconocida. 

La artista expuso en eventos artísticos internacionales tan importantes como las tres Bienales Hispanoamericanas (1951, 1953 y 1955), la Bienal de Venecia donde fue seleccionada hasta en cinco ediciones (1954, 1960, 1964, 1966 y 1970), en la Bienal de Alejandría de 1959 o en la edición de la Bienal de São Paulo de 1971. También exhibió en exposiciones colectivas junto a compañeros de generación en el Museo Guggenheim de Nueva York (1960) o en la Tate Gallery de Londres (1962) y en destacadas muestras individuales en instituciones de España, Francia o Portugal, entre otros lugares. Fue reconocida por la crítica desde su etapa inicial figurativa hasta el final de su trayectoria, pero fue olvidada por la historiografía del arte. En los últimos años su figura se ha reivindicado con fuerza, afirmando su calidad y pertinencia.

Cuadro El alma y el cuerpo de 1951 / PMA

Juana Francés fue la más destacada de un grupo de mujeres artistas que comenzó a exponer en los años 50 del pasado siglo y cuya obstinación profesional desafió a la sociedad de su tiempo. Frente a un entorno hostil, normativo y rígido creado por la ideología política y social del franquismo, Juana Francés logró estar atenta a las preocupaciones plásticas y formar parte de una generación de artistas que revolucionaron el arte de su tiempo, impulsados por una situación política, social y cultural coercitiva.

Residiendo en Madrid desde 1941, en 1945 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid donde acabó en 1949 de forma brillante. En una Escuela donde el número de alumnas era del veinticinco por ciento, Juana destacó entre compañeros de generación como Manolo Conde, Agustín Úbeda, Francisco Farreras y trabó profunda amistad con dos pintoras: Isabel Díaz y Nellina Pistolesi.

Al terminar sus estudios, consiguió dos bolsas de estudios para Francia e Italia que, sin duda, conformarán su personalidad y lenguaje artístico. En 1951 viaja por primera vez a París donde descubre la pintura moderna. En 1953 regresa a la capital francesa con el fin de conocer y estudiar los museos, así como la arquitectura y vidrieras de las catedrales. Y se impregna de los aires vanguardistas que se respiraban en la capital francesa, donde el Art Brut de Jean Dubuffet, la obra de Picasso, Jean Fautrier, Soulages, Bernard Buffet, o el Tachismo abstracto de Wols y Hans Hartung, eran apasionadamente debatidos. El viaje se prolongó hasta Italia visitando las ciudades más importantes y empapándose del arte etrusco y romano, estudiando con detalle a los primitivos renacentistas italianos como Paolo Ucello, Piero de la Francesca o Andrea Mantegna, así como de la pintura italiana contemporánea que influyó decisivamente en el planteamiento estético de su etapa figurativa.

Sus primeras exposiciones individuales tienen lugar en Madrid, en la Galería Xagra (1952) y en la Galería Biosca (1953) con reconocimiento de la crítica. Atenta a los debates del momento, Juana Francés acudió al Congreso de Arte Abstracto de Santander de 1953, uno de los grandes acontecimientos culturales de la época, donde se normalizó y aceptó “oficialmente” la pintura de tendencia abstracta que será utilizada después para blanquear internacionalmente la imagen de España por el régimen franquista.

Dentro del país, algunas propuestas surgidas del diálogo entre arquitectos y artistas plásticos establecieron algunos caminos para la modernidad. Y ahí también encontramos a Juana Francés. Por un lado, en los Paradores Nacionales diseñados por arquitectos del movimiento moderno como Moreno Barberá, quien se ocupa en 1954 de seleccionar obras de arte para su decoración a algunos artistas que comenzaban a despuntar: César Manrique, Agustín Redondela, Martínez Novillo, Menchu Gal o la propia Juana Francés a quien adquiere tres bodegones para el Parador de Santiago de Compostela.

Museo MACA / PMA

Otro arquitecto, José Luis López del Amo encargó entre 1956 y 1957 a Juana Francés una fuente diseñada y construida con distintos materiales pétreos y cerámicos titulada “Azud” en San Isidro de Albatera. Hasta hace poco desconocíamos la participación de la artista en lo que sería uno de los proyectos de posguerra más importantes y que ha sido rescatado por la investigación sobre la artista.

En 1956 tuvo lugar su primera gran exposición individual en el Salón del Prado del Ateneo de Madrid. Ese mismo año emprende un nuevo y largo viaje por Europa, tomando contacto directo con obras y artistas, junto al crítico de arte Moreno Galván y el artista Pablo Serrano quien acabaría convirtiéndose en su compañero de vida. Juana Francés se enfrentó a las dificultades de las mujeres artistas para desarrollar su carrera y luchó por conquistar su espacio en un mundo del arte masculinizado. En ese contexto tan desfavorable, Juana consiguió vivir de su trabajo como artista.

Pilar Mesa Arroyo

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