Gregorio Martín García
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Gregorio Martín García: «… Y le llamaban Lamborghini»
Erase una vez un pueblo, que hundido en sus tradiciones y costumbres todavía labraba sus campos, sus tierras con yuntas de buenos mulos…¡aaah…! y mulas también las había y también buenas aradoras y animales de tiro.
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Gregorio Martín García: «Noche de soledad y ruido de silencio (Reflexión en Nochevieja)»
Trataba de meditar sobre ese instante en que el mundo danza convulso en frenética fiesta, mientras, yo acompañado e inmerso en absurdo silencio. Con él todo mi espacio ocupado mientras vivía y meditaba lo de aquel momento. El primero sería, a solas con mis pensamientos.
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Gregorio Martín García: «La onomástica y su regalo»
– ¡Cristóbal!… a los güenos días que mus dé Dios… – Güenos días compae Rafael. Le contestó su vecino que frente a la puerta de su cortijo laboraba afanosamente para terminar de regar sus remolachas antes de que terminara su torna de agua.
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Gregorio Martín García: «¡…Y se armó el belén!»
La tarde de aquel día de diciembre del Veintiuno, era parecida a todas, triste pero no hundida, nostálgica pero ocupada. Eso trato, que mi estado siempre esté animado y mi mente no sea anegada por riadas de aguas bravas o vendavales incontrolados.
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Gregorio Martín García: «¿Un Belén sin Jesús?
Una tarde invernal. Fría y un poco ventosa. Con nubes semi cubriendo el cielo. Por momentos dejaban ver la luna en su fase menguante que de levante a poniente cruzaba el cielo, y lo alumbraba con luz de aceituna.
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Gregorio Martín García: «Nueva juventud para unos nuevos tiempos»
El humo saturaba todo el habitáculo. Un grupo de jóvenes de no más de diecisiete años, formando un semicírculo junto a la barra, jugaba a los “chinos”. Se apostaban una de aquellas invitaciones que sobre el mostrador había servida en cuatro vasos de vino blanco peleón, con las tapas de costumbre. Una actitud apática e…
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Gregorio Martín García: «Impronta. Evento de vida»
Es inherente a la vida, la necesidad de dejar, en la estela de nuestro recorrido existencial; huellas o indicios que marquen e indiquen, con fuerza, que: ¡aquí estuve yo!
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Gregorio Martín García: «La tormenta»
Cúmulo tormentoso de negros nubarrones que cubres el horizonte tapando y anulando, del sol, sus rayos. Oscureces, con lóbregas sombras campos y en conquista avanzas ganando espacio, hasta que tu irresistible fuerza ¡rompe! ahora, con tus nubes plenas de energía furiosa.
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Gregorio Martín García: «Fabricando carbón»
Un cuentecillo manchado de carbóny aseado con la nobleza del carbonero.
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Gregorio Martín García: «Un cactus prendido»
Al tirar de la pesada cancela de hierro para cerrarla, detrás de sí, ésta emite un seco y áspero chirrido, consecuencia del oxidado hierro de sus viejas bisagras… Al tiempo que advertía, a su amiga, que le precedía. -Espera Mari Ángeles… para… ¿Qué es eso…? Espera… prendido llevas algo. Dijo, Feliciana. -¿Dónde?, preguntó, Mari Ángeles,…
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