templo de Hatshepsut
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Juan Franco: «El templo de Hatshepsut»
Tras los colosos, reagrupación y marcha, el circuito está tan ajustado que apenas queda tiempo para extasiarte y lo primero que pide el cuerpo es evacuar ya que las botellas de agua, para paliar la constante evaporación corporal, no dejan de consumirse.
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