Unas fechas que permiten realizar la matrícula para hacer el curso siguiente los estudios deseados. La respuesta y el éxito de las convocatorias realizadas el curso 2008/2009 indican «la buena acogida y valoración social de esta iniciativa», según defienden desde la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía.
En lo referente a educación permanente para personas adultas se ofertan 1.200 plazas para el curso. Se distribuyen 600 semipresenciales, 240 para ESO y 360 para bachillerato. También hay 600 presenciales, que se reparten en 180 para la preparación a la prueba de acceso a la Universidad para mayores de 25 años; y 420 para la preparación a la obtención del título de bachillerato para los mayores de 20 años. Plazas que están distribuidas en diferentes centros de la provincia.
Así, los centros de educación de personas adultas, con una trayectoria histórica paralela a la consolidación de la democracia, han sido, y son, un «engranaje fundamental del sistema educativo por colaborar no sólo en la alfabetización de la población sino en la integración desde un punto de vista educativo y social de muchos ciudadanos y sobre todo personas mayores». Cada vez hay más alumnado joven en estos centros como forma de incorporación al sistema educativo por una vía «más adecuada para ellos y con más posibilidades de éxito».
Tal como se ha indicado al inicio cada vez son más los jóvenes que dejaron el instituto sin terminar sus estudios y con la crisis han vuelto de nuevo a las aulas para poder obtener el título académico.
La educación de adultos centrada, en un primer momento, en compensar los desequilibrios sociales, esta modalidad educativa ha desempeñado un determinante papel en el proceso de restituir a las personas mayores en el ejercicio de su derecho a la educación. «Un derecho negado a muchas de ellas en los duros y complejos años de la posguerra. Y, como la balanza de la desigualdad, se había inclinado más del lado de las mujeres, los centros de personas adultas han sido básicos, al permitir a tantas andaluzas construir su identidad y recuperar la confianza en sí mismas y en sus capacidades».
De este modo, los centros para personas adultas han sido, en los municipios, un referente «desde el que muchas mujeres se han decidido a asociarse, a defender juntas sus derechos, a usar su voz y a impulsar activamente el progreso y desarrollo de su tierra».