Se le nota inquieto, con los lógicos nervios del que va a ver cumplido un sueño. No en vano reconoce sin ambages que su ópera “La séptima luna” es la historia de una ilusión largamente acariciada y su apuesta más fuerte como compositor. Atrás queda una enriquecedora trayectoria que se inició en su infancia cuando la madre, “con el deseo de ofrecer más posibilidades de formación y cultura”, le matriculó, junto a sus cuatro hermanos, en el Real Conservatorio Superior de Música “Victoria Eugenia”. También su participación en el coro de la Capilla Real de Granada, donde comenzó a escribir sus primeras obras, sobre todo, para piano y su denodado interés por la música organística llegando a ser, durante seis años, el organista en la Basílica de San Juan de Dios.
– Imaginamos que para llegar hasta ahí ha tenido que contar con grandes maestros, incluso en esos primeros momentos ¿a quiénes considera su mejores formadores?
– A mí una persona que me ha influido y que me influye, y por el que tengo una admiración superlativa es el antiguo organista de la Catedral de Granada, el compositor Juan Alfonso García. A través de mi tío Juan José Arnedo que estudió en el seminario con Valentín Ruiz Aznar y con Juan Alfonso García recogió esa línea de polifonía religiosa que en mi opinión ha sido una de las de mayor calidad y hoy quizás un poco injustamente olvidada. Recuerdo de niño ir a la Catedral a la misa y yo le pasaba las páginas mientras él tocaba y, sobre todo, me fijaba mucho en su forma de improvisar, el manejo que tenía de las tonalidades, acompañando los cantos y me parecía excepcional no sólo en sus habilidades musicales sino también como persona pues tenía una sensibilidad muy a flor de piel y una espiritualidad muy acentuada, casi un místico. Entonces lo considero un músico muy puro que apenas ha hecho nada por promocionarse, pese a lo cual goza del respeto no solo de los granadinos sino en general pues tiene un prestigio bien fundado. Por ahí fueron mis primeros pasos: música de órgano y mucha polifonía religiosa. Fue una bendita escuela.
– ¿Y cuando da el salto a la ópera?
– Hubo diferentes estadíos. Antes colaboré con unos amigos que hoy están en una de las mayores empresas de cine de animación, Kandor Graphics, a los que yo hacía las bandas sonoras ya que consideraba muy interesante combinar música e imagen y de ahí salté al teatro. Contacté con algunas compañías teatrales como «Teatro para un instante» de Miguel Serrano que todos los veranos hacía en el Corral del Carbón un ciclo con obras de Cervantes, Lorca, etc. lo que me dio la oportunidad de componer canciones originales, adaptar otras y fueron surgiendo otros proyectos, lo que hizo que me fuese familiarizando cada vez más con el mundo del teatro.
– Por lo que hemos podido conocer los premios están presentes desde el principio de sus carrera musical ¿cómo consiguió el de la Academia de Historia San Dámaso de Madrid?
– Es una historia curiosa pues la obra presentada no la compuse para ese premio. Fue una obra encargada por Ignacio Rodríguez, el director de la Coral Polifónica de San Juan de Dios. Se le ocurrió una idea consistente en que en cada parte de la misa la compusiera un compositor granadino distinto y a mi me encargó el Credo, la parte más larga y, en cierto modo, muy complicada de musicar pues tiene muchas estrofas. Esta obra lo hice para este proyecto, pero por diversos motivos se postergó, al parecer por dificultades económicas, de organización, etc. Casualmente leí en Internet la convocatoria de un premio de polifonía religiosa y como tenía el Credo decidí mandarlo y me llevé la sorpresa de que me dieron un segundo premio que fui a recoger y supuso un gran estímulo, aparte de un incentivo económico que siempre ayuda. Con posterioridad el proyecto de la misa se retomó y se estrenó en San Juan de Dios y sonó mi “Credo”, pero ya premiado.
– Dos años más tarde consiguió su primer premio internacional ¿también tiene otra curiosa historia?
– En efecto, tiene un par de anécdotas graciosas. La primera es que la obra tampoco la compuse para este concurso, entre otras cosas porque me resultaría muy difícil componer para un concurso, me resulta algo muy frío. Era una obra que ya tenía compuesta para un quinteto de cuerda y tampoco me causaba ningún trabajo mandarla. El quinteto no se llamaba Arcadia sino que fue el lema que yo puse en lugar del nombre del autor, al tener que presentarla de forma anónima. La pena es que no tuve oportunidad de recoger el premio ni de asistir al estreno.
– También hemos visto que por esa época empieza a atender peticiones de diversos colectivos, como puede ser la Asociación Granada Histórica que le encarga el himno heroico a Mariana Pineda ¿Qué le supuso este encargo?
– Curiosamente desde distintos colectivos de la ciudad se me han ido encargando obras que se ha estrenado y que ya forman parte del acervo cultural de Granada. Se me solicitó este himno a Mariana Pineda que durante varios años ha sonado en la plaza dedicada a esta ilustre granadina donde está su estatua. Por otro lado, varias cofradías me encargaron misas para sus titulares y entre ellas, quizás la que tuvo mayor trascendencia fue la de Santa María de la Alhambra que me pidieron una misa original para orquesta, coro y solista. Se estrenó en la catedral con asistencia multitudinaria y con retransmisión por las televisiones locales.
– A finales de los 90 participa en empresas mayores como “El cabaret en la soga” con libreto de Andrés Newman y Marcos Julián…
– Me da un poco de pena de que esta obra no se representara más veces. Tuvo un buen estreno pero había gente implicada con mucho renombre. Andrés Newman se estaba lanzando en ese momento. Todavía que no había recibido el premio Alfaguara u otros de rango internacional se implicó al cien por cien en la letra de las canciones, y con Marcos Julián que tiene su propia escuela de teatro y productora de espectáculos, “La seducción”, nos juntamos los tres e hicimos un espectáculo muy curioso.
– Con la entrada en el nuevo milenio inicia los proyectos operísticos basados en obras mundialmente conocidas como, por ejemplo, “Romeo y Julieta. El musical” ¿cómo surgió?
– “Romeo y Julieta” fue un montaje sin precedentes en Granada. Surgió una compañía desde la nada que aglutinó a muchísima gente de diferentes campos. Se trata de un espectáculo de casi tres horas de duración donde se implicaron integrantes seleccionados de la Orquesta Ciudad de Granada. Se hicieron muchas representaciones sobre todo porque era muy novedoso. La línea que tomé en esos momentos se parecía más a la ópera: una historia que se cuenta con coros, con solistas, con dramatismo. Fue una producción muy grande, cuyo estreno tuvo una gran repercusión y contó entre los asistentes con el premio nobel de Literatura, José Saramago y otras personalidades de la cultura lo que nos estimuló a seguir un poco por esa línea.
– También tuvo experiencia radiofónica pues durante un tiempo fue director y presentador de un programa en la radio municipal de Granada de divulgación musical titulado «Música en el tiempo» ¿En qué consistió?
– Al principio fue como una especie de reto por mi carácter marcadamente tímido por lo que pensé que era una buena forma de trabajar la comunicación. Conforme me fui sintiendo más cómodo básicamente lo que hacía era poner música, intentar explicarla a la gente que no tuviera ni idea de música, es decir, darles algunas claves interpretativas para que cuando escucharan la pieza en cuestión tuvieran donde guiarse. Se alargó durante varias temporadas y lo tuve que dejar por falta de tiempo pero lo recuerdo como una experiencia muy bonita…
– Ha demostrado ser un gran apasionado de Alemania, país en el que estuvo durante un curso como profesor visitante en el instituto de Münster y al que regresa durante las vacaciones de verano, siempre que le es posible ¿Qué es lo que más le atrae?
– Imagino que uno de los motivos más fuertes es su intensa vida cultural. Es cierto que cualquier ciudad puede contar con varias orquestas con un nivel impresionante, entras en una iglesia y la música está muy presente, lo coros, los conciertos, no sólo musicalmente y es que la cultura alemana es una de las más fuertes de Europa.
– A finales de 2009 la puesta en escena de «Boabdil, último rey de Granada» le puso en contacto con la compañía «La butaca vacía» con la que ha continuado muy vinculado…
– Efectivamente había visto un trabajo suyo, concretamente el montaje de “Los Miserables” y yo tenía casi a punto este musical, y digo tenía porque el libretista, Francisco José Fernández, por desgracia murió atropellado en un accidente de tráfico antes de finalizarlo lo que me obligó a hacerme cargo del proyecto. Por suerte encontré a este grupo que me encandiló por su seriedad. No siendo un grupo profesional, sin embargo, muchas veces trabajan más que los profesionales. Tiraron la casa por la ventana en cuanto a recursos escénicos y el resultado fue una obra de casi tres horas de duración que sorprendió por sus pretensiones de realización y que nos vimos refrendados en un concurso al que nos presentamos en Sevilla, a nivel andaluz, pues conseguimos 11 de los 13 premios que se concedían, entre ellos al mejor musical, el mejor libreto y mejor música.
– Si de “Romeo y Julieta” pasó al Rey Chico, de éste lo hizo a Frankenstein, ¿la elección obedece a la germanofilia de la que hemos hablado?
– El tema de las obras me lo proponen siempre los libretistas. En este sentido me circunscribo a mi faceta de compositor. Ha habido compositores que se han peleado con sus libretistas y le han impuesto temas o corregido. Por mi parte he sido muy respetuoso y el tema de “Frankenstein” me lo propuso la libretista, Myriam Carrascosa. A mí me apeteció realmente porque era un ambiente gótico, de terror, romántico, que musicalmente da mucho juego y suponía un cambio de registro totalmente al de Boabdil en el que se aborda el declive del reino árabe en Granada, mucho más épico.
– Hablemos de su proyecto actual ¿En qué consiste “La séptima luna”?
– Se trata de un proyecto que he acariciado durante muchos años. Siempre tuve el deseo de escribir una ópera y de meterme más en serio en este género, pero nunca hubo la ocasión, quizás porque no encontraba el libretista idóneo o por otras razones. Pero llega el momento en que conozco a José Miguel Ortiz, director de teatro, una persona que me parece de una solvencia cultural exquisita, al que se lo propuse y accedió. Luego a su vez se lo propuso al también escritor de teatro, Cristian Genovés, y entre ambos hicieron el libreto y yo me puse mano a la obra. Cuando pienso en “La séptima luna” digo que es el deseo realmente cumplido y la historia de una ilusión…
– … que comienza en el patio de un hospital de locos de Granada a principios del siglo XVI ¿Es así?
– El argumento se inicia en un patio de locos de un antiguo hospicio granadino, en lo que ya se presupone un ambiente claustrofóbico donde conviven con ellos el médico, el gerente del hospital y su propia hija que se contaminan un poco de esa locura, con tan mala suerte de que la hija cristiana se enamora del médico Ahmed. Cuando se entera el padre empieza a enfermar de unos celos patológicos y la tragedia está servida. No desvelo el desenlace, pero si aprovecho para explicar el título. La oportunidad que tienen ellos de verse furtivamente es precisamente en ese patio cuando ella se asoma a la ventana de su habitación y en los días de luna llena aprovecha esa claridad para verla aunque sea de lejos. Hay un momento en que pasan siete lunas y ella no aparece en su ventana,…
– ¿Cuál considera que es su principal aportación a esta obra, musicalmente hablando?
– No sé si será mi mayor mérito, pero uno de mis objetivos ha sido meter recursos de la música contemporánea en este contexto. Uno ve estrenos de óperas en el Teatro Real, en el Liceo, o en otros escenarios y ve que cuando abren las puertas en el primer descanso la gente se sale porque no hay por donde cogerla al ser incomprensible totalmente y ve opera tradicionales (Mozart, Verdi) y a mi no me gusta situarme ni un lado ni en otro. No me gustaría hacer algo que pudiera parecer muy contemporáneo y que fuera muy innovador pero inaguantable, pero tampoco, dado que soy hijo de mi tiempo, tampoco puedo hacer una ópera del siglo XIX. Entonces tiene muchas disonancias, ambientes muy tensos, pero, sin embargo, la música se sigue, tiene melodías y esto no es porque lo digo yo, sino porque en los ensayos con los cantantes me lo dicen. También la gente de la orquesta comenta que suena bien y, ahora mismo, la considero mi apuesta más fuerte como compositor. Aprovecho para subrayar que se trata de una ópera en español, lo cual no es nada común, pues el 99% de las óperas que tenemos la oportunidad de ver son en italiano o en alemán, algunas también en ruso. Igualmente que su temática es española con la originalidad de haber sido gestada aquí en su totalidad desde la creación musical y artística hasta la realización. Por todo ello merece el apoyo de todo el que esté interesado.
– Hablando de cantantes e intérpretes, el casting se realizó hace aproximadamente un año y nos comentaba que se presentó gente muy buena
– Es una pena, pero igualmente que ahora se están yendo muchos jóvenes formados como ingenieros a otros países, aquí hay una cantera de cantantes líricos impresionante que desgraciadamente muchos acabarán yéndose fuera. Por ejemplo, nuestra soprano, Verónica Plata, ahora se va ahora a Alemania con la Capilla Real de Cataluña a hacer la Misa en si menor de Bach, nuestro barítono, Víctor Cruz, se va al Teatro Campoamor de Oviedo para una producción de Don Giovanni. Decir también que nuestro tenor es Román Barceló. Nosotros no tenemos recursos económicos como para blindar un contrato pero al menos estamos contentos de dar una oportunidad a tantísima gente con tanto talento como hay aquí.