– En el pasado, la semiótica fue una ciencia relegada a Facultades de Letras y Literatura, ¿por qué es relevante para la educación?
– La educación gira toda ella sobre la creación de significados y las formas dadas al significado. Está en todas las partes de la enseñanza: en el currículo o programa, en las relaciones entre el profesor y los alumnos, entre los alumnos y el conocimiento. En el camino hacia el conocimiento se transmite a los estudiantes. El aprendizaje es un fenómeno muy complejo y, aunque gran parte de ella se transmite a través de los textos y el lenguaje, siempre hay algo más en el lenguaje que el lenguaje mismo. De hecho el lenguaje se relaciona con la cultura, con las normas sociales, con el Estado, con el posicionamiento social, con la situación y con el tiempo. Por lo tanto, en Educación, para saltar del significado textual al significado de la vida, se tiene que ir muy profundo en las raíces históricas y contextos geopolíticos de los conocimientos, lo cual es parte del estudio del símbolo y del proceso de creación del significado.
– ¿Esto parece indicar que la semiótica es una especie de disciplina general, no es así?
– Cierto. Hoy en día somos conscientes de los límites míticos de los metarrelatos, estas historias globales a través de las que entendemos el mundo y nuestras vidas, que a menudo son reducciones de realidades complejas. Sin embargo, se plantea la hipótesis de que podría haber una especie de gramática del conocimiento. Sabemos que el ADN es una forma de la gramática biológica y existe una semiótica en la comunicación a través de las moléculas y células. La vida humana podría ser así interpretada a través de las gramáticas de la historia, como formas de narrativa. La identidad humana, en este sentido, sería una historia que nos contamos a nosotros mismos sobre lo que vivimos, lo que es confirmado o corregido por las historias de los demás que escuchamos acerca de nosotros.
– ¿Cómo se puede utilizar este principio en la educación?
– He utilizado en el análisis de las historias de los maestros, cuando hablan acerca de sus experiencias iniciales en el aula: ¿qué papeles tenían ellos, cuál debería ser su papel? ¿Qué obstáculos encontraron y lo que les ayudó? ¿Para quiénes estaban trabajando de esta manera o de aquella manera: para complacer a sus supervisores, para la institución, o para sus estudiantes y para fomentar el aprendizaje?
– La situación del estudiante de magisterio es a menudo difícil cuando comienza a dar clase, ya que son nuevos en la profesión…
– En efecto, ¿cómo van a dar sentido de sus primeras experiencias? Por ejemplo, es imposible para un recién llegado a la enseñanza de visualizar todo el programa de enseñanza del curso: hay que superar los 2-3 primeros años de enseñanza para empezar a comprender cómo se pueden organizar las cosas de manera significativa y cómo se pueden conectar a lo largo del curso. He observado y entrevistado a estudiantes de magisterio en varios países, y les pedí que crearan un mapa de los conceptos que se impartirán durante el año escolar. El primer diseño era muy intuitivo, de carácter inductivo. Sólo después de mucha reflexión comienzan la construcción del conocimiento deductivo sobre la forma de proceder a organizar su enseñanza de manera significativa. Las cosas se toman su tiempo. Se trata de un proceso de reflexión, de desarrollo. No hay recetas, tiene que ser un proceso confrontado con la realidad. Esta es la razón por la que la práctica reflexiva es tan importante.
– En este sentido, ¿cree que la diferencia en cómo se organiza la enseñanza en los Estados Unidos y en España?
– Es difícil generalizar porque hay situaciones que pueden variar según los Estados, al igual que las situaciones escolares en Cataluña pueden variar de lo que los estudiantes viven en la escuela andaluza. No obstante, existe una tendencia a estandarizar los contenidos escolares en todo el mundo, y esto puede ser perjudicial para la vida significación. Usted ve, todos los estudiantes se les enseña con la perspectiva de alcanzar los mismos resultados. Esta insistencia en productos básicos similares hace que la educación aplaste las identidades, como si los estudiantes fueran robots que se pudieran producir de la misma manera a los mismos resultados, con el pretexto de una igualdad de oportunidades. En realidad cada niño es único. Deberíamos permitir a los estudiantes elegir sus temas y proyectos, y desarrollar objetivos claros de su elección. No todos los estudiantes necesitan alcanzar los mismos objetivos. Para que tenga sentido y motivadora y útil en el proceso de construcción de la identidad, los Ministerios de Educación deben autorizar a los estudiantes a que negocien sus propios planes de estudio a las plantillas que podrían proponer para que desarrollen las habilidades únicas que puedan desarrollar a su propia manera un nivel de perfección.
– Pero no hay que asegurarse de que todo el mundo va por lo menos a tener un conocimiento básico en la mayoría de las disciplinas?
– Buena pregunta: la variedad de disciplinas es el camino que hicimos en el significado de la escolaridad hasta el momento, pero ¿por qué los estudiantes necesitan desarrollar los mismos contenidos exactos en sus disciplinas? ¿Por qué no darles alguna opción? No hay que olvidar secciones transversales interdisciplinarias y los conocimientos transdisciplinarios (vida) para la realización personal y social. El sentido a la vida no se limita a los significados de disciplina y resultados.
Para saber más: ACADEMIC ROOM – FRANÇOIS VICTOR TOCHON