– ¿Qué recuerdos conserva de sus primeros años en Granada? ¿Y de su juventud durante tu etapa de estudiante (1996-2001)?
– Nací en Granada pero no he vivido aquí hasta que volví para estudiar Arquitectura entre 1996-2001, aunque vengo bastante por temas familiares. La suerte fue estudiar la carrera aquí, los años de universitario son tal vez los mejores, y más aún en una ciudad como Granada.
– ¿Por qué recurre al micromecenazgo para su libro ‘Diamantes del lodo’? ¿Cómo definiría este libro?
– En este periodo de crisis las editoriales publican pocos libros y si lo hacen no arriesgan. Esto sumado a que es el primer libro que publica un desconocido, a la par de ser un libro singular: relatos, poemas y dibujos; hace que realmente no se aventuren a publicarlo, o al menos es lo que supuse de partida. Tengo amigos que son dueños de editoriales, incluso clientes que querían editarme el libro, pero no me interesaba echar mano de conocidos, prefería la aventura de tomar la vía más independiente y libre. Y el micromecenazgo me daba esta oportunidad. Finalmente se consiguió el propósito por partida doble: se recaudó el dinero a la vez que surgieron varias editoriales interesadas en publicar el libro. Y decidí hacerlo con una de Granada: Dauro.
– ¿Cómo compagina su profesión de arquitecto, sus estudios de Literatura y Lengua Española y sus inquietudes literarias?
– Desde que abrí mi propio estudio de arquitectura, el mismo año que terminé la carrera en 2001, tenía claro que trabajaría como arquitecto sólo por las mañanas. Y tanto en los años de bonanza, en los que tenía 16 arquitectos trabajando en el estudio, como ahora que hay tan sólo dos, no ha cambiado un ápice mi manera de gestionar mi tiempo. Así que fíjese tengo todas las tardes, las noches y fines de semana para todo lo demás, empezando por la familia, mis lecturas, la escritura o los estudios. Cuestión de organizarse.
– ¿Qué autores u obras literarias gozan de su predilección y considera que han podido influirle en sus textos?
– Sin duda Antón Chejov, pasando por Nabokov, Joyce, y muy especialmente todos aquellos escritores adscritos, sin querer, a lo que llamaron el realismo sucio: Charles Bukowski, Raymond Carver, Chever; además de Pessoa, Cortázar, Roth, Marías, Bolaño y muchos otros. En definitiva con la literatura me pasa como con la música, tengo mis predilecciones pero oigo y leo de todo. Mezclo siempre clásicos, contemporáneos, a la vez que leo poesía, relatos, novelas, ensayos. No digo que no a nada. De una manera u otra, todo deja huella. Y si me viera obligado a mencionar la obra que más me ha marcado sería: Los placeres del condenado de Bukowski.
– ¿Cómo y cuándo y escribe Antonio Martínez Aragón?
– Para mí lo prioritario es leer, y como soy especialmente disciplinado y disfruto con la lectura intento leer tres o cuatro horas diarias como mínimo, y el resto del tiempo lo dejo para la escritura. Y a esto dedico las tardes y las noches. Ahora estoy con mi segunda novela (la primera no la he publicado) y cuando lo creo necesario le dedico también las mañanas. El estudio de arquitectura lo tengo organizado y me lo permite.
– ¿Qué tal su experiencia como autor de artículos de opinión?
– Me resulta fascinante, y especialmente el alcance que tiene. En el Diario Sur me dan mucha libertad para opinar, y siempre que puedo y hay algo de lo que me apetezca opinar escribo. Eso sí, intento casi siempre que nada tengan que ver con la arquitectura o la literatura.
– Los ha llamado prólogo y epílogo pero en realidad son dos artículos de opinión de su autoría publicados en el diario Sur de Málaga ¿Por qué los ha elegido?
– Bueno es una manera de no tener que hacer un prólogo o un epílogo convencional y a la vez jugar con la estética hipócrita. El prólogo es el contrapunto a los relatos y a los poemas, que a su vez enlazan con el epílogo que hace un guiño a El mundo por de dentro de Quevedo. Los relatos y los poemas buscan un realismo sin pastiches, sin dogmatismo, sin moralina. Solo pretendo inquietar, insinuar a través de unos “fragmentos” de vida. Quien quiera didactismos o dogmas que busque en otro sitio. El prólogo y el epílogo juegan en el conjunto con la ambigüedad, al igual que los relatos. No son historias redondas, no hay héroes, ni grandes personajes, y el paso al lado oscuro de la vida siempre está latente en estas historias, cualquier acción puede motivarlas sin más. Los relatos y los poemas nos cuentan las cosas como son pero también el cuento nos debe permitir huir de las cosas tal como son. Son historias para conocer el mundo, pero en otras ocasiones también para huir del mundo. Los relatos son como la vida misma, no hay finales, las historias no acaban. Desde un camino puedes ver el otro que no tomaste pero que sí puedes imaginar. La vida de uno sin esa ilusión es incompleta, unidireccional, por eso existe la ficción. Son historias afectivas que el devenir de la vida se encarga de destruir, o no.
– Su otra inquietud artística es el dibujo ¿cómo ha realizado las ilustraciones del libro?
– Realmente soy muy curioso, por lo que mi inquietud artística está en todo aquello que logra evidenciar o transmitir lo que los ojos no ven, llámese dibujo, pintura, escultura, arquitectura, literatura…, pero vida sólo hay una y no hay tiempo para todo. Y yo ya escogí. Los dibujos fueron la primera manera de contar historias, relatos. Solo hay que acercarse a las cuevas de Altamira. Cuando se colorea se da el salto a la pintura. La expresión formal comienza por dar forma a la experiencia a través del dibujo, luego a través de la poesía para acabar con el relato. Así que fíjese usted si es literario el dibujo. Suelo dibujar en el estudio, mientras estoy al teléfono, copio imágenes de internet, fotografías mías, objetos de mi mesa, o las manos de conocidos. Los de este libro, fue una selección de los que hice mientras escribía Diamantes del lodo, son dibujos rápidos y muy pequeños de no más de 6×6 centímetros, y como los relatos muy abiertos. Es la manera de que expresen en pocas líneas la idea de lo que se pretende. Decía Mallarmé a Manet (su discípulo): “no pintes el objeto en sí, sino el efecto que produce”. Me gusta dibujar sobre todo personas, niños, o partes del cuerpo, pues no hay mayor bodegón de sentimientos el propio cuerpo humano: una cara, un gesto, unas manos…
– ¿Por qué ha elegido la de la portada? Está relacionada con el “prólogo” en el que afirma que “no nos dejemos llevar por lo negativo”
– El prólogo fue una elección de la editorial. Es un dibujo inquietante, tal vez fuese por eso. Me gusta, habla bien del libro.
– La soledad, la incomunicación, la degradación de las relaciones humanas, la crisis de la madurez y la falta de perspectivas ¿a qué obedece la elección de estos temas?
– Me interesa hablar de la vida sin dogmatismo, sin consejos, aunque en algunos artículos como el prólogo haga justamente lo contrario (hipocresía estética). Estamos inmersos en nuestras vidas y percibimos que son tristes, pero seguimos hacia delante, sin más. Estos relatos actúan como una ventana, que te muestran lo que tienes fuera, te convierten en un voyeur, y es a veces la única manera que tenemos de ver cómo somos, de los cerca que estamos de esas personas hundidas en el lodo. Generalmente actuamos por refracción, y necesitamos verlo para saber de qué alejarnos. Me interesa muy especialmente las relaciones humanas, los cambios, las carencias, los desencuentros, los motivos, las consecuencias, y todo a través del realismo de la ficción, de la verosimilitud.
– ¿A qué se debe el desdeño de las mayúsculas y signos de puntuación en sus poemas?
– En el fondo no deja de ser un recurso estilístico que invita al lector a ir con cuidado, a releer, a implicarlo en la escritura. Invita a una lectura sosegada, incluso como he dicho a la relectura, porque en el caso contrario te puedes perder, y quedarte sólo en lo anecdótico, en la historia superficial. También busco potenciar la ausencia, le elipsis. Algunos de estos poemas parten de una escritura automática, no me importa tanto la métrica, o la sonoridad, me interesan otras cosas (¿Prosa poética?). A veces cuando uno explica un proyecto es mejor dibujar con la mano izquierda para que el cliente no se quede tan solo en la belleza del dibujo.
– Si tuviera que elegir un poema y un relato de entre todos los publicados ¿Con cuál se quedaría y por qué?
– No tengo predilección por unos más que otros, pero si he de responder algo diría: el poema “Que mal huele el silencio” y el relato “Me pagó el doble de lo que solía cobrar”. El por qué no lo sé.
– Utiliza el humor como “bálsamo para aligerar la sensación de callejón sin salida” ¿Es imprescindible en los tiempos que corren?
– No hay duda que hay que desdramatizar. El libro habla de eso, aunque no directamente. Habla de lo miserable que somos, y de lo cerca que está un violador de ser una persona normal o lo contrario. Todos somos muy parecidos y solo nos diferencian pequeños acontecimientos que unos saben afrontar de una manera y otros de otra. Ahí reside casi todo. De ahí el título Diamantes del lodo, pues aunque no queramos, aprendemos de esas vidas anodinas, o aparentemente desperdiciadas. Si se habla de una realidad amarga, del desasosiego, o la incomunicación es porque anhela lo contrario.
– ¿Cuál sería el lector ideal de este libro?
– Cualquier que sepa leer lo no escrito para bucear en la elipsis y encontrarse de frente con el hombre contemporáneo.
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