Juan Chirveches presenta en la biblioteca Francisco Ayala su ‘Segundo cancionario’ donde sigue cultivando la poesía-poesía o la poesía directa

En este acto, el también colaborador de IDEAL en las páginas de Opinión, estará acompañado por dos maestros del Centro Penitenciario de Albolote, Pedro López Hurtado y Víctor Vázquez. (19:30 h). Esta obra supone el cuarto poemario del autor, tras ‘La sangre de noviembre’ (2005), ‘El abrir de abril’ (2011) y ‘Cancionario’ (2012). En prosa ha publicado ‘El traje de la ciudad’ (2010).

juan-chirveches-5«Este ‘Segundo cancionario’ sigue con el mismo esquema y estructura del anterior, es decir, jitanjáforas, haikus y canciones, que denomino poesía-poesía o poesía directa y que huye del atroz prosaismo actual, que trata de conectar con la poesía popular, de calidad y que tiene en cuenta todas las vanguardias», afirma al ser interrogado sobre el contenido de esta obra que lleva como portada un dibujo infantil de su hija Alicia y que contiene el prólogo quizás más corto que haya podido leer lector alguno con el que ha perseguido que la obra se relacione con un determinado estilo.

Tras los cinco breves poemas del agnosticismo, en los que, sobre todo, en los tres primeros trata de tener cierto componente de ironía y humor al mismo tiempo de profundidad, incluye otra de las originalidades como es una decena de jitanjáforas, estilo de poemas de su preferencia que le convierten si no en el único granadino que cultiva este género en la actualidad, sí en el autor por excelencia de estos poemas con palabras inventadas con las que se atreve a componer incluso sonetos e inventar lo que denomina «jitanjáforas de medio camino» al estar compuesto «no con palabras novicreadas, o sea inventad as, sino con palabras reales pero volteadas en sus sílabas o en sus letras» que utiliza en el titulado ‘Cómo se hace una tortilla’ que termina: «Puédese hacer con tapatas,/ con ajo pedroñerés,/ espárragos de Huétor Tájar/ o con cebolla también./ Luego, sal de Torrevieja./ Y al topla. Y a comer».

Sonetos y haikus

Después vendrán las dos decenas de haikus, cinco más que en el primer ‘Cancionario’ en el que demuestra su debilidad también por estos breves poemas de origen japonés que tratan de captar el momento de la naturaleza, pero que como reconoce se han extendido a otros temas,«poesía muy bonita que trato de cultivar y hacer lo mejor que puedo» que se complementan con las cuarenta canciones enraizando con lo popular y tradicional, en las que lo mismo aborda diversos temas como las lecturas favoritas del autor (Don Quijote, Don Quijote/ y Don Quijote otra vez), que arremete contra los poetas prosaístas:

No están los tiempos para hacer sonetos,
que viven enclaustrados, enrejados,
como en su propio límite enjaulados,
de modo que resultan obsoletos.

Estar están que demasiado quietos,
en fila militar muy ordenados.
Nos quitan libertad”, dicen, pesados,
los modernos prosetas. O prosetos.

Es decir, los poetas prosaístas,
los que cortan la prosa en rebanadas,
y dan gato por liebre en empanadas

mentales de vocablos. Ventajistas.
Nos asaltan prosetas a millones,
que venden como si oro los latones.

Así mismo, sorprende este ‘Cancionario’ de apenas cien páginas el cultivo que hace del soneto clásico que Chirveches considera «la arquitectura poética más perfecta que hay. Creo que un poeta tiene que demostrar su talento y valía haciendo este tipo de poemas. Una vez que es capaz de hacerlo medianamente, luego puede dedicarse a todo tipo de experimentos, vanguardias, prosaísmos,…», puntualiza al tiempo que afirma estar apesadumbrado por la cantidad de libros que se publican en la actualidad, lo que hace que «en cada bloque de pisos vivan doce o quince poetas».

 

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DE CÓMO SE HACE UNA TORTILLA
(JITANJÁFORA DE MEDIO CAMINO)*

Motar el vohue y cascallo,
y metello en el cocuén.
Un poco de leche le eche
para que esponje muy bien.

Movello y removello,
y echallo en la sartén,
previamente sólo untada
de gervin vaoli aceité.

Gercó la puesmadera,
un topoqui remover,
y darle ahora la távuel
con bilihadad de chef,
para que levue y gaica,
y se haga por el envés.

Puédese hacer con tapatas,
con ajo pedroñerés,
espárragos de Huétor Tájar
o con cebolla también.

Luego, sal de Torrevieja.
Y al topla. Y a comer.

(*) Llama así el autor a un tipo de jitanjáfora de su invención, compuesto no con palabras novicreadas, o sea inventadas, sino con palabras reales pero volteadas en sus sílabas o en sus letras.

 

 

 

 

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