Ha muerto Manuel Román Segura y, hasta ayer mismo, que lo visitamos en su habitación, nos transmitió alegría,cariño, ganas de vivir y, sobre todo, de vivir con los demás. Manolo era así:vitalista y feliz, y esa felicidad la contagiaba a todos sus conocidos, que enseguida eran ya sus amigos.
Su pasión sin duda era su mujer, Cloti, a la que tanto quería y que tanto lo ha querido;y sus hijas, Ana y Celia,su mayor orgullo. Pero también su trabajo, la enseñanza de las Matemáticas, y sus viajes con su familia o con sus alumnos; el deporte,los amigos, las fiestas,…¡De todo disfrutaba tanto!
Hoy están de luto no solo su familia y amigos, sino el mundo de la enseñanza en Granada; porque Manolo fue profesor más de treinta años,pero de los que en cada clase,cada día, ponen toda su ilusión y ganas. También fue director del instituto que fue su casa, el Emilio Muñoz,de Cogollos. Allí ha quedado su nombre para siempre. Aunque en los últimos años enseñó en el Padre Manjón, donde yo coincidí con él y me arrastró a los intercambios con Saarbrücken,en Alemania.
Es que realmente tenía fuerzas para todo; por eso ha hecho tanto. En el Manjón ha sido igual de querido y hoy estamos todos muy mal. Se nos ha ido un compañero y amigo que siempre nos animaba y que no perdía ocasión de estar con nosotros. Incluso, hace una semana,cuando inauguramos el curso,allí pudimos verlo, y feliz y alegre, como siempre.
Aunque desde hace tiempo estaba enfermo. Para mí la peor enfermedad, por su extrema dureza. Pero él la afrontó a su estilo: haciéndole frente con optimismo y energía. Por eso creó, junto a su mujer y otros afectados y familiares, AGRAELA,una asociación para luchar juntos contra la enfermedad. Incluso, hace muy poco,se fue a Madrid, a un congreso sobre ella. Su valentía me pareció admirable: era mirarse al espejo con una entereza y aplomo que yo no tengo. Y nos mandaba fotos para que lo viéramos y supiéramos que estaba pasándoselo muy bien.
Ayer mismo nos preguntó por nuestro hijo, y quiso ver fotos suyas. Le decía ‘el matemático’, porque también a eso se dedica. Con cada foto sonreía y se notaba claramente, como siempre,que estaba contento de que estuviésemos allí. Porque Manolo era así: a todos quería, y todos lo querían.¡Qué vacío más grande nos deja! Aunque él, católico sincero, adonde llegue contagiará alegría.
DANIEL MORALES ESCOBAR
GRANADA
(Nota: Esta Carta al Director de Daniel Morales se ha publicado en la pág. 27, de la edición impresa de IDEAL correspondiente al 17/10/2018)
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