El título que encabeza este artículo lo leí hace unos días en internet, desconozco su autoría, pero llamó mucho mi atención. Recurro a este tema con mucha frecuencia, como Psicóloga especializada en Mindfulness y en Terapia de Compromiso y Aceptación, vitalmente me motiva encontrar las claves que nos pueda conducir al bienestar; a disfrutar de la vida, de esos momentos culmen que definen la felicidad. Sí, porque la felicidad consiste en esto: en esos momentos intensos que nos proporciona la vida, entre tanto pasamos por ella despistados, buscándola en cualquier parte, menos en nosotros mismos.
Ya lo decía Punset, la felicidad es la antesala de ésta. En mi opinión, basada en mi propia experiencia en su búsqueda (como sufridora feliz nata), así como en las múltiples investigaciones científicas que he consultado acerca de cómo hallar la felicidad y también basada en los distintos paradigmas psicológicos que existen y que persiguen el equilibrio y bienestar de la persona, la felicidad sólo puede hallarse dentro de uno mismo y en la medida que se saborea, se alcanza, ofrecerla al mundo con el corazón abierto de par en par. Así conseguimos vivirla como lo que es: inmaterial y llena de sentido y generosidad.
La actitud es la mejor arma que poseemos, es nuestra libertad. Podemos asumir la vida tal y como queramos: desde el sufrimiento, desde la queja, desde la impotencia, desde la culpa; desde el victimismo. O asumir que somos responsables de nuestra vida, que podemos atender a ésta desde una concepción distinta: abrazando nuestra realidad tal y como es. Ante una situación difícil podemos darnos cabezazos contra la pared, preguntándonos “¿por qué a mí, porqué la vida me trata con tanta injusticia, ¿qué he hecho yo para merecer esto? (por cierto, estupenda película de Almodóvar)”. Podemos seguir así, dándonos y dándonos más cabezazos sin conseguir nada. O podemos ver la situación con más distancia, aceptarla y ver que además de esa pared en la que tantos topetazos nos hemos dado, existe una puerta que no habíamos visto, una ventana que pasó desapercibida. Podemos cambiar nuestra actitud y ver que existen múltiples opciones, ventanas y puertas, múltiples formas de posicionarse ante la dificultad, sobreponerse y distanciarse de ella.
A modo de ranking, que suele gustar mucho y queda muy visual, voy a intentar dar las claves para alcanzar ese bienestar que tanto ansiamos, basadas en las investigaciones de los más importantes psicólogos, neuropsicólogos, médicos, filósofos, que estudian la felicidad o las bases de un cerebro sano:
Las otras personas: las relaciones basadas en el respecto, la amabilidad, la empatía, la compasión (la predisposición de paliar el sufrimiento ajeno), es una de las claves más importantes. Tanto que según Moran Cerf, “elegir correctamente a las personas que nos rodean” es un factor muy importante para nuestro bienestar. Las otras personas, los demás: nuestra familia, nuestros compañeros, cualquier persona que pasa por nuestra vida, las personas que nos han hecho daño incluso, todas y cada una de las personas con las que nos cruzamos, todas. Seamos conscientes de que las actitudes de bondad hacia ellas es nuestro sistema inmunológico social y mental más potente. Ya lo decía Theodoro Rooselvet: “el ingrediente más importante en la fórmula del éxito es llevarse bien con las personas”.
Para Dan Gilbert existe una felicidad sintética, una felicidad que no proviene de tener aquello que deseamos y que suponemos que nos conducirá al éxtasis existencial (por ejemplo, un musculado y hercúleo novio), sino aquella que consiste en hallar la felicidad con lo que sí tenemos (un flácido novio, pero la mejor persona que conocemos). Ese cambio de actitud es la clave como hemos dicho, encontrar un verdadero sentido y significado de nuestra vida a través de lo que sí tenemos y que, si analizamos, estará siempre muy alejado de lo que deseamos, ya que una vez que conseguimos lo que tanto anhelábamos, inevitablemente querremos más. Repito; la felicidad no está fuera; nunca lo ha estado, está de nosotros, en nuestra actitud; se puede aprender a ser feliz; no es un estado, se trata de un trabajo, de la intención de serlo: ¡esa es la buena noticia! Para Gilbert, la felicidad, sintética o real, se basa en unas sanas relaciones sexuales, en pasar tiempo de ocio y realizar alguna actividad física, en lo que hemos mencionado; agradecer lo que se tiene sabiendo que es lo mejor que podemos tener, y sobre todo las otras personas.
“Se puede aprender a ser feliz; no es un estado, se trata de un trabajo, de la intención de serlo: ¡esa es la buena noticia! ” |
Más claves; ya sabemos que la primera es el pilar básico: las otras personas, el cambio de actitud (dejar de darse cabezazos contra la pared), buscar el verdadero sentido de tu vida; amar lo que se tiene y no lo que se desea (nunca estaremos satisfechos, ya sabes). Pasemos ahora a aspectos más prácticos. Según Laurie Santos podemos ser más felices a través de la gratitud (volvemos a hablar de ella); hacer un listado antes de acostarnos de las cosas por las que estamos agradecidos ese día, dormir unas necesarias ochos horas, meditar al menos diez minutos al día, tener tiempo para estar con los amigos y la familia y pasar menos tiempo en las redes sociales.
Para mí también es muy importante no odiar, llenarse de compresión hacia las conductas de los demás, saber perdonar, no enjuiciar a nadie; todos cometemos fallos, todos estamos igual de perdidos en este mundo, todos necesitamos que nos entiendan.
Y también agradecer lo que la vida nos ofrece como sufrimiento, como una dificultad. Esto nos conduce a comprender que es lo mejor que nos pudo pasar para crecer personal, humana y espiritualmente, y llegar a un autoconocimiento profundo. Este punto es más difícil, necesita previamente aceptar, perdonar, abrazar la realidad, ver con perspectiva cómo ese dolor, persona, sufrimiento, nos ayudó a ser quienes somos, ser mejores y más completos. Y que no falte el sentido del humor, cuando eres capaz de reírte de tus mayores sufrimientos, de tu vida, de tus problemas, ya transcendiste el mismo problema, ya estás muy lejos de él, ya lo has despersonalizado.
Y lo más importante y que resume todo lo que hasta ahora he dicho: TODOS NECESITAMOS SER AMADOS Y TODOS NECESITAMOS AMAR, cuando comprendemos esto, desde ese mismo instante, somos más felices. Ya lo decía Freud, “Todos necesitamos amar lo que hacemos y amar a alguien” (exactamente no lo dijo así, pero supongo, que la palabra deseo y libido podrían haber estado insertadas en la frase, pero me quedo con esta versión menos asexuada). Todo el amor cabe cuando nos permitimos perdonar, con esa dulzura que da la serenidad. Y decides abrazar el dolor como el acto más feliz de tu vida. Nos duele no entender que todo es bueno, pero llega ese momento en el que empiezas a ver el dolor con toda la esencia que habita tu sonrisa.
“Las bases de un cerebro sano es la bondad, y ésta se puede entrenar”. Richard Davidson
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