Prosiguiendo con aquellos autores que algo dijeron sobre Granada, nos ocupamos hoy de Jorge Guillén Álvarez. (Valladolid, 18 de enero de 1893 – Málaga, 6 de febrero de 1984). Poeta español, perteneciente a la Generación del 27.
Estudia Filosofía y Letras en Madrid pero se licencia en Granada, graduándose en 1913. En 1924 se doctora y visita Alemania después de haber sido lector de español en la Sorbona (1917-1923), actividad que repite años después en Oxford. En 1925 obtiene la cátedra de Literatura española en la Universidad de Murcia, pasando a la de Sevilla tres años después. Ocupa este último puesto hasta que se exilia a los Estados Unidos, donde imparte Literatura y Letras, hasta el final de su carrera. La Guerra le había sorprendido en Valladolid y es brevemente encarcelado en Pamplona; vuelve a su Cátedra de Sevilla y se acerca brevemente a Falange Española, traduciendo el Canto a los mártires de España de Paul Claudel, que se publicó con el yugo y la flechas en la portada. Luego, de algún modo, renegó de esa edición, aborreció del régimen franquista y se exilió en julio de 1938. No volvería a España hasta el establecimiento de la democracia Ejerció de lector de español en la Universidad parisina de la Sorbona durante los años 1917 y 1923. Conoció y trabó amistad con Rafael Alberti y Federico garcía Lorca.
Se casó con Germaine Cahen, de quien enviudó en 1947. Posteriormente, en 1961, Guillén se casó con Irene Mochi. Realiza colaboraciones en las revistas intelectuales españolas más importantes (España, La Pluma, Índice, Revista de Occidente) y posteriormente en las hispanoamericanas. Entre otras actividades, traduce a Paul Valéry (Cementerio marino) y a Jules Supervielle.
Su poesía se edita en la Revista de Occidente desde 1919 hasta 1928; en este último año aparece con el título de Cántico, considerado a menudo como el libro cumbre de su generación.Entre 1928 y 1950 publica sus “Cánticos” cuatro en total que suman 804 poesias. En una segunda etapa, en la que se reflejan diversos conflictos políticos, publica las tres partes de Clamor, tituladas Maremagnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963). Son temas recurrentes en su obra la nostalgia del pasado, el paso del tiempo y la reflexión sobre la vejez. Más adelante, con Homenaje (1967), retorna al enfoque de su primera etapa. Sus últimas obras son Y otros poemas (1973) y Final (1982). En 1976 recibe el máximo galardón de las letras hispánicas, el Premio Miguel de Cervantes y dos años después fue nombrado Académico de honor de la Real Academia de la Lengua Española.
Falleció en Málaga el 6 de febrero de 1984. Su entierro fue multitudinario. Su cuerpo reposa en el cementerio anglicano de Málaga ( el más antiguo de los cementerios protestantes de España). Sin ningún ritual religioso, los alcaldes de Valladolid y Málaga, acompañados de seis concejales, cargaron a hombros el ataúd hasta el coche en el que sería trasladado hasta el cementerio. No es que Guillén fuera protestante pero quiso ser enterrado allí “porque me da la gana”, decía, aunque luego explicó que le horrorizaba el poder ser enterrado en un cementerio en el que cupiera la posibilidad de que estuvieran enterrados inquisidores o dictadores. Esa es la única razón de que él eligiera el cementerio Inglés».
Particularmente me gusta mucho una frase que solía decir: “¿Habrá un fin al saber? Nunca, nunca. Se está siempre al principio de una curiosidad inextinguible frente a infinita vida”. Y sobre su amigo García Lorca: «Cuando está Federico, no hace ni frío ni calor, hace FEDERICO».
De Granada decía: “Granada está dormida ante su imagen”.
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