Richard Ford (1796-1858), Escritor, dibujante y viajero. Ha sido la personalidad extranjera que más ha contribuido a difundir la imagen de España en el resto de Europa a partir del siglo XIX. Nació en Londres el 21 de abril de 1796 en el seno de una familia acomodada. Marianne Booth, su madre, era la rica heredera de su padre Benjamin Booth, director de la Compañía Británica de las Indias Orientales y gran coleccionista de arte. Su padre fue el conocido abogado y parlamentario Richard Ford (creador de la policía montada de Londres) . De su madre heredó la afición al dibujo y al arte. Se graduó en el Trinity College de Oxford en 1817, pero nunca llegó a ejercer como abogado. Entre 1815 y 1822 se dedica a viajar por Europa, (Francia, Suiza, Austria, Viena e Italia), pues sus cuantiosas rentas se lo permitían.
En Viena llegó a conocer a Beethoven con el que trabó amistad . El genio le regaló una pequeña composición musical y un retrato. Colaboró como periodista y dibujante en varios periódicos. En 1824 se casa con Harriet Capel, hija del Conde de Essex, y se instalan en Londres, donde se relaciona con personas de la talla del Duque de Wellington o con el escritor norteamericano Washington Irving. Estas amistades, sin duda, despertaron su interés por España. En 1830, a causa de problemas de salud de su esposa a quien aconsejaron el clima suave del sur de España se instala en nuestro país, en Sevilla para pasar el invierno y Granada para los veranos .
Cuando llega a Granada, se aloja en la conocida Fonda y café del Comercio, en la Plaza de Bailén (Mariana Pineda). Más tarde logra un permiso para instalarse con su mujer y sus hijos en la Alhambra, habitando, primeramente, las que fueron habitaciones del gobernador en el Mexuar, que comprendían también algunas dependencias en torno al Cuarto Dorado, para pasar después al Palacio del Partal. Durante su estancia en Granada recibe a dibujantes, pintores, escritores y arquitectos ingleses que visitan la Alhambra para dibujar, tomar apuntes o hacer estudios sobre la arquitectura nazarí. Tras varias entrevistas con él en Inglaterra, en el verano de 1834 llegan dos arquitectos con el objetivo de hacer fieles reproducciones de la arquitectura de la Alhambra, de sus yeserías y alicatados. Uno de ellos, Juley Goury, contrae el cólera y muere. Hay que recordar que en julio de 1834 la epidemia de cólera que azotaba la península llegó a Granada diezmando prácticamente la población; 6.000 granadinos de los casi 65.000 que residían en la ciudad, fallecieron.
Durante los más de tres años de su estancia en España, aprovecha para recorrer el país. Visita todo el arco del Levante, desde tierras almerienses hasta Barcelona; toma la Ruta de la Plata y, a través de Extremadura y Castilla, llega a Santiago de Compostela; se mueve por el centro de la península para llegar a Madrid, Toledo, Salamanca, Segovia o Guadalajara; rastrea las huellas de la historia en Andalucía; aprovecha para hacer una incursión a Marruecos, donde visita Tánger y Tetuán.
Los viajes los solía hacer en compañía de arrieros y vestido como un natural, frecuentando siempre las clases bajas y criticando acerbamente la corrupción y el mal gobierno del país; «el pueblo español es muy superior a sus dirigentes y clases altas», escribió. Aprovechó además para elaborar más de 500 dibujos. Quedó enamorado de España y sus costumbres de tal forma que siempre vistió a la usanza española. Precisamente nos queda un retrato de él vestido de majo que le hizo, en 1832, el pintor sevillano, José Domínguez Bécquer Insausti, padre del poeta Gustavo Adolfo Bécquer.
En cuanto a su vida matrimonial, digamos que el escritor y dibujante viajero enviudó en 1837 y en 1838 volvió a casarse con Eliza Cranstoun. Fallecida Eliza en 1849, se volvió a casar en 1851 con Mary Molesworth a la que legó su colección de arte. Tuvo en total 7 hijos.
A su vuelta a Inglaterra en 1833 se instaló en Exeter y construyó una residencia en estilo neomudéjar que recordaba al Generalife y sus jardines; allí albergó una gran biblioteca de libros en español que había reunido, más de 500 dibujos y acuarelas realizadas por él junto con unos cuantos lienzos que también había adquirido allí. Entre estos había obras de Murillo, Ribalta y Zurbarán. Asimismo, publicó numerosos artículos eruditos, siempre sobre asuntos y temas españoles.
Fruto de sus viajes por nuestro país, fue su obra más celebrada y leída: el “Manual para viajeros por España y lectores en casa” publicada por primera vez en 1845 y luego completada en sus siguientes reediciones y convertida inmediatamente en el libro de referencia de la literatura de viajes del siglo XIX.
Sobre el “Manual”, Ian Robertson publicó en 2008 un interesante trabajo que seguiremos. Tras ímprobos esfuerzos, “finalmente, el 18 de julio de 1845 se ponía en venta el Manual para viajeros por España y lectores en casa, 1.064 páginas en dos gruesos volúmenes en octavo, causando de inmediato toda una sensación. En cosa de días, Ford era la comidilla de todos los salones, como autor perspicaz y lúcido de la descripción más completa y fidedigna de España jamás publicada, y que además difícilmente podría ser superada algún día. Tanto el autor como el editor tuvieron pronto razones sobradas para estar satisfechos de la acogida y venta de la obra: el día de su publicación se vendieron seiscientos ejemplares y, a finales de año, a Murray sólo le quedaban en almacén doscientos de los dos mil de la tirada, y ello a pesar del precio de venta relativamente elevado de treinta chelines, que, junto a la extensión de la obra, limitaban un tanto sus posibilidades de venta general.”
“Al poco tiempo, Murray proponía una segunda edición, pero estipulaba que habría que reducir la obra a un solo volumen, como los demás de la colección. Tras un intenso intercambio epistolar, y varias discusiones acerca de otras posibles opciones, se llegó al acuerdo de eliminar muchas de las secciones preliminares de naturaleza no topográfica, que constituirían la base de un volumen independiente de ensayos que, con la adición de material nuevo, debería venderse bien. La recopilación resultante, Gatherings from Spain, apareció en los últimos días de 1846. La segunda edición del Manual, abreviada, aunque aún con cerca de setecientas páginas, se aproximaba más a lo que quería Murray, al resultar “más conveniente para su transporte y consulta durante el viaje que dos tomos”, apareció el año siguiente. La tercera edición del Manual, de nuevo en dos volúmenes, se publicó por fin en julio de 1855. Ford no supo resistirse a reintroducir en su magistral obra, aunque sin mencionarlo, algunos de los pasajes suprimidos de la edición “cancelada”, además de ampliar muchas descripciones gráficas y añadir varios lugares anteriormente pasados por alto.
“Murray publicó la cuarta edición del Manual en 1869, y la novena y última en 1898, pero estas poco tenían ya que ver con la obra de Ford: revisadas de forma drástica por una sucesión de editores que llevaron a cabo expurgaciones al por mayor y diversas “mejoras”, fueron volviéndose poco a poco cada vez más parecidas a las guías modernas, incorporando líneas férreas y planos de ciudades junto con relaciones de comercios y hoteles”.
Ford, veía así a España : “Los viajeros que aspiran a lo romántico, lo poético, lo sentimental, lo artístico, lo antiguo, lo clásico, en una palabra, a cualquier tema sublime y bello, encontrarán en el actual y el antiguo estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno en ristre por este curioso país, que oscila entre Europa y África, entre la civilización y la barbarie»
A vista de pájaro, aquí propongo una lista de los capítulos más notorios de la obra:
Panorama de España. El dinero español. Pasaportes. Carreteras Modos de viajar y de correspondencia en España. Correos Viajes con caballos de posta. Correo montado. Vehículos públicos en España. El correo. Diligencias y Paradores. La fonda. La posada. La venta. Viajes en calesa. Ladrones y precauciones a tomar contra ellos. Viajes con muleros. Viajes a caballo. Caballos españoles. Consejos para los viajes a caballo. Criados españoles. Mozo de caballos. Ayuda de cámara. Cocinero.El menú del viajero. Barcos de vapor a Gibraltar. Lo que conviene observar en España. El idioma español. La geografía de España. Giras. Términos eclesiásticos y arquitectónicos Cronología: la Era. Reyes de España, soberanos contemporáneos y armas reales. Autoridades citadas …
Por ejemplo, sobre las carreteras y modos de viajar nos relata que el trayecto Sevilla-Granada por Osuna de 36 leguas (200 Km) se hacía casi en ¡UNA SEMANA! Así lo describía Ford en su manual para viajeros de 1845: “Esto no merece realmente el calificativo de carretera, aunque es practicable para coches durante el verano; las carreteras son desde luego la gran necesidad de Andalucía. Este es el camino que usa la galera, o sea una especie de vagón que realiza este trayecto en seis días; en Inglaterra un ferrocarril lo haría en seis horas. Las posadas son muy malas. Cuídese de ir bien provisto de comida. Los jinetes veteranos pueden hacer este trayecto en cuatro días.”
Sobre los ladrones y bandidos dice Ford que “cuando Fernando VII era rey de las Españas (…) José María (el Tempranillo) era el amo de Andalucía”. Por eso los viajeros solían contratar migueletes, (milicianos mercenarios), para proteger las diligencias. El mismo Ford decía en 1831, en una carta al embajador, que: “Yo arreglaré que una tropa de 8 o 9 Miqueletes escogidos, vayan en el coche…”. En otra misiva relataba como hizo el viaje desde Córdoba hasta Andújar en una diligencia escoltada por 9 migueletes
Sobre los alojamientos en los viajes escribe: “Las posadas de la Península, salvo raras excepciones, se han clasificado de tiempo inmemorial en malas, peores y pésimas; y como las últimas, al mismo tiempo que las más malas son las más numerosas y castizas, durarán hasta la eternidad”
Y ya centrándonos en Granada, donde como hemos dicho nuestro autor pasaba con su familia los veranos, estaba enamorado de la ciudad y no comprendía, según él, el menosprecio de los granadinos a sus propios monumentos: “los granadinos desprecian la Alhambra, a la que consideran una casa de ratones, que es en lo que la han convertido”.
Hacia frecuentes excursiones por la provincia, visitó en varias ocasiones la extensa finca donada por el gobierno español al duque de Wellington ,situada en Fuente Vaqueros, (el Soto de Roma), y la Dehesa Baja de Íllora, paseó por Sierra Nevada subiendo al pico del Veleta…
He aquí la curiosa descripción que nos hace de la Plaza de Bib-Rambla:
“Subiendo por la carrera del Darro a la célebre Plaza de Vivarrambla,(sic) o “Puerta del Río”, las arcadas moriscas se debaten entre adiciones modernas incongruentes pero no faltas de pintoresquismo. La más antigua puerta se llama de Las Orejas, porque en un festival, en 1621, la multitud arrancó las orejas de muchas damas, para robar los pendientes. Primeramente, se llamó de los Cuchillos, porque en ella clavaba la Policía las navajas que se encontraban a los ladrones. La puerta moderna recibe el nombre de las Cucharas…, la interesante plaza árabe se convirtió en mercado por los españoles, conservándose una hilera de casas moriscas, con balcones cuadrados, que han permanecido en el costado norte hasta 1843, en las que las hizo derribar un tal Ramón Crook, y los edificios actuales se edificaron en el estilo de la calle Baker, de Londres.”
“Los días de mercado se ponen quioscos y casetas, como el Duar árabe (…), al norte de la Plaza está el palacio del arzobispo cuyos sermones Gil Blas tuvo la simplicidad de criticar. La mole irregular ha sido modernizada, y no contiene nada notable; los pocos cuadros que se encuentran allí son de segunda categoría. La catedral está al lado (…), no es, ni con mucho, un bello edificio, aunque los granadinos piensan que puede rivalizar con la de San Pedro. Está bloqueada por casuchas y calles (…). Yendo a la derecha se pasa por la fachada plateresca del palacio del arzobispo, una casa de ratones, aunque Le Sage, que nunca estuvo en España, asegura que rivaliza en magnificencia con un palacio real (…). Las Casas del Cabildo, enfrente, son de un estrafalario churrigueresco (…) la antes exquisita casa gótica de la Calle de la Casa redonda ha sido modernizada por un godo llamado Heredia. El Sagrario es un monstruoso amasijo churrigueresco, caro en material y pobre de diseño (…) la Capilla Real de los Reyes está situada entre el sagrario y la sacristía, y es la joya de la catedral.
Cuando a mediados de mayo de 1831 llegó a Granada para pasar el periodo estival, fue, muy a su pesar, testigo de la tragedia de aquel aciago día 26 de ese mismo mes:
«Se ha efectuado en estos días una horrenda ejecución, que habría producido una revolución en cualquier otra parte. Han dado muerte en garrote a una hermosa viuda, relacionada con las mejores familias, por el hecho tan sólo de haberla encontrado en posesión de una bandera constitucional, con un lema medio bordado. Se negó a hablar de sí y de sus cómplices. El asunto se envió a Madrid y volvió de nuevo, para horror y sorpresa de todos, con la orden de ejecución. ¡Una mujer ejecutada por tal delito en el año 1831! Decididamente, estas cosas se llevan en España de modo diferente»
Y acerca de España, no me resisto, por la actualidad del tema, a reflejar cuál era el pensamiento de nuestro autor sobre la patria hispana:
“La “patria”, en el sentido de España en general, es tema de declamación, de buenas palabras, palabrería, en la que todos, como orientales, gustan de abundar, y a lo que su grandilocuente idioma se presta fácilmente. Desde el periodo más primitivo hasta nuestros días, todos los observadores se han sentido impresionados por este localismo, como ingrediente importante del carácter ibérico. Los iberos nunca quisieron unirse, “nunca –como dijo Estrabón– juntaron sus escudos”, nunca sacrificaron sus propios intereses privados y locales en pro del bien general; por el contrario, llegada la hora de la verdad, solían, como ahora, mostrar una tendencia constante a separarse en Juntas distintas, cada una de las cuales solo pensaba en sus propias opiniones, completamente indiferentes al perjuicio que de este modo causaban a lo que debiera haber sido la causa común a todos ellos. De esta manera la virilidad y la vitalidad del noble pueblo se han visto siempre neutralizadas; tienen, ciertamente, fuertes miembros y corazones honrados, pero, como en la parábola oriental, lo que falta es una cabeza que dirija y gobierne: de aquí que España sea hoy en día, como ha sido siempre, un manojo de cuerpos pequeños atados unos a otros con cuerda de arena y, por carecer de unión, carece también de fuerza, habiendo sido cada uno de ellos derrotado por separado. La expresión, muy usual, “españolismo” expresa más bien la oposición al dictado extranjero y la estima de sí mismos que tienen los españoles,»los españoles sobre todos», que un verdadero amor al país”. Manual para viajeros por España y lectores en casa (Panorama de España)
España lo cautivó de por vida. Como él mismo admitió en una carta inédita enviada desde París durante su viaje de regreso de la Península Ibérica, a la nunca había de volver: “Siento una extraña añoranza de España. Con todos sus defectos aún la quiero”
Su final llegó el 31 de agosto de 1858. El funeral tuvo lugar en Heavitree, Exeter. En su lápida se puede leer la siguiente inscripción: “ Rerum hispaniae indagator acerrimus” (El más inteligente investigador de las cosas de España), como bien correspondía al más entusiasta hispanista del siglo XIX.
“En verdad arte y naturaleza se han combinado para hacer de Granada, con sus montañas, sus llanos y su Alhambra, uno de los pocos lugares en donde se cumplen las más favorables expectativas, y su altitud convertía la ciudad en “la más deliciosa de las residencias veraniegas”
A los viajeros que se dirigían a Granada, les advertía: “¡Ay del frío escéptico que en estos lugares de auténtica leyenda y cuentos de Aladino trate de racionalizarlo todo!”.
Testimonio de su paso por nuestra querida Alhama , son estos dibujos que Ford nos dejó.
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‘Babuchas negras’ y del ensayo ‘Tres sinfonías’